domingo, 4 de julio de 2010
DESCONCIERTOS (UNO Y SILK RABBITS)
Concierto celebrado ayer en El Sol (Madrid). Público: 25 personas.
PRÓLOGO: En los últimos diez años, la mítica sala madrileña sólo ha suspendido dos conciertos programados debido a la escasez de público asistente. Ayer hubiese podido ser el tercero, porque de hecho, con menos de cuarenta personas, la sala se reserva el derecho a suspender cualquier actuación. Pero las dos bandas que ayer nos visitaron, se empeñaron en tocar, pese a tener que palmar dinero por hacerlo, y ofrecieron a los escasos asistentes un derroche de ganas, energía y buen rollo, que es digno de mencionar y de alabar.
SILK RABBITS (HUMOR INTELIGENTE): esta nueva -que no joven- banda está triunfando en su país de origen -Alemania- con su pop-rock con toques punk desenfadado y divertido. Su fórmula es sencilla: desparpajo, actitud, humor y cero complejos. Los miembros de Silk Rabbits están más curtidos que la silla de montar de Rocinante. Llevan décadas dedicándose al mundo de la música y han participado en multitud de proyectos y bandas. Con carreras paralelas pero diferentes, estos cinco cincuentones germanos han acabado uniéndose en este proyecto basado principalmente en la interpretación de versiones desde una óptica festiva de conocidas canciones de muy diversos géneros e intérpretes: “Personal Jesus” de Depeche Mode, “Hurt” de Johnny Cash o “Song 2” de Blur, por poner sólo algunos ejemplos. Al igual que los también alemanes, Rammstein, Silk Rabbits gustan de uniformarse en sus conciertos, consiguiendo una presencia escénica muy poderosa: vestidos con trajes blancos impolutos, camisas negras y como toque elegante, unas orejitas rosas de conejo sobre la cabeza del frontman del grupo, Markus Bach. Musicalmente correctos (destacando sobre todo Jürgen Imgrund a la guitarra y Uli GroBmaas al bajo), aunque sin alardes, tampoco nos engañemos, lo que más les honra a Silk Rabbits, son sus ganas (no pararon de saltar, de brincar y hasta se revolcaron por el suelo) y los santos cojones de seguir disfrutando con cincuenta años sobre las tablas (incluso ante un público tan escaso como el de ayer) como si tuviesen veinte. Y no quiero dejar de hablar de uno de los momentos más divertidos de su actuación: la interpretación de la canción de Julio Iglesias, “Un canto a Galicia”, con un galego con acentazo alemán que hizo desternillante el estribillo: “…teño morriña, hey, teño saudade…”. Ojalá todas las nuevas bandas copien la energía, las ganas y la vocación de estos “chavales”.
UNO (PELÍCULA ESPAÑOLA DE RISA…): después de la divertida pero a su vez inteligente y elegante puesta en escena de Silk Rabbits, saltó al entarimado la banda afincada en Madrid Uno, o lo que es lo mismo, comenzó una nueva película, la típica españolada de humor facilón y chabacano, cargado de esteriotipos a lo “Torrente”, “Condemor, el pecador de la pradera” o “Ja me maaten…!”. Y es que del impoluto traje blanco se pasó a los pantalones de plástico negro imitación de cuero, a las camisetas con lentejuelas de mercería barata incrustadas por doquier, incluso en los hombros, a modo de “galón-hombrera-vivan-mis-huevos-y-mi-estilismo”, a los botines negros de mercadillo, a las gafas de sol de palo y por encima de todo, el elemento que me dejó boquiabierto y culicerrado (que ayer había mucho orgulloso por las calles): un cinturón comprado en las otrora llamadas tiendas de los veinte duros, ahora conocidas como tiendas de los chinos, imitación de los cinturones de campeón del Pressing Catch americano, de plasticucho negro con su pieza metálica central de esa que imita a la plata y luego te acaba dejando la piel de color verde musgo. Además del excelente vestuario y de los carnavalescos elementos de atrezzo de esos que se compran a última hora en el chino por menos de diez euros cuando tienes que disfrazarte y no has tenido tiempo de preparar con tiempo tu disfraz (sólo faltó la narizota de plástico con las gafas de “plastipasta” negra), los Uno ofrecieron una mítica “sobreactuación” típica del género humorístico patrio a lo Pajares y Esteso en “Los bingueros”. Vamos, que en vez de parecer que estaban tocando ante veinte personas (novias, primos y colegas de turno) se creyeron que estaban tocando en un estadio ante 80000 personas como poco. No faltaron los ya manidos recursos de “ahora agito la cerveza y os echo la espuma encima”, las poses a lo Operación Triunfo con el brazo en alto” ni “ese gesto tan natural de meterse el micro en los huevos y luego olerlo con devoción, a lo macho ibérico”. Memorable fue el momento en que Levi Star (su nombre artístico ya lo dice todo), cantante del grupo, se puso a poner poses y posturitas pegándose una hostia en el careto que hizo que sus gafas de sol negras volasen tres metros. Vamos, que lo suyo fue una actuación de risa. De hecho, el enclenque Levi, no sé por qué, me recordó ayer al Pajares de “Yo hice a Roque III”, al que no hacen más que darle hostias en el ring y pide a gritos que por favor tiren la toalla, a lo que Esteso contesta que ni de coña, no siendo que el otro púgil se vaya a cabrear todavía más, y de verdad y sin ironía ninguna lo digo, yo disfruté y me pegué una panzada a reír como hacía tiempo, porque qué cojones, no sólo de humor inteligente vive el hombre. Y en cuanto al aspecto meramente musical, pues qué queréis que os diga, rock en castellano con influencias ochenteras, ajadas y obsoletas; canciones ramplonas de letras reguleras y en definitiva, un sonido antiguo y pasado de moda; vamos, una banda que no ofreció nada nuevo ni original.
UNO (…CON FINAL FELIZ): el repertorio de Uno, los cuales ya tienen dos discos en su haber: “20 21 1 19” y “Libersónica”, es bastante monótono y como ya he dicho antes, suena a algo que ya está más que trillado. Sin embargo, hay que reconocérselo, no tocan nada mal. El problema es que su estilo no aporta nada nuevo y no sirve para encauzar un potencial que podría ser mucho mayor. De todas formas, yo creo que ellos son conscientes de sus limitaciones (algo que les honra y mucho), y se centran en disfrutar al máximo sobre las tablas, en divertirse y en divertir al público que acude a sus conciertos (algo que consiguen con nota). Prueba de que son mucho más músicos de lo que ellos mismos se creen son las cojonudas versiones que hicieron del “I´m a cowboy” de Bon Jovi, del “Paradise City” de Guns ´n´ Roses y del “Highway to hell” de AC/DC, que sirvieron para cerrar con un final feliz y entre aplausos del respetable, su actuación.
"Clickad malditos, clickad" Enlace inferior al videoclip "Déjate llevar" de Uno:
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