lunes, 25 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (THE NEW CHRISTS)




Concierto celebrado el pasado Jueves 16 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 80 personas aproximadamente.

Casi siempre que se habla de rock en su sentido más amplio, dos países nos vienen siempre a la mente por méritos propios (por méritos, por calidad, por la infinidad de bandas e intérpretes que han surgido de ellos, por tradición, por revitalización continua década tras década del género, por su legado y por cientos de causas más): Reino Unido y Estados Unidos. Sin embargo no se suele dar la misma importancia a otro país, que como poco, nos ha dado las mismas satisfacciones a los amantes del rock en toda su extensión, que esos otros dos colosos antes mencionados: Australia. Tanto es así que desde las antípodas ha surgido desde hace décadas un sonido característico y personal (tan importante como el sonido Seattle o el brit rock por poner sólo un par de ejemplos) cimentado sobre todo en unos angulosos y afilados riffs de guitarra que han dado lugar a toda una corriente conocida como el High Energy Australiano y que además ha revitalizado otros muchos géneros como el garage, el power pop o el power rock, influenciando a su vez a numerosísimas bandas del resto del planeta. Un sonido que por tanto ha creado escuela y es tan original que permite reconocer con sólo escuchar unos pocos acordes a cualquier banda rockera australiana. Y hablando de bandas, con sólo hacer un poco de memoria y casi a vuela pluma veréis que el listado de grandes nombres es de órdago y nada tiene que envidiar al del Reino Unido o al de “los States”: The Beasts of Bourbon, Lime Spiders, The Saints, Hoodoo Gurus, The Drones, Bored, Seminal Rats, The Chevelles y como no, Radio Birdman, Celibate Rifles, los más recientes Mass Cult y Russian Roulettes y por supuesto esos grandes abanderados del rock australiano liderados por los hermanos Young, que son AC/DC, para muchos (entre los que me incluyo) la banda más grande de rock de todos los tiempos. He querido hacer esta introducción en la crónica de hoy, para que os hagáis una idea de la magnitud que supuso la visita de la banda The New Christs a la capital el mes pasado. Y es que, esta formación está encabezada ni más ni menos que por uno de los más sólidos pilares del rock australiano de los últimos cuarenta años: Rob Younger, quien lleva desde mediados de los años ochenta embarcado en este, a veces intermitente proyecto, que no obstante sigue renaciendo cada pocos años con más fuerza, calidad e intensidad, y que surgió de las cenizas de aquellos Radio Birdman que para muchos de nosotros son ya una banda de culto dentro de la historia del género. Para rematar la excelencia, el genial vocalista está acompañado por Jim Dickson (increíble bajista que también formó parte de Radio Birdman), Stuart Wilson (contundente batería que también lo fue de los acojonantes Celibate Rifles) y por último Brent Williams y Dave Kettley (los más jóvenes del grupo), que beben directamente de la gran tradición de guitarristas aussies y han conseguido magnificar el sonido de estos nuevos cristianos a base de contundencia, velocidad, rabia y una apabullante energía, lo que los convierte en firmes candidatos a convertirse en años futuros en dos de los más y mejores reputados guitarristas del planeta (y no exagero, os lo puedo asegurar). Un acontecimiento que no obstante no atrajo ni siquiera a cien personas a su actuación, lo que una vez más me hace pensar que pese a mi romanticismo desmedido, para los amantes del rock no corren buenos tiempos. Y es algo que sigo sin entender, que me supera, me irrita y me duele. Porque que la mayoría de jóvenes prefiera en la actualidad escuchar toda esa mierda de subproductos manufacturados al por mayor de “música” comercialoide mal denominada como pop (el pop es otra cosa, queridos lectores y esta bazofia no hace más que desprestigiar este género), o lo que es lo mismo toda esa ristra de grupetes y mequetrefes de tres al cuarto surgidos de realitys musicales de masas, de concursos de mierda, de grandes empresas y compañías mediáticas que sólo quieren hacer caja y que supeditan la calidad musical a un buen par de tetas, unas piernas kilométricas, unos pectorales ciclados, un rabo gordo o unos labios como neumáticos; en vez de deleitarse con la música de verdad, de la que surge desde el alma, de la que logra encogerte las tripas, emocionarte y zarandearte haciendo de tu vida algo mejor, es para echarse a llorar. Porque no deja de ser deprimente que una tía como Shakira que no se sabe ni en qué puto idioma canta con tanto gorgorito “malfingido” pero “bienestudiado”, que basa el 80% de su espectáculo en el meneo de culo y caderas para poner el rabo tieso (sino que se lo digan a Piqué) a todos los que la van a ver a sus conciertos para que así se queden contentos pensando que han amortizado de sobra el dinero de la entrada y que cimenta el 90% de su éxito en su estudiada imagen, exudando una sexualidad casi “aputiferada” en videoclips, portadas y fotos promocionales, pensando, como está por otro lado de sobra demostrado, que es más fácil captar seguidores provocando calentones terminados en pajote o bien siendo referente de todo un sinfín de féminas ávidas por imitar su estilo, estilismo y forma de actuar, para así poder ser a su vez ellas una especie de copia de esa imagen esteriotipada vendida como fórmula ideal del éxito, con la que triunfar en este mundo machista de mierda, que intentando cantar bien por una jodida vez en su vida, llene estadios en todo el mundo; y en cambio unos tipos como estos The New Christ que son capaces de exudar a chorros una de las mejores esencias musicales de los últimas décadas; de firmar canciones tan sublimes como “Coming Apart”, “No Way on Earth”, “I Swear”,“Another Sin”,“I Come Cheap”, “The Party Died”, “These Reasons” y por encima de todas ellas “On All Fours” y “On Top of Me” -auténticas joyas sólo al alcance de muy pocos-; de desfondarse actuación tras actuación dejándose la piel, pese a que Younger ya supera de largo los sesenta y Dickson los ronda; de poseer un magnetismo adictivo (una sola mueca del psicótico rostro de Younger transmite más sensaciones que la suma del contoneo de los culos de Shakira, Beyoncé y Rihanna juntas); de tener una de las carreras más brillantes, longevas y meritorias de la historia del rock  y de escupir con rabia un compendio musical que abarca desde el garage al rock clásico pasando por el rock oscuro en la onda de los mejores Joy Division con olor a hiel y con sabor a eternidad, no sean capaces ni de congregar a cien putas personas en sus conciertos.
Así que sólo unos pocos afortunados pudieron disfrutar de uno de los mejores conciertos acontecidos este año en Madrid. Y es que The New Christ rozaron la perfección durante casi dos horas que terminaron con unos bises incendiarios en los que cayeron la versión de los británicos Magazine: “Soth by both sides” y un pupurri final de temas en los que destacó una acojonante revisión del clásico de The Stooges, “Down on the street”. Todo un lujo que no hace más que confirmarme el hecho de que si el género del rock no vive un buen momento, no es por falta de artistas con talento, sino por el analfabetismo musical y el mal gusto que posee la mayoría de la sociedad.



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