viernes, 15 de octubre de 2010
MIS MIERDAS (ASÍ FUNCIONA LA SEGURIDAD SOCIAL EN LA COMUNIDAD DE MADRID)
Los que leéis habitualmente este blog, sabéis que publico a diario una nueva entrada. Sin embargo, llevo varios días sin hacerlo. La razón fundamental es vírica. Y es que este puente pasado, no nos ha sentado muy bien que digamos, a la mayoría de empleados del Sol, que hemos ido cayendo como moscas con síntomas gripales, catarros, neumonías…
Os contaré mi caso: el lunes por la mañana ya me levanté “regulero” con los síntomas típicos de un catarro pasajero: mucosidades, molestias en la garganta, algo de tos (normal por otra parte en alguien que fuma como un carretero). Síntomas que suelen producirse varias veces todos los otoños e inviernos y a los que normalmente no doy mucha importancia. Pensé: un par de lingotazos de whiskey o de brandy, zumito de naranja y leche con miel y “arreglao”, que bicho malo nunca muere y casi nunca enferma. El caso es que a medida que avanzaba el día, las cosas fueron poniéndose peor, me salió un herpes que me dejó el labio inferior como si me hubiese picado un enjambre de abejas y me salió un bulto del tamaño de una canica en la garganta. Pero decidí ir a trabajar. El martes, me levanté peor. El herpes era aún mayor y la canica era ya una pelota de golf en toda regla. Lo curioso del caso es que estaba situada justo debajo del mentón, así que no podía ser amigdalitis. Y además, tenía fiebre. Pero, el martes era día festivo. La última vez que enfermé en día festivo (por una otitis que todavía recuerdo con terror) acudía al centro médico de guardia, ya que el centro hospitalario de mi zona (Legazpi) no abre. Después de estar tres horas hacinado junto a casi cien pacientes en la sala de espera, por fin me atendieron (no muy bien), me recetaron varios medicamentos y me mandaron para casa con la sensación de que había perdido el tiempo. Por eso, en esta ocasión decidí no acudir al centro de guardia sino esperar a visitar al día siguiente a mi médico de cabecera. Llamé para pedir cita, y la máquina que me atendió me dio hora para las 17:30 h de la tarde. El miércoles me encontraba realmente mal, así que en vez de esperar a la hora de la cita, decidí probar suerte y acudir al centro hospitalario por la mañana (salí de casa a las nueve y media), para ver si me podían ver de urgencia. Y para mi sorpresa, tan sólo 45 minutos después la doctora Ana María Peñas ya me estaba “examinando”. Me palpó el bulto durante cinco segundos y me dijo muy segura de sí misma lo que yo ya sabía: no es amigdalitis ni esofaguitis porque el bulto está como por fuera, cercano a la piel. Tras su brillante análisis, me dijo que lo único que podía hacer era mandarme al centro sanitario más cercano vinculado a su vez al centro hospitalario de Legazpi, que no era otro que la Fundación Jiménez Díaz, sita en Moncloa, vamos en la otra jodida punta de la ciudad, para que allí me viese un otorrino de urgencias y para que me hiciesen una ecografía de la garganta. Diez paradas de metro después, llegué a dicha fundación cada vez más cansado. Tras pasar por la recepción del centro, por un primer punto de información y por la recepción de urgencias después, finalmente una enfermera me llamó, me puso una pulserita con mi nombre y diciéndome que tuviese paciencia me acercó a una sala de espera donde había unas sesenta personas. Nada más ver dicha sala de espera, entendí lo de la paciencia. Y con esta paciencia, esperé más de dos horas hasta que por fin me llamaron para atenderme. Una doctora: Marta Verdejo, me preguntó cuál era el motivo de mi “visita”. Le contesté que me habían mandado del centro de salud de Legazpi porque tenía un bulto en la garganta que no sabían qué podía ser, para que me examinase un otorrino y para que me hiciesen una ecografía. La doctora Verdejo me dijo que en dicha fundación no había otorrino de urgencias y que ella misma haría el examen. Y así fue, y después de ella me examinó otra doctora interina y finalmente un tercer doctor. Todos ellos debatían sobre mi bulto: que si podía ser una glándula salivar inflamada, que sí podían ser nódulos, que si…. El caso es que les comenté: ¿y por qué no me hacen la “eco” y salimos de dudas, que para eso llevo casi tres horas esperando aquí? Ellos muy serios me dijeron que no era necesario porque los síntomas pese a no ser muy claros indicaban que la inflamación era de tipo vírico y que fuese lo que fuese lo que se me había inflamado, todo se curaba igual: con antibióticos (amoxicilina) y antiinflamatorios (ibuprofeno) y que por protocolo no era necesario hacerme una ecografía. La doctora Verdejo acabó redactando de forma genérica al no saber exactamente lo que era, que mi dolencia era un nódulo de 5 cm de diámetro de localización submandibular, sugerente de inflamación de glándula submandibular, doloroso a la palpación. Y me escribió en un papel los medicamentos que debía tomar, pero advirtiéndome que ellos no podían recetármelos así que debería volver a mi centro de salud de Legazpi para que allí mi médico de cabecera me los recetase. Salí de esta fundación casi a las 15:00 h con la sensación de que había estado allí tres horas y que al final ni sabía lo que tenía, ni me había mirado un otorrino, ni me habían hecho la “eco” y ni siquiera tenía las recetas de los medicamentos que debía tomar. Otra vez al metro (cada vez más cansado y con una nueva inflamación, en este caso de cojones, ante tanto desatino médico sufrido en mis carnes). Finalmente, llegué al punto de partida: el centro sanitario de Legazpi a las 15:30 h más o menos. En el mostrador del centro le conté a una empleada mi odisea y le dije que si por favor mi médico de cabecera podría verme para que me expendiese las recetas de los medicamentos que me habían mandado en la Fundación Jiménez Díaz. Me dijo que no creía que tuviese ningún problema en hacerlo así que acudí a la consulta de mi doctora, la señora María Teresa Recio. Llamé a su puerta y antes de que pudiese abrir la boca, me largó de allí con muy malos modos diciéndome que su horario de consulta aún no había empezado, algo totalmente falso ya que el horario de dicha consulta había empezado ya hacía diez minutos. A todo esto, la doctora estaba repanchingada en su sillón con los pies sobre una banqueta. Quince minutos después, impotente y apesadumbrado, no pude aguantar más y entré en su consulta como alma que lleva el diablo. Antes de que pudiese abrir su boca, le conté de pe a pa todo lo que me había sucedido durante las más de seis horas que llevaba dando vueltas de consulta en consulta, de centro de salud en centro de salud, de sala de espera en sala de espera. Más calmada me dijo que ella ya no iba a volver a examinarme porque confiaba en el criterio de sus compañeros de la Fundación Jiménez Díaz, y que haciéndome un favor iba a expenderme las recetas, ya que estaba malgastando su valioso tiempo cuando según ella yo podría haberme esperado perfectamente hasta las 17:30 h (hora en la que no lo olvidéis yo tenía cita con ella). Tan abatido estaba que ni siquiera tuve ganas de discutir y decirle que si mi tiempo (casi siete horas) no era valioso y sólo pude preguntarle una cosa más: doctora, ya que no se sabe aún que es lo que tengo inflamado, no debería hacerme una ecografía. Ella me dijo que sí, y que iba a pedir que me la hicieran en el centro encargado de estas funciones, que, ¡sorpresa!, resulta que no era la Fundación Jiménez Díaz a la que me había mandado su colega, la doctora Ana María Peñas, sino el Centro de Salud de Pontones, en Puerta de Toledo. Me da un papel donde pone: hacer ecografía preferente y me da cita para hoy mismo a las 16:20 h, diciéndome que vaya a verla con la ecografía para ver que puede ser mi dolencia. Eso sí, antes me advirtió que si por algún casual se me inflamaba más o sufría algún ahogo, no fuera otra vez allí sino al Hospital 12 de Octubre. Alicaído volví a bajar a recepción para que cerrasen mi cita en Pontones para la ecografía, y ¡sorpresa!, ¿sabéis para qué día me dieron esa cita? Para el día 21, esto es para el jueves de la semana que viene. Total, que a día de hoy sigo con mi puto herpes, con mi jodido bulto, sin saber qué es, sin poder hacerme la ecografía y encima con diarrea, ya que ni el protector estomacal que me estoy tomando hace efecto sobre la cantidad de antibióticos que me estoy tomando. Menos mal que en menos de tres horas volveré a ver a la incompetente de mi médico de cabecera y seguramente ya no controlé más mi ira y acabe estampándola su jodida cabeza contra su mesa.
Me quejo por tanto de:
- la incompetencia de la doctora Doña Ana María Peñas, que me mandó a un centro para que me mirase un otorrino de guardia, que no existía y para que me hiciesen una ecografía, que tampoco se suele realizar en dicho centro (os recuerdo, la Fundación Jiménez Díaz), sino que se hace en el centro de Pontones en Puerta de Toledo. Esto me hizo perder más de tres horas de mi tiempo, para finalmente quedarme igual que estaba.
- que en la Fundación Jiménez Díaz, donde el trato fuese exquisito (al César lo que es del César), no me hiciesen una ecografía de garganta para cerciorarse de qué era lo que me pasaba, pese a que ni el examen de tres médicos distintos había servido anteriormente para dictaminar mi tipo de dolencia.
- que la doctora María Teresa Recio me tratase peor que a un perro, sin una pizca de compasión, pese a ver mi estado y saber que había estado más de seis horas dando vueltas por la actuación negligente de su compañera, la doctora Ana María Peñas. Ya que no quiso examinarme, al menos podía haberse mostrado más respetuosa. Pero, no, su tiempo para estar repanchingada en su cómodo sillón es oro y el de sus pacientes a ella ni le importa ni le interesa.
Esta es la Seguridad Social que tenemos los empadronados en Madrid. Que una persona enferma tenga encima que aguantar este trato es indignante. Supongo que con lo escrito hoy aquí por mí, no voy a cambiar nada, pero al menos quería dejar constancia de lo desamparados que nos sentimos los ciudadanos de a pie en tantas y tantas ocasiones.
CLICKAD MALDITOS, CLICKAD (TAMPOCO ESTARÍA DE MÁS QUE LO HICIESEIS EN LA PUBLICIDAD DE ESTE BLOG, QUE LA COSA ESTÁ MUY MALA)- enlace a la canción de Eskorbuto: "Mierda, mierda, mierda", dedicada a la puta Seguridad Social y en especial a mi médico de cabecera: http://www.youtube.com/watch?v=KOCw8WKIPJA
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2 comentarios:
no tienen vergüenza ni la han conocido...
Tú lo has dicho...
Abrazo!!!
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