miércoles, 22 de diciembre de 2010
MIS MIERDAS (EL BELÉN DE LA CALLE DE LA MONTERA)
Madrid, capital de España. España, país del llamado Viejo Continente, perteneciente al a su vez denominado como primer mundo. Puerta del sol, centro neurálgico de Madrid, capital de España, país del Viejo Continente, perteneciente; bueno ya se lo saben, ¿no? Prosigamos pues, Puerta del sol, foco de atención de millones de españoles el día 31 de Diciembre para atragantarse con doce uvas al compás de su famoso reloj. Puerta del sol, con su oso, su madroño, su kilómetro cero, el Tío Pepe, el Corte Inglés, y rodeada de perfumerías, boutiques y joyerías de lujo. Gran Vía, una de las calles con más solera de la capital donde se ubican algunos de sus más famosos teatros y cines, con sabor y olor a éxito, a grandes tiempos, a famoseo y a alfombra roja. Y uniendo estos dos enclaves en pleno centro de una capital del primer mundo, la Calle de la Montera. Y cómo será dicha calle se preguntarán todos aquellos de ustedes que no la conozcan o que no hayan transitado nunca por ella. Tranquilos, que yo se la describo en un momento. En la Calle de la Montera se monta un bonito belén viviente todos los meses del año, pero que cobra un especial protagonismo durante estas fiestas que se avecinan, en las que el turismo inunda la capital. Un belén en el que las pastorcillas son negras, blancas y mulatas, colombianas, ecuatorianas, dominicanas, africanas y rumanas. En vez de zurrones mueven sus bolsos al compás de sus generosos culos. Y en vez de adorar al niño, son los hombres los que las adoran a ellas. Y a cambio de veinte euros, porque ellas son más de euros que de incienso y mirra, y saben que el oro es más propio de las pastorcillas de lujo; pues les menean alegremente la zambomba y les soplan sus almireces y flautas. Y cantan sus propios villancicos al compás de la música hortera que sale de sus móviles a todo volumen. Las pastorcillas no visten pieles de oveja, sino escuetas minifaldas. Y no calzan zuecos, sino altas botas de plástico, imitación del cuero. ¿Y cómo soportan el frío? Pues abriendo sus piernas para que el calor que sale de los enrejados que comunican la superficie con el subsuelo, les chamusque un poquito sus ya de por sí más que chamuscados conejitos; que como buenas pastorcillas, también entienden y mucho de todo tipo de animalitos de granja. Es más, comentan los lugareños que también se les da muy bien ordeñar. Y si os fijáis bien, hay algunas que debajo de sus faldas también esconden un grueso garrote, que debe ser para azuzar al ganado. Y también hay pastores. La mayoría son rumanos y moros. Qué chulos, con sus anillacos de oro, siempre insultando y golpeando a las pastorcillas para que trabajen con más alegría y robando a los demás lugareños para que rindan tributo al nuevo dios con sus joyas y monedas. Por supuesto, también hay camellos que reparten ellos mismos los regalos para que los Reyes Magos no se cansen trabajando. Y los portales del Belén están llenos de burros que sobre camas llenas de mierda en vez de sobre paja se refocilan con las pastorcillas y gritan muy alto: "Dios, Dios, Dios, sí, así, oh Dios bendito". Algunos se llaman José, Pablo, Juan…, pero no son santos. Y otros muchos se llaman Paco, Manolo, Nelson, Orlando..., y no, estos tampoco son santos ni mártires, pese a sus emotivas súplicas, y tampoco creo que sean los discípulos porque son más de doce, y más de mil, y más de... Virgen lo que se dice virgen, no hay ninguna. Es quizás lo único que falta en este belén, donde también hay vacas de tetas operadas que se hacen llamar travelos y te mugen al pasar. Pero deben de ser vacas marinas porque no hacen más que hablar de sus tiburones. Un belén en el que también hay agua bendita que reparten unos chinos en sus carros de la compra. Agua bendita enlatada al precio de un euro que sabe como la cerveza. Vamos, agua bendita. Un belén con su propia comisaría llena de centuriones, que para que el belén esté bonito pues no hacen nada más que mirar como sus figuritas ningunean, roban, trapichean, trafican y delinquen. Unos centuriones que ni arrestan, ni crucifican ni na'. Con lo bonita que es una buena crucifixión, que dirían los Monty Python. Hay también pajes africanos que venden cinturones, discos, colonias y pañuelos en sus mantas. Y ahora han puesto luces con forma de estrella y han plantado árboles, para que las pastorcillas luzcan más hermosas entre los pastos adoquinados y los borrachos tengan nuevos sitios que regar con sus meadas.
¿A qué no se imaginaban un lugar tan hermoso? Claro, es que estamos hablando del pleno centro de la capital de uno de los países con más historia del mundo. Ya les gustaría a los habitantes de otros pueblos y ciudades que no son la capital, a los habitantes de otros países que no son del primer mundo, a los habitantes del extrarradio, disfrutar de un lugar así. Pero no se puede tener todo en la vida. Yo por eso visito todos los días este hermoso belén viviente y ruego a Dios que en estas fechas tan entrañables que se avecinan alguna cadena de televisión se atreva a enseñar al resto del mundo tanta belleza.
Por cierto, feliz invierno a todos.
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3 comentarios:
¡¡Eres un crack!!
Buenísimo, simplemente buenísimo!
Juanan
jajajajajajaja chulón,chulón!!!!que grande eres y que pequeño es el mundo.
San Pablo (cliente habitual)
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