domingo, 30 de octubre de 2011

DESCONCIERTOS (EILEN JEWELL)



Concierto celebrado el pasado Domingo 23 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: lleno.

Si tuviese que asociar o relacionar la música de Eilen Jewell con una estación, sin duda el Otoño sería la elegida, porque las melodías de la norteamericana huelen a tierra mojada, pintan paisajes bucólicos coronados por cielos rojizos llenos de pinceladas grises en forma de nubarrones, saben a bourbon añejo y suenan al chisporroteo de las  hojas secas quemadas en una hoguera. Digo esto, porque desde hace tres años, tiendo a asociar la llegada a la capital de las primeras madrugadas frías, la caída de las hojas caducas y las primeras lluvias otoñales, con la visita de la dulce Eilen a España para deleitarnos con un nuevo trabajo. En Otoño del 2009 fue “Sea of tears”, en octubre del 2010 presentó “Butcher Holler (A Tribute to Loretta Lynn)” y este año le ha tocado el turno a su último disco publicado hasta la fecha: “Queen of the minor key”, donde una vez más (y mira que parecía difícil) la elegante vocalista de Idaho, ha vuelto a superarse.
Para los que no sepáis nada de la señorita Jewell y de los soberbios músicos que la acompañan en sus grabaciones y directos, os remito a que leáis la crónica que el año pasado escribí sobre su anterior concierto en la capital, donde ya comenté sus cualidades estilísticas y sus dotes musicales, más que nada para no volver a repetirme. Aquí os dejo un resumen de dicha reseña:

De aspecto frágil e indefenso y tímida hasta decir basta, Eilen Jewell volvió a crecerse en torno a su prodigiosa voz, su saber estar y un encanto personal innato, ofreciendo de nuevo, al igual que había hecho hace tan sólo un año en esta misma sala, un concierto inmenso. Pero, y es de ley decirlo, Eilen Jewell no sería la que es ni alcanzaría las altas cotas de excelencia que logra en sus actuaciones en directo, si no fuese gracias a esos escuderos de lujo que la acompañan: el baterista Jason Beek, el contrabajista Johnny Sciascia y por encima de todos, esa bestia parda de las seis cuerdas que es Jerry Glenn Miller. Con esa presencia y saber estar que sólo los más grandes poseen y tocado con su sempiterno sombrero de cowboy, Miller una vez más volvió a ser el centro de atención en muchísimos momentos del concierto, tocando de forma exquisita todos los palos por los que transita como brisa cálida la música de Jewell: música de raíz americana, folk, country, rockabilly e incluso surf, haciendo que por momentos el espíritu del maestro Dick Dale sobrevolase la sala cuando hizo salir chispas de su amada guitarra. Sigo pensando que este enorme guitarrista merecería ocupar con letras mayúsculas los mismos titulares que también por méritos propios copa la propia Eilen, y es que, vuelvo a insistir, la exquisita cantante norteamericana sin él, no sería ni la mitad de grande de lo que es.
El sonido etéreo logrado por estos excelentes músicos dotó de empaque a la ya de por sí fabulosa voz de una Jewell, más dulce y delicada que nunca, que volvió a desparramar esa tristeza poética de la que dota a todas y cada una de las letras de sus canciones.
En esta última visita, Eilen y compañía centraron su repertorio en sus nuevas canciones. Unos temas en los que por supuesto vuelven a predominar los sonidos de folk rock de clara raíz americana y vuelve a haber una clara presencia de los géneros que mejor domina la banda: el country -“Reckless”-, el rockabilly -“Radio City”- y el surf -la divertida “kalimotxo” que compuso Eilen tras probar esta bebida en Euskadi y que es una especie de revisión del “Tequila” de The Champs-. La diferencia pues, con respecto a trabajos anteriores, radica en el tono mucho más arenoso, oscuro y árido de este disco, en el que se incorporan sonidos con aires fronterizos, sutiles toques de Delta Blues y retazos de un primitivo y anguloso R&B -“Hooked”-, además de toda una gama de matices de clara raíz jazzística -“I remember you” y “Only you”-. La predominancia de una mayor crudeza en las letras y las melodías, no es óbice en cambio para que estas canciones suenen mucho más movidas, con más ritmo y con un plus de energía, con respecto a los temas pasados (a excepción de la que para mí sigue siendo la cima interpretativa de la norteamericana, su versión de un “Shakin all over” que volvió a sonar impresionante en una tanda de bises memorable, en la que Eilen pidió al público que le hiciese cualquier petición, mostrándose una vez más, amable, cercana y muy cariñosa, con un público que año tras año le profesa una admiración cada vez mayor), sin perder ni un ápice de elegancia ni de carga poética por el camino, lo que supone ese salto de calidad al que hacía referencia al principio de este texto.
No quiero terminar este texto sin volver a resaltar la excelencia de un Jerry Glenn Miller que volvió a desparramar su talento a lo largo de una actuación en la que dio toda una lección de cómo tocar la guitarra, abarcando todo tipo de géneros con una suficiencia abrumadora. Impresionante fue sobre todo su dominio del slide, creando un compendio de mágicas y etéreas atmósferas, complemento perfecto para la hermosa voz de Jewell.
Un lujo, vaya.


1 comentario:

Anónimo dijo...

... un concierto tannnn entrañable...