martes, 18 de octubre de 2011

DESCONCIERTOS (THE BRIGHT Y TUYA)



Concierto celebrado el pasado Sábado 8 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: ¾ de entrada. 

Vaya por adelantado: Tuya se ha convertido ya en “Mío”, vamos, en uno de esos grupos que voy a seguir muy de cerca, porque con esta actuación me sorprendió, me engatusó y me acabó noqueando hasta caer rendido a sus pies. Mira que el chico prodigio David T. Ginzo ha hecho ya cosas importantes, como ser músico de acompañamiento de Anni B. Sweet o Sidonie, formar parte de Catpeople y de los apabullantes Lüger o ser miembro fundador de Templeton; pues bien, ninguno de estos logros es comparable al que ha conseguido con el que es su primer proyecto personal de verdad: estos Tuya, que al menos hasta el momento han conseguido alcanzar la excelencia en el que es su primer y único disco publicado hasta la fecha, el E.P. “Own”, corroborada en este maravilloso directo. Bien es cierto que Tuya no es sólo David (o Jimmy como se le conoce también), sino un póker de ases que se completa con estos otros tres musicazos: Brian Hunt, Diego Gonsálvez y Héctor Ngomo (que se erigió como uno de los grandes pilares del grupo gracias a la potencia que imprimió a su bajo). Si a esto le añadimos que durante este concierto les acompañó en varios temas como invitada la propia Anni B. Sweet, o lo que es lo mismo, Ana López, protagonizando unos duelos vocales con el propio David de los que quitan el hipo, pues poco más se puede añadir. Bueno sí, hay que añadir mucho más en realidad. Entre otras cosas, la enorme calidad de la propuesta musical de esta banda, que mezcla con acierto la visceral y sofocante atmósfera sonora de bandas como Lüger (que evidentemente ha marcada a David) enraizada directamente con el género del post rock, pero cercana también al noise, a la distorsión e incluso a una especie de psicodelia densa y casi claustrofóbica; con la luminosidad del pop que por ejemplo practica la propia Anni; y con unos quiebros y requiebros en las intensas melodías -ora calmadas, ora abruptas-  siempre sorprendentes. La voz de David también se mueve como pez en el agua, al igual que la parte instrumental, por varios derroteros: unas veces es dulce y cálida, otras grave y colérica y otras enloquecida y rabiosa, asemejándose en el plano tonal en general a la voz del cantante de Clap your hands say yeah, Alec Ounsworth. Todo ello al servicio de un sonido apabullante, resultado de la batalla que decenas de capas sonoras mantienen en cada tema de Tuya, a cada cual más complejo y enrevesado y  por ello también, a cada cual más atrayente y sugerente. Como la saturada “Dark dawn”, la desequilibrada “The bag”, la emotiva “Pictures & flowers” y el enloquecido y tenso trinomio que componen “Blur”, “Focus” y “Struggle”. En definitiVa, una ralladura maravillosa que esperemos siga evolucionando en el futuro, para nuestro deleite.
Unos The Bright como los que visitaron El Sol en Noviembre del año pasado en formato dúo, elegantes, intensos y luminosos, gracias a la perfecta armonía que resultó de la conjunción del talento de Myriam y Aníbal (y de nadie más); hubiesen logrado como poco igualar la calidad de los predecesores Tuya. Pero The Bright ya no es lo mismo que hace un año. Se parece, pero no es lo mismo. El reconocimiento más mayoritario que han ido alcanzando (y que se merecen, ojo) les ha permitido pasar de tocar en salas pequeñas (el año pasado tocaron tan sólo ante cuarenta personas en este mismo local) a tocar durante todo el verano en un sinfín de festivales ante grandes audiencias. Esto no digo yo que sea malo, pero es indudable que ha provocado una serie de cambios en su estilo, en el clima íntimo y seductor de sus directos y en la forma de ejecutar sus canciones, que a mí en general me han resultado menos satisfactorios. Todos estos cambios vienen a su vez marcados por el hecho de que el otrora dúo, ahora toca en formato banda, con batería, teclados y bajo. Y es la inclusión de estos nuevos instrumentos lo que a mi modo de ver ha provocado que se pierda gran parte de la magia que conseguían lograr Aníbal y Myriam cuando únicamente eran ellos los que salían a escena. Y es que, pese a que ahora The Bright ha ganado en contundencia y hace más ruido, ha perdido buena parte de sus señas de identidad: la voz de Myriam destaca mucho menos dentro de este formato banda, los exquisitos matices de la guitarra de Aníbal también son ahora menos evidentes y en definitiva han perdido emotividad. Digamos que su folk/rock de clara raíz americana ahora suena más a rock con pegada, pero es precisamente esta pegada la que ha delimitado la originalidad de su sonido primigenio y les ha vuelto más monótonos y predecibles. No obstante, The Bright siguen siendo muy buenos. Los temas de “Soundtrack for a Winter´s Tale” (que de momento sigue siendo su único disco publicado) siguen resultando más que apetecibles para los oídos y los nuevos (que algunos cayeron) también fueron más que correctos. Aníbal sigue dejándonos momentos soberbios a las seis cuerdas y Myriam sigue poseyendo un magnetismo brutal en escena (de hecho se nota que ha ganado en confianza y se muestra mucho más dinámica y felina sobre las tablas). Por tanto, no seré yo quien diga que The Bright no sigue siendo un sólido ejemplo de buen hacer, pero tampoco puedo negar el hecho de que la magia que rodeó otras actuaciones anteriores suyas a las que yo tuve el privilegio de asistir, se ha perdido un poco por el camino. Una magia que de todos modos estoy convencido que sigue ahí latente, porque cuando versionaron de forma soberbia la no menos soberbia “Ring of fire” volvieron a emocionarme como siempre habían hecho. Como emocionante fue el breve encuentro que tuve con Aníbal al concluir el concierto, que hete aquí, ha resultado ser charrito como un servidor y es un tipo cercano, amable y humilde. Y con un talento de la hostia, dicho sea de paso. 



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