Vaya por adelantado: Tuya se ha convertido ya en “Mío”, vamos, en uno de esos grupos que voy a seguir muy de cerca, porque con esta actuación me sorprendió, me engatusó y me acabó noqueando hasta caer rendido a sus pies. Mira que el chico prodigio David T. Ginzo ha hecho ya cosas importantes, como ser músico de acompañamiento de Anni B. Sweet o Sidonie, formar parte de Catpeople y de los apabullantes Lüger o ser miembro fundador de Templeton; pues bien, ninguno de estos logros es comparable al que ha conseguido con el que es su primer proyecto personal de verdad: estos Tuya, que al menos hasta el momento han conseguido alcanzar la excelencia en el que es su primer y único disco publicado hasta la fecha, el E.P. “Own”, corroborada en este maravilloso directo. Bien es cierto que Tuya no es sólo David (o Jimmy como se le conoce también), sino un póker de ases que se completa con estos otros tres musicazos: Brian Hunt, Diego Gonsálvez y Héctor Ngomo (que se erigió como uno de los grandes pilares del grupo gracias a la potencia que imprimió a su bajo). Si a esto le añadimos que durante este concierto les acompañó en varios temas como invitada la propia Anni B. Sweet, o lo que es lo mismo, Ana López, protagonizando unos duelos vocales con el propio David de los que quitan el hipo, pues poco más se puede añadir. Bueno sí, hay que añadir mucho más en realidad. Entre otras cosas, la enorme calidad de la propuesta musical de esta banda, que mezcla con acierto la visceral y sofocante atmósfera sonora de bandas como Lüger (que evidentemente ha marcada a David) enraizada directamente con el género del post rock, pero cercana también al noise, a la distorsión e incluso a una especie de psicodelia densa y casi claustrofóbica; con la luminosidad del pop que por ejemplo practica la propia Anni; y con unos quiebros y requiebros en las intensas melodías -ora calmadas, ora abruptas- siempre sorprendentes. La voz de David también se mueve como pez en el agua, al igual que la parte instrumental, por varios derroteros: unas veces es dulce y cálida, otras grave y colérica y otras enloquecida y rabiosa, asemejándose en el plano tonal en general a la voz del cantante de Clap your hands say yeah, Alec Ounsworth. Todo ello al servicio de un sonido apabullante, resultado de la batalla que decenas de capas sonoras mantienen en cada tema de Tuya, a cada cual más complejo y enrevesado y por ello también, a cada cual más atrayente y sugerente. Como la saturada “Dark dawn”, la desequilibrada “The bag”, la emotiva “Pictures & flowers” y el enloquecido y tenso trinomio que componen “Blur”, “Focus” y “Struggle”. En definitiVa, una ralladura maravillosa que esperemos siga evolucionando en el futuro, para nuestro deleite.
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martes, 18 de octubre de 2011
DESCONCIERTOS (THE BRIGHT Y TUYA)
Concierto celebrado el pasado Sábado 8 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: ¾ de entrada.
Vaya por adelantado: Tuya se ha convertido ya en “Mío”, vamos, en uno de esos grupos que voy a seguir muy de cerca, porque con esta actuación me sorprendió, me engatusó y me acabó noqueando hasta caer rendido a sus pies. Mira que el chico prodigio David T. Ginzo ha hecho ya cosas importantes, como ser músico de acompañamiento de Anni B. Sweet o Sidonie, formar parte de Catpeople y de los apabullantes Lüger o ser miembro fundador de Templeton; pues bien, ninguno de estos logros es comparable al que ha conseguido con el que es su primer proyecto personal de verdad: estos Tuya, que al menos hasta el momento han conseguido alcanzar la excelencia en el que es su primer y único disco publicado hasta la fecha, el E.P. “Own”, corroborada en este maravilloso directo. Bien es cierto que Tuya no es sólo David (o Jimmy como se le conoce también), sino un póker de ases que se completa con estos otros tres musicazos: Brian Hunt, Diego Gonsálvez y Héctor Ngomo (que se erigió como uno de los grandes pilares del grupo gracias a la potencia que imprimió a su bajo). Si a esto le añadimos que durante este concierto les acompañó en varios temas como invitada la propia Anni B. Sweet, o lo que es lo mismo, Ana López, protagonizando unos duelos vocales con el propio David de los que quitan el hipo, pues poco más se puede añadir. Bueno sí, hay que añadir mucho más en realidad. Entre otras cosas, la enorme calidad de la propuesta musical de esta banda, que mezcla con acierto la visceral y sofocante atmósfera sonora de bandas como Lüger (que evidentemente ha marcada a David) enraizada directamente con el género del post rock, pero cercana también al noise, a la distorsión e incluso a una especie de psicodelia densa y casi claustrofóbica; con la luminosidad del pop que por ejemplo practica la propia Anni; y con unos quiebros y requiebros en las intensas melodías -ora calmadas, ora abruptas- siempre sorprendentes. La voz de David también se mueve como pez en el agua, al igual que la parte instrumental, por varios derroteros: unas veces es dulce y cálida, otras grave y colérica y otras enloquecida y rabiosa, asemejándose en el plano tonal en general a la voz del cantante de Clap your hands say yeah, Alec Ounsworth. Todo ello al servicio de un sonido apabullante, resultado de la batalla que decenas de capas sonoras mantienen en cada tema de Tuya, a cada cual más complejo y enrevesado y por ello también, a cada cual más atrayente y sugerente. Como la saturada “Dark dawn”, la desequilibrada “The bag”, la emotiva “Pictures & flowers” y el enloquecido y tenso trinomio que componen “Blur”, “Focus” y “Struggle”. En definitiVa, una ralladura maravillosa que esperemos siga evolucionando en el futuro, para nuestro deleite.
Unos The Bright como los que visitaron El Sol en Noviembre del año pasado en formato dúo, elegantes, intensos y luminosos, gracias a la perfecta armonía que resultó de la conjunción del talento de Myriam y Aníbal (y de nadie más); hubiesen logrado como poco igualar la calidad de los predecesores Tuya. Pero The Bright ya no es lo mismo que hace un año. Se parece, pero no es lo mismo. El reconocimiento más mayoritario que han ido alcanzando (y que se merecen, ojo) les ha permitido pasar de tocar en salas pequeñas (el año pasado tocaron tan sólo ante cuarenta personas en este mismo local) a tocar durante todo el verano en un sinfín de festivales ante grandes audiencias. Esto no digo yo que sea malo, pero es indudable que ha provocado una serie de cambios en su estilo, en el clima íntimo y seductor de sus directos y en la forma de ejecutar sus canciones, que a mí en general me han resultado menos satisfactorios. Todos estos cambios vienen a su vez marcados por el hecho de que el otrora dúo, ahora toca en formato banda, con batería, teclados y bajo. Y es la inclusión de estos nuevos instrumentos lo que a mi modo de ver ha provocado que se pierda gran parte de la magia que conseguían lograr Aníbal y Myriam cuando únicamente eran ellos los que salían a escena. Y es que, pese a que ahora The Bright ha ganado en contundencia y hace más ruido, ha perdido buena parte de sus señas de identidad: la voz de Myriam destaca mucho menos dentro de este formato banda, los exquisitos matices de la guitarra de Aníbal también son ahora menos evidentes y en definitiva han perdido emotividad. Digamos que su folk/rock de clara raíz americana ahora suena más a rock con pegada, pero es precisamente esta pegada la que ha delimitado la originalidad de su sonido primigenio y les ha vuelto más monótonos y predecibles. No obstante, The Bright siguen siendo muy buenos. Los temas de “Soundtrack for a Winter´s Tale” (que de momento sigue siendo su único disco publicado) siguen resultando más que apetecibles para los oídos y los nuevos (que algunos cayeron) también fueron más que correctos. Aníbal sigue dejándonos momentos soberbios a las seis cuerdas y Myriam sigue poseyendo un magnetismo brutal en escena (de hecho se nota que ha ganado en confianza y se muestra mucho más dinámica y felina sobre las tablas). Por tanto, no seré yo quien diga que The Bright no sigue siendo un sólido ejemplo de buen hacer, pero tampoco puedo negar el hecho de que la magia que rodeó otras actuaciones anteriores suyas a las que yo tuve el privilegio de asistir, se ha perdido un poco por el camino. Una magia que de todos modos estoy convencido que sigue ahí latente, porque cuando versionaron de forma soberbia la no menos soberbia “Ring of fire” volvieron a emocionarme como siempre habían hecho. Como emocionante fue el breve encuentro que tuve con Aníbal al concluir el concierto, que hete aquí, ha resultado ser charrito como un servidor y es un tipo cercano, amable y humilde. Y con un talento de la hostia, dicho sea de paso.
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sábado, 15 de octubre de 2011
DESCONCIERTOS (THE UGLY BEATS)
Concierto celebrado el pasado Viernes 30 de Septiembre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: más de ½ entrada.
Cuando escucháis o leéis (como es el caso) que para referirse a algo o a alguien, se usan los adjetivos feo y sucio, por lo general tenderéis a pensar que ambas palabras tienen connotaciones negativas. De hecho vivimos en un mundo en el que la sociedad es adoctrinada, empujada y guiada a alcanzar esos ideales impuestos que rigen nuestro día a día: belleza, delgadez, juventud eterna, tetas gordas, rabos largos, bronceados perennes, dientes tan blancos que hasta brillan en la oscuridad, manicuras a lo peli porno decorando las típicas “manos pajeras”, ingles, huchas y sobaqueras depiladas…; porque evidentemente para conseguirlos hay que consumir mucho de muchas cosas: cremas, depilaciones, leches corporales (de las que vienen en bote, ojo), dietas, barritas energéticas, alimentos con fibra (que suelen ser los más caros), yogures caganderos, ropa de marca, peluquería, manicura, productos de higiene dental, operaciones de cirugía, implantes, rayos uva… Todo para no salirnos de los márgenes y modelos impuestos por las grandes empresas, difundidos en forma de machaconas campañas publicitarias a través de las más importantes empresas de comunicación del mundo. Por eso cuando montáis en el metro o en el autobús o cuando vais paseando por la calle veis montones de clones de uno de esos referentes actuales: Cristiano Ronaldo (chavales peinados con su crestita perfectamente fijada con altas dosis de gomina, pendientes imitando a brillantes, ropa “casual”, bronceado, brillo aceitoso en la cara y tableta de a doscientas abdominales por día) y montones de clones de esos otros modelos a seguir: la fauna femenina que abunda en realities y programas del corazón (princesas de barrio de cabelleras oxigenadas; pearcings de oro en labios, cejas y lengua; aros de tamaño estratosférico también de oro en las orejas; wonderbras realzando pechugas que pugnan por escapar de esa talla menos aunque sea por la espalda; taconazos y plataformas que provocan esos andares tan “femeninos” como de pingüino borracho cojo, que acaban siempre a altas horas de la noche en bolsas y mochilas, siendo sustituidos por zapatillas cómodas por unas usuarias que terminan con más rozaduras que el chumino de una puta de Montera el fin de semana; ropa ajustadísima y complementos -cinturones, bolsos, colgantes…- lo más grandes y brillantes posibles y con la marca bien visible para que todos podamos apreciar lo buenas que son las imitaciones del mercadillo). Pero hay muchos más cánones de nuestro siglo: el moderno gafapastas, la latina exuberante a lo Jennifer López (aunque una dominicana o colombiana pese noventa kilos llevará puestos unos pantalones ajustados y una blusa o camiseta marcalorzas y resaltaglobos), la modernata con gafas enormes y faldas y blusas heredadas de su bisabuela, los patagambas enfundados en pantalones pitillo y abrigados por chaquetas a lo grupo británico de moda (The Strokes´ style) y un sinfín más. Todos buscando con mayor o menor acierto alcanzar los pilares que marcan nuestra sociedad: ser guapos, ser delgados, tener éxito y tener reconocimiento social. Todos tan alejados de los cánones de varios de los géneros musicales -rock, garage, punk- donde menos importancia se ha dado precisamente a conceptos como el de la belleza, la perfección formal, el culto al cuerpo o a seguir los cánones de la moda imperante. Con respecto a estos conceptos ya había escrito yo en el pasado la siguiente reflexión: “los más grandes de la música han sido y son feos: Janis, Jagger, Bowie y Mercury y sus respectivos dientacos, Townsend y su narizota, Malcolm y Angus, Iggy, Rod Steward y tantos y tantos otros. Digamos que tienen un sex-appeal acojonante, que muchos poseen un carisma que puede llegar a provocar pasiones, pero guapos lo que se dice guapos no son. Y los que sí lo han sido como Morrison y Kobain parecieron intentar de todas las maneras posibles afearse para no ser la excepción que confirmase la regla: el primero convirtiéndose en un barbudo hombre lobo y el segundo dejando que los chorretes de mierda aliñasen su pelo, vistiendo ropas holgadas y desaliñándose hasta decir basta. Lo que pasa es que los genios son capaces de seducirnos pese a no poseer esa belleza clásica tan buscada a lo largo de los siglos. Y por eso un sólo golpe de cadera de Iggy, una sonrisa bravucona de Rod o una pose diabólica de Jagger son más seductoras y atrayentes que la peonza Bisbal dando doscientos giros seguidos de 360º mientras sus ricitos cortan el viento”. En la actualidad lo feo y lo sucio cada vez está menos de moda. Quizás por eso el rock no vive un buen momento y cada vez es menos mayoritario. Pero quizás también por eso, las miles de bandas sucias y feas que todavía siguen poblando cada rincón del planeta, nos parezcan a los “outsiders” que seguimos queriendo escapar de la mierda imperante alienante, mucho más auténticas y meritorias que hace unas décadas y las disfrutamos con más pasión que antaño. Los tejanos The ugly beats son una de esas grandes bandas. Un grupo que hace honor a su nombre y golpea con pasión y pulsión casi salvajes y que por supuesto está compuesto por cuatro tipos feos y una dama encantadoramente fea también, tanto que se torna irresistible en las distancias cortas cuando te sonríe y te susurra con su acento 100 % americano “¿cómo estaus guapou?”. Hacedores y valedores de un sonido sucio, abigarrado, infernal, pegajoso, abrasivo, exento de pureza, de belleza formal, de supuestas perfecciones de esas que en realidad suenan siempre a lo mismo y están faltas de vida, sudoroso y sexual. O lo que es lo mismo: de un sonido humano, atrayente, adictivo y real como la mierda que impera en nuestro mundo. Un sonido que huye de lo convencional y de las modas. Que huele a habitación revuelta tras una noche de sexo salvaje, que sabe a braga empapada y que suena al “Go ahead, make my day” de Harry el Sucio. Un deleite para todos aquellos que sabemos que lo realmente sublime es la imperfección; que tras tintes, operaciones, maquillajes, postizos, ensaladas y anabolizantes se esconden seres humanos que sufren como el resto de mortales, que viven con nuestros mismos miedos y temores y que en el fondo están deseando cometer los mismos pecados que nosotros. Y es que por mucho que quieran vendernos que tenemos que ser ovejitas guapas y lustrosas que se acomoden a la desastrosa situación económica y política actual sin decir ni mu (mejor dicho, sin decir ni beeeeeee) a ritmo de bulería, bulería; lo cierto es que ese lobo que llevamos dentro y que sólo algunos dejamos salir de vez en cuando (éste es el problema principal) nos hace que acabemos identificándonos con esos “malos” que acaban haciendo lo incorrectamente correcto para ellos, como ese jodido cabrón que es Santos Trinidad, soberbiamente interpretado por José Coronado en “No habrá paz para los malvados” y que tengamos deseos de desatar nuestras pasiones más pecaminosas: sudar, bailar, follar y emborracharnos con bandas sonoras auténticas y pasionales de fondo, como lo son las canciones de estos The Ugly Beats.
Los americanos surgieron en 2003 de las cenizas de la formación eminentemente surf The Sir Finks y desde entonces han golpeado con fuerza tanto en sus discos: “Bring on the beats!” (2004), “Take a stand” (2007) y “Motor!”(2010) -que es el que han venido a presentar en esta gira española-; como en sus salvajes directos. Si os digo que es un grupo beat con claros aires sixties que además suena garagero, rockero y con trazas de punk, estaréis pensando que se trata de una banda revival que mezcla varios estilos y que tal vez no aporte nada nuevo. Pero ahí es donde os equivocáis, porque The Ugly Beats ha conseguido aplicar con éxito la siguiente fórmula a sus composiciones: hacer impredecible lo predecible. Algo que consiguen al mezclar géneros e influencias de manera eficaz y sorpresiva, plagando las melodías de matices que provocan que el oyente nunca pueda predecir que va a ser lo siguiente que va a encontrarse. Así una canción puede empezar con un ritmo sesentero para luego derivar en una melodía de rock vigoroso con la inclusión de unas potentes guitarras, pasar a tener una base rítmica totalmente punk y terminar en éxtasis psicodélico. Todo ello por supuesto supeditado a la búsqueda de un sonido eminentemente sucio, salvaje y primitivo en la onda de las mejores bandas de tradición garagera. Todo ello formando un batiburrillo esplendoroso en el que las potentes bases rítmicas y la actitud del quinteto en escena son eminentemente punks, las guitarras indómitas y afiladas son fundamentalmente rockeras, el sonido pegajoso es principalmente garagero y las melodías, matices y el órgano tocado por Jeanine son claramente sixties y beben directamente del sonido mod de grandes bandas como The Who. En el plano vocal, hay que destacar la aportación de todos los miembros de la banda en momentos puntuales haciendo unos coros y acompañamientos sobresalientes, pero por encima de todos el que lleva la voz cantante es el también guitarrista Joe Emery, que en los temas más vigorosos recuerda y mucho a Billie Joe Armstrong de Green Day (“Girl on the brain”) y en los más psicodélicos al gran Sam Andrew de Big Brother and The Holding Company -sí, la banda en la que despuntó Janis Joplin- (“KO´D” y sobre todo en la maravillosa versión que hacen del “Filthy Rich” de los acojonantes garageros holandeses de los sesenta The Outsiders). Todo ello al servicio de un directo visceral y salvaje en el que cayeron temas antiguos y nuevos -trallazos todos de poco más de tres minutos- formando un repertorio impoluto en el que se me hace muy difícil destacar unas canciones por encima del resto. Deciros que fundamentalmente desgranaron su último largo: el ya mencionado “Motor!” y que uno de los momentos más emocionantes para mí fue cuando versionaron “I´ll make you happy” de The Easybeats, canción que me hizo recordar a mis añorados Fortune Tellers que también solían interpretarla en sus directos de forma soberbia. Ya que acabo de hacer referencia a una banda patria, sería injusto no mencionar que en muchos momentos por actitud, sonido y vigorosidad también me recordaron a esos otros bestias sobre el escenario que son Doctor Explosión. Vamos, que nos ofrecieron un conciertazo de esos que se te quedan marcados a fuego en las tripas y que sirvió para corroborar el buen ojo que tiene Greg Kostelich de The Cynics que es quien ha publicado todos sus discos en su sello Get Hip Records. Una gozada que concluyó con un servidor departiendo amigablemente con unos músicos que se volcaron con el público que acudió a verles mostrándose amables, cercanos, simpáticos y agradecidísimos. Y es que queridos lectores, estos feos son muy pero que muy guapos.
Por cierto, perdón por la chapa de hoy, pero es que los caminos de la fiebre son inescrutables.
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jueves, 25 de agosto de 2011
DESCONCIERTOS (RETRIBUTION GOSPEL CHOIR)
Concierto celebrado el pasado Jueves 7 de Julio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 80 personas aproximadamente.
Muchos de vosotros no conoceréis a este trío americano y los pocos que los conozcáis seguramente habréis llegado a saber de ellos a través de otra banda con una trayectoria mucho más larga y consolidada: Low. Esto es lógico teniendo en cuenta que Retribution Gospel Choir es la banda paralela del alma máter del anterior grupo citado, Alan Sparkhawk, desde 2008, año de su debut discográfico con un disco homónimo, y que en ella también colabora otro miembro de Low: el bajista Steve Garrington. Pero sería injusto considerar a esta formación -completada por el batería Eric Pollard- como un sucedáneo o un proyecto de menor enjundia que Low, ya que visto lo visto en este concierto y sobre todo, oído lo oído en sus dos discos publicados hasta la fecha y en sus directos, tengo que deciros que para mí, Retribution Gospel Choir no sólo se equipara en calidad a Low, sino que lo llega a superar sobradamente. Evidentemente en ambos grupos existen muchos puntos en común, sobre todo en el fondo, pero las formas son totalmente distintas. El propio Sparkhawk lo explicaba de forma soberbia en una entrevista concedida el mes pasado a la revista Mondosonoro: “Si comparo Low con Retribution Gospel Choir, mi otro grupo, me doy cuenta de que la tensión existe en ambos casos, pero mientras con estos soy capaz de sacarla al exterior, en Low esa tensión permanece interna. Low es el calor que surge de dentro, mientras que Retribution Gospel Choir sería el viento”. Añado: un viento denso, abrasador, resucitador de sus/nuestros pecados. Un viento exudado por tres tipos sudorosos que en esta cálida noche veraniega sirvió no obstante para empaparnos con unos refrescantes sonidos cargados de matices. Y es que es increíble como este trío americano consigue enmarañar sus canciones con unas melodías plagadas de quiebros y requiebros (en directo es más impactante aún que en sus discos puesto que desarrollan y alargan aún más sus temas, improvisando de forma considerable), mezclando todo tipo de estilos (desde el rock al reggae pasando por el ska, el rocksteady, la psicodelia e incluso claros ramalazazos del sonido Seattle de los 90´s) y sin embargo logrando una identidad sonora totalmente reconocible, personal, contundente, excitante y abrumadoramente buena. Un sonido difícilmente descriptible pero que no obstante yo me lanzo a definir como un quejumbroso quejido extenuante y delicioso. Un sonido cimentado en un vendaval sonoro sobrevolado por la voz de Sparkhawh que se mueve por un sinfín de registros que me recordaron desde el Sting de los primeros tiempos con The Police al Vedder más grave de Pearl Jam. Todo ello puesto al servicio de un público que se me antojó demasiado escaso para los méritos del trío, quienes no obstante se dejaron la piel sobre el escenario con dos horas de concierto en las que cayeron casi todos los temas de sus dos largos publicados hasta la fecha: “Retribution Gospel Choir” (2008) y el reciente “2”. A destacar dentro del sobresaliente tono general las brutales: “Kids”, “Easy Prey”, “Hide It Away”, "Your Bird", "Take your time" y “68 Connecticut”, trallazos antológicos que fueron la guinda a una noche extraordinaria.
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martes, 7 de junio de 2011
DESCONCIERTOS (SEX MUSEUM Y ELECTRIC FENCE)
Concierto celebrado el pasado jueves 26 de Mayo de 2011 en El Sol (Madrid). Público: ¾ de entrada.
La novel banda madrileña Electric Fence fue la escogida por Sex Museum para telonearles. Con ello les brindaron la oportunidad de que demostrasen sus cualidades y lo cierto es que cumplieron con nota. Porque aunque es cierto que su fórmula, inspirada fundamentalmente en el hard rock clásico, no es excesivamente original a estas alturas de la película y que algunos temas sonaron demasiado parecidos entre sí, lo cierto es que poseen a su vez un buen puñado de potentes canciones –“Sex doll”, “Burn out blues”, “Look out”…-, una gran intensidad y altas dosis de desparpajo. Su sonido recordó fundamentalmente al de bandas de rock y hard rock americanas, en la onda de The Black Crowes, pero con un toque más potente, sobre todo gracias a su poderosa sección rítmica. Y hablando de secciones rítmicas, me parece de ley comenzar mi crónica sobre el concierto posterior de Sex Museum, elogiando la que para mí es sin duda la más potente, contundente y atronadora unión de bajo y batería que hay en este país, y que no es otra que la formada por Loza y Javi Vacas, que a su vez también forman parte de Los Coronas junto con Fernando Pardo. Un Fernando que fue una vez más el encargado de presentar los diferentes temas que fueron cayendo, y como no, de marcar el ritmo del concierto con sus soberbios riffs de guitarra que fueron ganando en velocidad e intensidad a medida que avanzaba la actuación. Ya que he empezado, seguiré con las presentaciones hablando de Marta Ruíz, que es sin duda la gran culpable de que los temas de Sex Museum hayan ido adquiriendo con el paso de los años (y sobre todo en el directo) un tono cada vez más oscuro. Su último disco: “Again and again”, publicado recientemente y que tocaron prácticamente en su totalidad, es un buen ejemplo para comprobar como en el sonido de la banda cada vez tienen más presencia los teclados por encima de las guitarras, algo que en discos anteriores era al revés. Y he dejado para el final a Miguel Pardo, porque fue sin duda el epicentro de esta actuación. Su desparrame de energía y cojones, su presencia hipnótica y su personalidad para convertirse en el aglutinador de todas las miradas, fue toda una lección (una más de las miles que lleva) de todas las cualidades que debe poseer un buen frontman. La prensa musical más pejiguera ha criticado en ocasiones su mala pronunciación en inglés, quizás porque nunca han entendido que lo que verdaderamente le convierte en un cantante cojonudo es precisamente el don que tiene para “apardar” o “amiguelar” (como prefiráis) todas y cada una de las sílabas que salen de su garganta, consiguiendo un sonido único, personal y reconocible, dotando de un ritmo que parece un in crescendo continuo a cada palabra, cada frase y cada párrafo de las letras que interpreta y provocando una especie de cascada tonal que aunque parezca imposible, siempre consigue elevarse más y más. Una prensa musical que luego en cambio se corre con las monótonas e insulsas voces de los grandes iconos del indie pop, encumbrándoles al olimpo de los Dioses (me cago en la puta una y mil veces). Pero hoy no voy a dedicarle ni una palabra más al jodido indie pop patrio, porque hoy toca hablar del género que más y mejor sabe tocar el lado salvaje y animal del ser humano, pese a que por desgracia no viva uno de sus mejores momentos (que ya ni los Sex Museum logren el cartel de no hay billetes es algo más que preocupante), que no es otro que el del rock. Porque rock con mayúsculas es lo que llevan más de veinticinco años haciendo los que son sin duda uno de los grandes referentes de este género en nuestro país. Sin olvidarnos claro está de sus altas dosis de garage, psicodelia, hard rock y como no de su primera etapa más soulera y con querencia también por el R & B. Todo un puñado de géneros puestos al servicio de unas canciones que llevan acompañándonos toda nuestra vida, siempre compuestas y ejecutadas con una maestría fuera de toda duda. Pese a todos estos merecidos halagos, no puedo ocultar el hecho de que éste no ha sido uno de los mejores directos de Sex Museum a los que yo he asistido. A mi modo de ver, el principal problema radica en que los cortes de su nuevo álbum (más clásicos y menos “hard”) en directo suenan menos contundentes que el resto del repertorio y esto rompió un poco el ritmo infernal que caracterizó por ejemplo su última gira: “Smash your hits tour” en la que tocaban una selección de los mejores temas de su carrera, esos que se recogieron en el imponente disco “Fifteen hits that never were”. Por eso, buena parte del público entre los que se encontraban muchos amigos, se acercaba a la barra y me comentaba: “está bien pero les falta rematar”, “¿cuándo viene la tralla?” u “hoy están más blanditos, ¿no?”. Y lo cierto es que sobre todo en los primeros tres cuartos de hora, estuvieron más tranquilos que de costumbre. Fue en esta parte del bolo cuando cayeron casi todas las nuevas canciones (que pese a todo, a mí me parecen muy buenas): “Again and again”, “Masterplan”, “Let me go home”, “Save your soul”, “Go go rocker”… Mención especial merecen las oscuras y majestuosas “I´m falling down” y “Seven Days”, que se elevaron por encima del resto y estuvieron a la altura de temas pasados como “Two sisters”, “Landlords” o “I enjoy the forbidden”, que mucho más rodados, fueron de los mejores momentos del bolo. Mientras tanto, yo le decía a mis colegas, esperad a que suene el “Go around” (temazo oscuro, psicodélico, monumental y arrebatador con el que cierran “Again and again”) y ya me contaréis si no tiene caña también el último largo de la banda. Pero lo cierto, es que fue casi el único del disco que no tocaron, y yo personalmente, lo eché de menos y me quedé con las ganas de escuchar su huracanado y apocalíptico sonido en directo. Sólo espero que lo incluyan en futuros conciertos, porque creo sinceramente que se convertiría en uno de los mejores momentos de la actuación. No obstante, a partir de “Seven days” -última canción del “Again and again” interpretada esta noche y como ya he dicho anteriormente, una de las que con más rabia y empaque de dicho disco ejecutaron-, y sabiendo como saben estos pedazo de profesionales que el sprint final de los conciertos es el que acaba por dictar sentencia, se desmelenaron y nos ofrecieron una última media hora larga que fue un éxtasis de electricidad, clase, contundencia y grandes dosis de rock. Así fueron cayendo temazo tras temazo: “Ghost without a will” del “United”, “Let´s go out” del “Sonic”, la versión de “Hard road” de Rod Stewart, “Red ones” del “Speedkings” y como cierre, la soberbia reinterpretación de casi quince minutos del “I´m free” de The Who, con la que se desbocaron y nos ofrecieron toda una colección de solos brutales con los que acabaron (como siempre) poniendo la sala patas arriba, borrando dudas de un plumazo (como siempre), dejando a los asistentes exhaustos y felices (como siempre) y dando toda una lección de cómo debe entenderse, vivirse y ejecutarse el mejor rock (como siempre). Y yo, como el resto del público presente, no puedo por menos que agradecerles que nos hiciesen disfrutar de un espectáculo tan apoteósico… Como siempre.
CLICKAD MALDITOS, CLICKAD- enlace al videoclip del tema "Go around" de Sex Museum: http://www.youtube.com/watch?v=UdIsz-tHp2w
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miércoles, 27 de abril de 2011
DESCONCIERTOS (MOTORPSYCHO Y MOONGARDENING INC.)
Concierto celebrado el pasado sábado 16 de Abril de 2011 en El Sol (Madrid). Público: ½ entrada.
Los ahora asentados en Madrid tras haber pasado un tiempo en Berlín, Moongardening Inc., fueron los encargados de telonear a los excelsos Motorpsycho, algo a lo que a priori parecían predestinados desde sus orígenes, puesto que siempre han destacado a los noruegos como una de sus principales influencias y porque su música lisérgica, en la que por encima de todo priman unas melodías deliciosamente experimentales, que poseen una suavidad soterrada plagada de trallazos, en consonancia con el rock y el metal más contundente, pesado y psicodélico, es evidentemente una cara distinta, pero muy cercana, del mismo prisma sonoro que practican Ben Saether y compañía. El mayor logro de Moongardening Inc., ha sido crear un sonido original (altamente adictivo e hipnótico) a partir de un sinfín de influencias tamizadas bajo su personal influjo. No en vano, en sus composiciones hay toques jazzísticos (sobre todo debido a la voz dulce y peligrosa de Sarah van der Meer, que recuerda y mucho a la de la gran Billie Holiday), de folk rock, de metal rock de guitarras afiladas e incluso del sonido Seattle de los 90´s (el tema “Pretty noose” de Soundgarden podría aparecer en un disco de este grupo y nadie se sorprendería, por poner un ejemplo). Y por encima de todo está ese toque psicodélico tan 70´s que impregna todas sus canciones. Lo que esta banda ha sabido hacer a la perfección es conjuntar todos estos ingredientes de forma equilibrada logrando una especie de “contraposto” sonoro en el que conviven no sin luchar entre ellos: lo dulce con lo agrio, la suavidad con la rugosidad, la ternura con el enfado y la delicadeza con la crudeza más salvaje. Esto dota de una tensión dramática a todas sus canciones que es muy difícil de escuchar dentro del blandito, aburrido y previsible panorama musical independiente (del comercial ya ni hablamos) de este país, convirtiéndolos en un grupo exótico y original. Con tan sólo un E.P. publicado hasta la fecha -“The green dog sessions”-, pero a puntito de publicar su primer larga duración, en su repertorio entrelazaron temas antiguos con los nuevos temas, destacando dentro del gran tono general: “Coward Candy”, “For the Poets” y “Down the Rabbit Hole”. Ejemplos todos ellos de la calidad de una banda a la que no deberías perderle la pista.
Tras el excelente regusto que nos dejó este entrante, saltaron a la palestra los componentes del suculento plato principal de la noche. Que no sean muy conocidos por estos lares, no implica que Motorpsycho sea una de las bandas de rock progresivo y psicodélico más laureadas a nivel mundial de las dos últimas décadas. Los noruegos llevan más de veinte años deleitándonos con un sonido que deriva del hard rock y el rock psicodélico de los 60´s y 70´s, bebiendo de la música de otras grandes bandas como Grateful Dead, Pink Floyd, King Crimson o Black Sabbath. La formación original se mantiene: Hans Magnum Ryan (guitarra y voz) y Ben Saether (bajo y voz), a excepción de su batería: “Killer” Jenssen, que en 2008 fue sustituido por Kenneth Kapstad. Es increíble que una banda tan potente apenas tenga tirón en nuestro país. Este ha sido de hecho, uno de los principales motivos por los que el trío no había visitado España desde hacía casi diez años, período en el que les ha dado tiempo a publicar cuatro discos de estudio -el último ha sido “Heavy Metal Fruit” (2010)- y un reciente disco en directo: “Roadworks, Vol. 4: Intrepid Skronk”. Cierto es que al menos mantienen a un buen puñado de fieles y leales seguidores, que una vez más cayeron rendidos a sus pies, tras su fabulosa actuación de más de dos horas de duración (algo que por otro lado, es habitual en los noruegos). Al igual que sus avezados discípulos Moongardening Inc., estos Motorpsycho consiguen lograr un perfecto equilibrio en todas sus composiciones, mezclando la contundencia instrumental con las melódicas voces de Ryan y Saether, que no en vano recuerdan por su calidez tonal a Glenn Frey, Don Henley, Joe Walsh y Randy Meisner de The Eagles y también como no, a Robert Plant (con Led Zeppelín tienen muchas más consonancias, siendo temas como “Kashmir” o “Achilles Last Stand”, claras semillas del posterior sonido de la banda escandinava). Dándole vueltas a como poder definir su música anfetamínica y oscura, no se me ocurre mejor forma, que decir de ellos que son endemoniadamente sutiles y demoníacamente elegantes. Muestra de ello fueron las descomunales interpretaciones que hicieron de algunos de sus clásicos como “Nothing To Say” o “All Is Loneliness” y de algunos temas más recientes como “Starhammer”, destacando por encima del gran tono general de un concierto, que pese a su larga duración se nos pasó volando, gracias sobre a la facilidad con la que Motorpsycho hicieron que fluyesen temas de más de diez minutos, hilvanando uno tras otro con una maestría incuestionable. En definitiva, toda una orgía musical, que ojalá podamos volver a vivir en nuestro país antes de que pasen otros diez años.
CLICKAD MALDITOS, CLICKAD- enlace al videoclip del tema "Nothing to say" de Motorpsycho: http://www.youtube.com/watch?v=rctL4gnAGDA
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