jueves, 24 de noviembre de 2011

DESCONCIERTOS (LOS CUANTOS Y SOUTHERN ARTS SOCIETY)


Concierto celebrado el pasado Jueves 3 de Noviembre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 75 personas aproximadamente.

La banda afincada en Sevilla, liderada por el londinense Andy Jarman, Southern Arts Society, se acercó a la capital para presentar los temas de su tercer disco: “Another life”. La de Jarman es una vida dedicada a la música. Sus orígenes hay que buscarlos en su país natal cuando formó parte de A Popular History of Signs. En la década de los 90´s se trasladó a España, en concreto a la ciudad hispalense, y allí siguió rindiendo pleitesía a su máxima pasión, creando la discográfica independiente Colectivo Karma y las bandas Strange Fruit y Aquaplane. Desde mediados de la década pasada, comenzó a fraguar los cimientos de este su último proyecto hasta la fecha. Un proyecto que en su homónimo álbum de debut fue prácticamente un trabajo casi personal, en el que todavía no se sentían ni percibían apenas las aportaciones del resto de componentes de la banda. Con su segundo disco, el más que recomendable “Burning Sand”, “SAS” ya comenzó a funcionar como un grupo en el que se repartían más equitativamente los méritos, algo que ya es del todo patente en este último largo que hoy presentaban. Porque aunque es más que evidente que el peso de la banda lo sigue llevando el elegante Andrew, buscador empedernido de la melodía perfecta, ahora en las nuevas canciones se multiplican los matices gracias sobre todo a la labor de los guitarristas Israel Diezma y Javi Mora. La parte más pop del sonido de SAS, la aporta Jarman con su voz cálida y susurrante y con unas composiciones en las que prima la melodía sobre cualquier otro aspecto. Unas melodías oscuras y conmovedoras que me recordaron a los últimos trabajos del maestro Peter Murphy. La parte más rockera -dramática y vibrante- la aportan Diezma y Mora con sus riffs de guitarra etéreos, zigzagueantes, enérgicos… infinitos, que en muchos momentos me recordaron a su vez, a esa forma de tocar tan lacónicamente hermosa, de ese otro maestro que es Chris Rea. Porque a excepción de algún tema como la más colorista “Andalusian Morning”, en el nuevo disco de SAS priman las atmósferas bucólicas, melancólicas y profundas, en lo que supone un alegato que parece querer enseñarnos lo hermosa que puede llegar a ser la tristeza cuando se define de forma tan exquisita como en “Drink”, “Town to Town” y sobre todo en esa maravilla que es “The Cazador”. Una maravilla, que quedó patente en esta emotiva, conmovedora y brillante actuación.
Si a uno de los pilares fundamentales -Kim Warsén- de a su vez uno de mis grupos patrios favoritos -Ginferno-, le sumas además el talento de otro tipo igual de arriesgado, desgarrador y profundo como es Javier Colis, y encima lo aliñas todo con la participación de Julen Palacios, Adrián Ceballos y Gloria March, provenientes todos ellos de proyectos tan atrayentes como Vamos a morir, Mil dolores pequeños, Rip KC y Familia Atávica entre otros; el resultado obtenido como no podía ser de otra forma, es el de una banda que suena a vendaval y te arrolla como una apisonadora. Para poneros en antecedentes, no estaría mal que conocieseis los proyectos paralelos de Warsén y Colis, donde ya desarrollan gran parte de las características sonoras que a su vez definen a Los Cuantos. Si tenéis a bien hacerlo, aquí os dejo dos enlaces con las crónicas que un servidor escribió con motivo de las últimas visitas a El Sol de Ginferno y Javier Colis y Las Malas Lenguas respectivamente.



En esta ocasión y pese a toda una serie de contrariedades (problemillas con un “ampli” y con los monitores que provocaron varios acoples y la sensación de que sobre todo Kim no se acabó de sentir del todo a gusto en escena) que me da a mí en la nariz que a su vez hicieron que Los Cuantos finiquitasen su actuación por la vía rápida (tan sólo duró cuarenta minutos pelaos), juntos y revueltos, generaron una descarga sonora de nuevo extenuante, abrumadora y excitante, que es la que se recoge en su álbum de debut "Love Love Love". ¿Cómo definir los ingredientes de este cocktail explosivo? Medio litro de Jon Spencer Blues Explosion, un buen chorrazo de The Doors, cien gramos de Faith No More, unas gotitas de The Cramps, unos toques de Grinderman y de Nick Cave, se agita la coctelera con cojones, mejor dicho, se distorsiona con muchos cojones, y finalmente se aromatiza con oscura esencia a lo Joy Division y voilá, obtienes un exquisito elixir profundo y con mucho cuerpo, gracias sobre todo a la hipermasculina voz de Kim, que irremediablemente recuerda a la del gran Andrew Eldritch de The Sisters of Mercy (que por cierto tocan este domingo en Madrid), que rompe en el paladar (o mejor dicho en los oídos) con la fuerza de un tornado por su enorme carga de rock oscuro, salvaje y rabioso, y que te acaba de dejar un regusto eterno por sus matices casi esotéricos y lisérgicos. En definitiva: una hermosa brutalidad, una delicada animalada, una sutil salvajada. De hecho lo reconozco, es acordarme de esta actuación y vuelvo a mojarme. Para mí, imprescindibles.



jueves, 17 de noviembre de 2011

DESCONCIERTOS (HYPERPOTAMUS Y ANTONIO PRADEL RICO)



Concierto celebrado el pasado Lunes 31 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: casi lleno.

No sé a quién se le ocurrió la brillante idea de elegir como telonero de Hyperpotamus, creador de una música muy experimental y casi futurista, a un tocaor de guitarra española como Antonio Pradel Rico, purista, clásico y de corte añejo. Es como si en un concierto de Iron Maiden pones de teloneros a Papá Topo: no pega ni con cola, por ser totalmente antitéticos en estilo, propuesta y concepción musical. Esto a la postre provocó que la mayoría del público que casi llenaba la sala cuando Antonio salió a escena con su porte adusto y su guitarra en la mano, se preguntasen quién cojones era ese tipo. Cuando empezó a ejecutar un repertorio de clásicos, eminentemente flamencos, el respetable que había venido a ver a un tipo que realiza una música diametralmente opuesta, cimentada en la vitalidad experimental y en la explosión de energía, comenzó a impacientarse y al final ocurrió lo peor que podía pasar: que más de la mitad de la gente que pululaba por la sala, pasó olímpicamente del guitarrista, comenzó a chismorrear primero, para seguir con un parloteo en “in crescendo” que finalmente derivó en gritos, berridos, risotadas y conversaciones a viva voz. El chaparrón por tanto, que tuvo que aguantar el bueno de Antonio fue de órdago, demostrando una paciencia superlativa y sobre todo, un enorme saber estar. Porque aguantar concentrado la media hora que duró su recital sin perder los papeles, sin increpar al irrespetuosísimo público por su falta de educación, sin finiquitar de buenas a primeras su actuación; en definitiva, sabiendo contener su enfado sin decir ni mu, tuvo un gran mérito. Pese a todo, el no tocar ante un público que sí haya ido a verte actuar a ti y que por tanto se muestre interesado en escucharte y respetuoso hacia tu persona, guardando el debido silencio tan necesario para una música como la que él desarrolla, y en un espacio más adecuado -íntimo- para un recital de guitarra, le pasó factura a Pradel Rico. Esto hizo que cometiese algunos fallos en la ejecución, que estuviese algo desconcentrado, que le faltase agilidad a sus dedos y fuerza a sus pulsiones. Pero estoy totalmente convencido de que la mayoría de estas deficiencias fueron provocadas por el entorno hostil ante el que le tocó lidiar. Por eso me parecería injusto valorar las dotes de este guitarrista en directo basándonos sólo en esta actuación. Bastante entereza y aplomo demostró al concluir más que dignamente su repertorio, cuando en realidad en su fuero interno seguro que lo que más deseaba era liarse a guitarrazos con más de uno, de dos y de ciento. Ciento y la madre, que sinceramente, aunque se encontrasen con un telonero que ni les iba ni les venía, podían haber optado en vez de por ponerse a berrear, por, o bien guardar respeto la mísera media hora que duró su actuación, o bien por pirarse esa mísera media hora a la calle a echar un cigarro o a tomarse una caña en el bar de al lado, hasta que llegase el turno de Hyperpotamus. Que digo yo que tampoco les hubiese costado tanto y así no hubiésemos tenido que vivir un momento tan lamentable. E igual que digo esto, también digo que hubo más de cien personas en la sala que sí respetaron a Antonio, guardaron silencio e increparon a los que no estaban por la labor. Para ellos, mi más sincera felicitación.
Y vayamos ya con el hombre orquesta. Hyperpotamus antes de salir al escenario ya ganaba el partido con un marcador abultado. Porque lograr que en una semana de puente casi se llenase la sala para verle y sobre todo, conseguir que el público estuviese tan expectante, excitado y entregado de antemano para disfrutar de su concierto, es algo que en los tiempos que corren -malos económicamente y con una amplísima y sugestiva oferta cultural donde elegir- no es nada fácil de ver. Vaya pues por adelantado: este artista ha conseguido aglutinar el favor de crítica y público, gracias sobre todo a su innegable talento. Un talento al que además hay que sumar su innato carisma, su energía arrolladora y por supuesto, la originalidad de su propuesta. Talento para conseguir él solo (con su chorro de voz, su gran sentido del ritmo y su extraordinaria capacidad para elaborar complejas melodías adictivas y casi lisérgicas) sonar como una banda al completo. Carisma para llenar el escenario con su sola presencia y conseguir captar de forma apabullante la atención del respetable gracias a sus peculiares bailes y su gran capacidad gestual e interpretativa. Energía arrolladora que es el resultado de su entrega total y absoluta sobre las tablas, de su desparrame de actitud. Originalidad por conseguir gracias a unos loopers de pie, varios micros, una batería y los inagotables registros vocales que posee (Hyperpotamus recita, grita, jadea, canta, hace coros, practica el beatboxing…) crear unas melodías excitantes, sugerentes y casi hechizadoras compuestas por complejas texturas y cientos de capas sonoras entrelazadas en una armonía perfecta. Todas estas cualidades son como digo, las que le granjearon el respeto de la crítica tras la escucha de su primer disco, “Largo bailón” y las que le han permitido dar más de doscientos conciertos por todo el mundo en dos años que han sido un auténtico frenesí para este músico total. Conciertos que además han servido para dotarle de una enorme suficiencia sobre el escenario y de un control absoluto del tempo y el ritmo de su espectáculo, adivinando en cada momento lo que su público desea. Hasta aquí, al César lo que es del César: propuesta original e impactante, talento innegable y mucha experiencia conseguida a base de genialidad y trabajo. A partir de aquí, los peros:
- Su nuevo disco, ese “Delta” que presentó esta noche ante su público madrileño -el que le vio nacer y crecer como músico-, no supone una evolución con respecto a su anterior largo. Es un más de lo mismo. Un dar rodeos en círculo en torno a una propuesta que por muy original y atrayente que sea, ya no da más de sí. Ha fenecido, ya no es sorpresiva ni refrescante. E Hyperpotamus no ha sido capaz de darle una nueva vuelta de tuerca, simplemente ha reincidido sobre los mismos registros intentando estirar unas cualidades que al ser las mismas, ya no sorprenden ni estimulan las entrañas como hace unos años.
- Su forma de crear y ejecutar su música tiene limitaciones. Tras la primera media hora de actuación, cuando ya han aparecido en escena todos los conejos escondidos en la chistera, todos los efectos, todos los trucos, todos los artificios y toda la pirotecnia; en definitiva cuando el mago ya se ha desnudado por completo, las primigenias sensaciones generadas de brillantez, de sorpresa y de originalidad se tornan poco a poco en sensaciones de sopor y aburrimiento. Y es que si repites los mismos trucos una vez y otra y después otra, todo se vuelve plano, alienado y lo que es peor hasta rallante. Y eso es precisamente lo que ocurre con el bueno de Hyperpotamus.
Lo que me lleva de momento a esta conclusión: si bien es cierto que este artista ha conseguido crear unas sonoridades originales y personales que tienen un mérito incuestionable, no es menos cierto que da la sensación que ya no van a dar más de sí en el futuro, que no van a evolucionar y que se van a quedar estancadas. Y eso para alguien que ha fraguado su éxito en la originalidad se me antoja un serio problema.


lunes, 14 de noviembre de 2011

DESCONCIERTOS (DENIRO Y LEX MAKOTO)



Concierto celebrado el pasado Sábado 29 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 250 personas aproximadamente.

Hubiese estado bien que todos aquellos que insisten en su sempiterna cantinela de que el rock como género está condenado a desaparecer, se hubieran pasado por El Sol esta noche. Primero porque hubo una muy buena entrada y un ambientazo durante las actuaciones tanto de Lex Makoto como de Deniro. Y segundo, porque pese a partir de propuestas diferentes, ambas bandas demostraron que es posible seguir haciendo un rock fresco, directo y con gran capacidad de enganche a día de hoy.
Cuando cayó en mis manos el álbum de debut de Lex Makoto, nuevo proyecto musical de aquellos Fitsfuck Supershow que ya ganaron el Lagarto Rock en 2006, tuve clara una cosa que ya he comentado varias veces en este blog: “Rojo Calor Fuego” fue uno de los mejores discos españoles del 2009. Cuando la prensa especializada (y no tan especializada) y la crítica en general definen los que para ellos son los mejores trabajos discográficos de cada año, lustro o década, en sus comentarios suelen aparecer en el 90% de los casos esta serie de adjetivos para definirlos: “novedoso”, “moderno”, “actual”, “revitalizador”, “adelantado a su tiempo”, “original”, “diferente”… Adjetivos que curiosamente no son aplicables en la mayoría de los casos a este “Rojo Calor Fuego”, ni falta que hace. Me explico. Este largo no posee un sonido novedoso, ni original, ni diferente. Se trata de hecho, de un disco de rock en castellano, directo e inmediato, que bebe directamente del sonido de bandas como Nirvana o Foo Fighters, que como sabréis han influenciado a su vez a otros miles de grupos. ¿Entonces qué lo hace especial? El hecho de que los integrantes de Lex Makoto poseen ese no sé qué o qué se yo, que unos llaman don, otros duende, otros estrella y otros incluso suerte o potra; que les permite crear hits como churros, o lo que es lo mismo, canciones redondas, frescas y enérgicas que se te adhieren a la memoria con una fuerza incontestable nada más ser escuchadas. Canciones pegadizas que perduran en tu subconsciente por sus sugestivas melodías, sus perfectos estribillos y su ritmo trepidante. Y es que Lex Makoto han sido capaces (y lo siguen siendo) de conseguir en muy poco tiempo lo que hay artistas que anhelan alcanzar durante toda su carrera y jamás logran: crear un sonido personal y reconocible (pese a que no hayan inventado nada nuevo) y un conjunto de temas eternos, de esos que se te pegan a la piel pese al paso de los años y no consigues desprenderte de ellos ni aunque quieras. Unas canciones que vuelven a aparecer en tu mente una y otra vez, que a lo mejor no has escuchado en meses y de repente retornan a tu vida de forma sorpresiva y satisfactoria. Y así un buen día, mientras estás sentado en el váter cagando, notas que de tus labios aflora el estribillo de “Animal” o que montado en el metro camino del curro, en tu cerebro retumba la surrealista “Baby Robot”. Esto, señoras y señores, es lo que hace que Lex Makoto sea distinto a todas esas miles de bandas que pasan por nuestras vidas de forma efímera: los primeros te acompañarán siempre y los segundos serán un vacuo recuerdo que acabará desapareciendo sin dejar huella. Y sin necesidad de ser “modernos”, ni de crear nuevos sonidos a través de futuristas cachivaches (de los cojones, añado), ni de hacer nada relacionado con el “post”, o el “in”, o el “cool”, o el “new” (que tanto ponen a los modernatas de los cojones, también añado). Practicando ese género que esos mismos modernatas quieren enterrar: rock del de siempre, sencillo, directo, impulsivo y vital; y que a diferencia de toda esa amalgama de “post-polleces” gafapásticas, posee una perdurabilidad en el tiempo, que esas no tienen ni tendrán nunca.
Si a la calidad y eficacia original de sus canciones, se le añade ese poso de madurez y empaque conseguido a base de patearse escenarios durante casi tres años, el resultado final evidentemente, alcanza cotas muy altas. Por eso en este concierto, los más pueriles Lex Makoto de los inicios (algo que también les sentaba muy bien) demostraron que han evolucionado hacia una mayor contundencia en el sonido. Los temas de su único largo publicado sonaron de hecho mucho más coléricos, enérgicos y rotundos. La base rítmica es ahora más atronadora, los riffs de guitarra más poderosos y la voz de Toño Villar más grave y con un deje más desgarrado y profundo, acercándose al tono de ese pedazo de vocalista que es Kutxi de Marea. Esta evolución en el sonido es la que caracteriza también a sus nuevas canciones, esas que formarán parte de su próximo E.P. “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, que también aprovecharon para presentar ante el público. Curiosamente, es el tema del que más se ha hablado últimamente, su versión del “Cigarettes” de Russian Red, el que más cojea dentro del gran tono general, tal vez porque precisamente no es una composición propia. Pero ni siquiera se puede considerar un lunar, en un concierto de diez. Un concierto en el que también quedó demostrado que esa actitud inherente al rock y sobre todo a los directos de rock, traducida como sudor, desparrame de energía, saltos, gritos, salvajismo y éxtasis, en definitiva vitalidad y alma, es algo que tampoco jamás se podrá disfrutar en un concierto adscrito al movimiento gafapástico modernil musical; y esto amigos míos, es lo que hace de géneros como el rock, el punk o el garage algo tan necesario, para escapar en forma de grito, de berrido y de patada en los cojones, de la monotonía y las miserias imperantes en nuestras vidas.
Cuando a principios de este 2011 que ya va tocando a su fin, cayó en mis manos el disco debut del nuevo proyecto de ese amante de la música, entusiasta e infatigable al desaliento, que es Nano -ex Habeas Corpus y capo del sello discográfico independiente Lengua Armada, que lleva más de diez años luchando por publicar toda esa música de verdad, que tan difícil salida tiene en el mercado actual-, también tras una primera escucha supe que estaba ante uno de los mejores discos de rock españoles del año. A diferencia del sonido más directo e inmediato de Lex Makoto, en “El extraño disfrazado de normal”, Deniro se han centrado en la creación de un sonido mucho más elaborado, con melodías muy cuidadas y cargadas de matices. Un rock melódico que no obstante también bebe del rock clásico de los 70´s y del conocido como sonido Seattle de los 90´s. Diferente en la estructura, mucho más dramático, pero igual de enérgico y adictivo. En este caso, la capacidad de enganche se consigue por medios distintos: lo elaborado y evocador de sus letras -en este aspecto se lleva la palma la soberbia “Una pregunta indiscreta”-; la intensidad de la voz de William Miller, que no sólo canta con una suficiencia abrumadora, sino que además interpreta de una forma muy dramática y emotiva los diferentes temas del grupo y posee una presencia imponente en el escenario; y la vibrante ejecución de unas melodías que fluyen coherentes y sinceras, sin caer en los tópicos excesos del rock épico, que suelen acabar provocando una insufrible falta de credibilidad. A conseguir este equilibrio entre contundencia y dramatismo, entre intensidad y sutileza, contribuyen evidentemente unos músicos como la copa de un pino. Además de los ya mencionados, Nano (guitarra rítmica) y Will Miller (vocalista), Deniro está formado por los excelentes Óscar Sánchez a la batería, Alberto “Niño” a la guitarra (todo un virtuoso de las seis cuerdas que ya nos había deleitado con su buen hacer en “Nancy Hole”, uno de los grandes grupos de rock patrios, sin duda) y como no, Julio de Ska-P al bajo, quien en directo desparrama una contundencia brutal, llevando gran parte del peso del grupo, algo que en el disco no se nota tanto, por estar su innata pegada mucho más contenida.(FE DE "RATA": como bien habréis podido comprobar o comprobaréis al leer los comentarios hechos sobre esta reseña, que aparecen al final de la misma, he metido un gambón que ni los de Huelva: Julio desde hace unos meses ya no es el bajista de Deniro, sino que es Frank Iván. Además de un lector anónimo y de mi amigo Rubén de El Club de Música, que me advirtió de mi error el día después de escribir esta crónica, hasta el propio Frank Iván ha tenido a bien corregirme. Siento mucho el error, sobre todo porque como bien dice en su comentario el nuevo bajista de la banda: es "otro corazón" el que ahora marca el ritmo de forma superlativa en el grupo y hay que reconocerle pues su mérito, que es enorme. Siento también haber tardado varios días en corregirlo, pero espero que sepáis perdonar a este pecador de vida disoluta. Gracias a todos por vuestros comentarios y sobre todo, gracias a ti, Frank, por sacarme de mi error de una forma tan educada. Y enhorabuena por tu desparrame de energía, talento y actitud.)
Este concierto lo abrieron con el único tema instrumental de su primer disco, la explosiva “Nueva Queen” -que volvieron a tocar en el bis final-, que sirvió de preludio a la salida en escena de un Will que impolutamente vestido, se desató como una furia hasta el final del bolo, bien flanqueado por unos también arrolladores Nano y Julio. Sería difícil citar los temas más destacados dentro del gran tono general, pero para mí, merecen especial mención el ya citado “Una pregunta indiscreta” junto con la rotunda “Secta” y las más eléctricas “Arde” y “Normandía”. En el repertorio incluyeron también un par de temas nuevos, que continúan con la línea marcada por la banda hasta la fecha. Una línea fundamentada en el cuidado y elaboración de las melodías y que demuestra que el rock nacional está en un gran estado de forma. Otra cosa bien distinta es que buena parte de los “gurús musicales” de este país no tengan el más mínimo interés en prestar atención a este tipo de bandas, por salirse de los cauces establecidos. Menos mal que las penas con pan (ese que se hornea con trabajo y esfuerzo en locales de ensayo de mala muerte y que luego sabe y suena a gloria), son menos penas.



jueves, 10 de noviembre de 2011

DESCONCIERTOS (ADAM COHEN)




Concierto celebrado el pasado Viernes 28 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 60 personas aproximadamente.

Mai Bloomfield, multiinstrumentista, cantante y compositora, que a su vez forma parte de la banda de acompañamiento de Adam Cohen, fue la encargada de abrir la velada haciendo las veces de telonera. Con una voz dulce, etérea, hermosa, limpia y clara como un rayo de luna, dejó sorprendido y prendado a “el Sol”, con su bella forma de cantar y de tocar (alternó guitarra acústica y chelo de forma brillante). En la onda de la fórmula musical que después desarrollaría el propio Cohen, Mai ejecutó una serie de canciones preciosistas de folk intimista y pausado, entre las que destacó una delicadísima “Storming”.
Tras la sobresaliente actuación de Mai, irrumpió el cantante y compositor canadiense en escena, con el único acompañamiento de su guitarra acústica. Para no dar muchas vueltas al hecho que evidentemente acompaña a Adam desde su nacimiento y que también evidentemente ha sido, es y será destacado en todas las referencias, crónicas, entrevistas, artículos y reseñas que se han escrito/dicho/comentado, se escriben/dicen/comentan y se escribirán/dirán/comentarán sobre su música, sus discos y sus conciertos; vaya por adelantado que no seré yo el que compare las canciones de este compositor con las de su padre Leonard Cohen, porque dicha comparación con este genio, único e irrepetible, sería totalmente injusta para él. No obstante, es evidente que ha tenido un muy buen maestro en el que mirarse, y eso se nota. De hecho, en muchos momentos de la noche, y sobre todo en sus comentarios entre canción y canción, la voz de Adam nos recordó irremediablemente a la del maestro. De él también ha tomado sus dotes de seducción, su pulso pausado, la profundidad de su voz y por encima de todo, el gusto por hacer unas canciones de folk con tintes pop, adultas y maduras, centradas en la búsqueda de la emoción por encima de todas las cosas. Volviendo al concierto, como ya os comentaba al inicio de este párrafo, Adam, apareció en el escenario totalmente solo y así es como interpretó en acústico los dos primeros temas de su repertorio: “Sweet Dominique” y “What other guy”, ambas pertenecientes a su último disco publicado -“Like a man”-, que es el que está presentando durante esta gira ante el público. Antes de interpretar estas canciones ya había dejado claro la facilidad que tiene para conseguir conectar con la gente, con un simpático comentario: “Como ya sabrán ustedes, soy hijo de un célebre artista canadiense, Celine Dion”. A continuación, ya acompañado por el resto de su banda (muy buena, por cierto) siguió desgranando los temas de su último disco, la mayoría hermosos -“Girls these days”, “Like a man”, “Eleanor”, “Overrated”…-, y los menos, un pelín monótonos y sin mucho brillo en las melodías -“Hey Jane”, “Beautiful”-; intercalándolos con varias versiones: “What´s going on” de Marvin Gaye y “Bird on the wire” y “So long, Marianne” de su padre, interpretadas todas ellas de forma exquisita. Tanto es así, que pese al excesivo abuso de verborrea que hizo entre canción y canción, lo que por momentos cortó el ritmo de su actuación, haciendo que bajase la intensidad; dejó bien claro que posee grandes dosis de encanto y de talento.
Sin duda su padre, puede estar más que orgulloso de su semilla.





domingo, 6 de noviembre de 2011

DESCONCIERTOS (HELP ME DEVIL)



Concierto celebrado el pasado Jueves 27 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 100 personas aproximadamente.

Help Me Devil es el nuevo proyecto de Juan Carlos Parlange, quien ha vuelto a dar señales de vida, tras una larga ausencia alejado de los estudios y los escenarios, regresando a esto que se conoce como el mundillo de la música, por la puerta grande. Tras su paso en los años noventa por grupos de punk como Los Clavos y Los Bonzos, Juan Carlos abre ahora una nueva etapa en su carrera, con unas composiciones en las que pese a seguir latentes, esa fuerza e inmediatez propias del género que marcó sus comienzos, se respiran aires totalmente distintos. Y es que ahora, el cantante y guitarrista ha evolucionado en su sonido, curiosamente a través de una fresca, rabiosa y sugerente revitalización de géneros musicales tan añejos y primitivos como son el R&R y el Blues de los 50´s y los 60´s. Revitalización conseguida a través de una excelente combinación de influencias y matices: salvajismo primitivo, aspereza del sonido, riffs de guitarra abrasivos, rockabilly, trazas de psychobilly, algo de country, punk, Johnny Cash, Charlie Feathers, Sun Records…, puestas al servicio de unas composiciones que por encima de todas las cosas buscan el propósito de sonar crudas, reales y auténticas. Y así es como suenan en el homónimo primer disco de esta banda, que en palabras del propio Parlange, es un disco de rock and roll en blanco y negro, crudo, con fallos y real. Un discazo (añado) lo escuches por donde lo escuches, en el que al talento y buen tino de Juan Carlos -que se ha destapado como un excelente compositor y como un muy buen guitarrista-, bien acompañado en la grabación por Mario Vega al bajo y Luis Mencia a la batería (ahora sustituido por Julia), hay que añadirle la nómina de una serie de nombres propios que han servido para lograr un resultado final excelente: los consejos del gran Fernando Pardo para guiar los primeros pasos de Parlange en los inicios del proyecto, el apoyo de esos locos muy cuerdos que son Gerardo y Antonio de “Los Chicos” (el disco lo han editado ellos en Folc Records), la masterización de Ivan Julian, las colaboraciones al piano de Mickey Finn de Boss Hog y de la legendaria vocalista Tami Lynn (que ha puesto su sobrecogedora y desgarrada voz al servicio de grandes de la música como The Rolling Stones, Dr. John, Wilson Pickett y Sonny & Cher) y por encima de todos el genial compañero de fatigas de John Spencer en Heavy Trash, Matt Verta-Ray, que ha grabado y producido este largo en sus estudios de Nueva York, ha tocado la guitarra en numerosos temas y hasta ha cantado en la maravillosa versión del “Chicken Walk” de Hasil Adkins incluida en el álbum. La decisión de grabarlo a la vieja usanza, esto es, en analógico, tocando todos los músicos juntos y mezclándolo en mono, ha contribuido a lograr un sonido con aroma y sabor a antiguos vinilos clásicos, que para los amantes del rock and roll primitivo es toda una gozada. En directo, todo hay que decirlo, se pierden matices con respecto al sonido original del álbum. La guitarra de Parlange por ejemplo, pierde colorido y luminosidad. Evidentemente, también desaparecen todos esos ingredientes añadidos en el disco (las guitarras de Verta-Ray, los teclados de Finn, la voz de Tami…) que contribuyen a elevar la calidad de unas composiciones que sin estos elementos, suenan menos redondas y también,menos blueseras y rockabillys. Para paliar este déficit, Help Me Devil, en directo y en formato trío, han decidido apostar por una solución que a tenor de lo visto en este concierto, les da un muy buen resultado: apostar por el músculo, la velocidad y la energía. Por eso en concierto, la banda suena mucho más punk que en el disco, los temas se tornan más crudos, más inmediatos y más directos. Teniendo en cuenta los conceptos musicales que maneja Parlange -“Para mi somos punkrockers. Yo creo que lo que hacemos es punk de los 50’s. Es decir, rock & roll”- en los que se difuminan las fronteras entre géneros como el punk y el rock and roll, está claro que soberbios temas como “Love is a dog from hell”, “It´s great to be here, it´s great to be anywhere”, “So tired of being good” o “Free of your spell (and I´ve never felt so good)” acaban sonando aunque diferentes, igual de coherentes y rotundos tanto en el disco como en sus directos.  De hecho este concierto fue un sobresaliente ejemplo de lo que debe de hacer una banda de sus características sobre el escenario: derrochar energía y actitud a raudales. En este aspecto me gustaría destacar la labor de Julia a la batería, que suplió su falta de técnica y de “toque”  (debió de acabar con los brazos hechos polvo, porque apenas se sirvió de sus muñecas en los golpeos) con un apabullante derroche de fuerza que evidentemente, y como ya he puesto de manifiesto anteriormente, confirió a las composiciones de la banda unos aires mucho más cercanos al punk que al rock and roll más clásico y purista. Por cierto, Julia toca de pie, algo que ya apenas se ve y que también conviene señalar.
Y por lo demás, decir que además de repasar todos los temas incluidos en su álbum de debut, Help Me Devil tocaron alguna nueva canción como “Never stand if you can walk” y unas soberbias versiones para completar el repertorio, entre las que destacaron la del “Hey Ho, Let´s Go” de los Ramones y la del “Tutti Frutti” de Little Richard; para acabar firmando un muy buen concierto.




jueves, 3 de noviembre de 2011

DESCONCIERTOS (EVIL EVIL GIRRRLS & THE MALVADOS)



Espectáculo celebrado el pasado Martes 25 de Octubre de 2011 en El Sol (Madrid). Público: lleno dentro del formato “Los Martes al Sol” en el que se reduce el aforo original de la sala a la mitad para crear un espacio más acogedor e intimista.
Evil Evil Girrrls & The Malvados es una compañía de Burlesque -quizás sería más correcto decir de Nuevo Burlesque- que a tenor del éxito obtenido tras este show en El Sol, va a repetir actuaciones periódicamente en el futuro, en dicha sala. El Burlesque no es otra cosa que un espectáculo teatral que nace de la mezcla de diferentes géneros como la Comedia del Arte, el music hall y el vodevil. En este caso, la música en directo corrió a cargo de The Malvados, quienes interpretaron temas clásicos típicos de este género como “Harlem nocturne” y “Night train”, alguno que otro de rock con aires orientales -“Rockin´ in Bhagdag”, “Estambul”-, conocidísimas melodías de Henry Mancini y sobre todo versiones (muy buenas, por cierto) de temas míticos de rock and roll, rockabilly y surf, destacando las del Rey por encima de todas. Mención especial merece también la versión del “After Dark” de Tito & Tarántula en un número en el que rindieron homenaje a la famosa escena del streaptease de Salma Hayek con una inmensa serpiente en “Abierto hasta el amanecer”. Este cuarteto de experimentados músicos formado por Astray a la guitarra, Mario García Pomar a la batería, Javi al bajo y Alejandro Lansac a la guitarra y al saxo (que tocó de forma soberbia), no sólo ejecutó de forma a las mil maravillas todos y cada uno de los temas que interpretaron, sino que también participaron de forma activa en otras vertientes del espectáculo, interaccionando con las Evil Evil Girrrls en muchos de los números, bailando, actuando e incluso jugando con divertidos cambios de vestuario para poner ese toque de humor que debe tener toda buena actuación de burlesque. Además, Astral, Javi y Alejandro ejercieron como vocalistas, destacando sobre todo Javi en las versiones que cantó de Elvis. Los bailes, las coreografías, los elegantes números de streaptease, las dramatizaciones, los gags humorísticos y como no, esa pícara sensualidad tan característica del género, corrieron a cargo de Eva Guerrero (Evil Eva), Mariaje García (Lilith Le Monde), Sandra López (Satin Sandy) y Carmen Garrido (Carmelle La Belle), que demostraron que no sólo son muy buenas bailarinas, sino también unas muy buenas maestras de ceremonias y actrices. Ejecutaron decenas de números, la mayoría influenciados por la estética de los 40´s, 50´s y 60´s, en los que no faltaron elementos de vestuario y atrezzo como abanicos, velos, tablas de surf, plumas, boas, bastones… Todo ello al servicio de un espectáculo en el que por encima de todo primaron la elegancia, el humor y el erotismo. Ágil y con mucho ritmo, la propuesta de esta compañía de Burlesque es altamente recomendable y estoy seguro de que dará mucho que hablar en el futuro. Para bien, por supuesto.