miércoles, 31 de agosto de 2011

EN EL RECUERDO (INHABITANTS Y MARINA GALLARDO)


En este concierto tuvimos la oportunidad de disfrutar de una gran banda de rock oscuro e intimista -Inhabitants-, de escuchar en directo las canciones de uno de los mejores discos que se firmaron en este país en el 2009 -"A time for giants" y sobre todo de emocionarnos con la que para mí es una de las grandes voces masculinas españolas de los últimos años -la del imponente Jesús Vassallo-.

Inhabitants + Marina Gallardo (3 estrellas y media)
Lugar: El Sol Fecha: 22-05-2010 Estilo: Post rock /Folk-pop Público: 150 personas aprox. Promotor: Foehn Records.

Marina Gallardo se topó con una sala casi vacía, lo que unido a su tremenda timidez, hizo que tuviese un comienzo titubeante, en el que su voz quedó ahogada por el resto de instrumentos de su banda y por las conversaciones a todo volumen de un sector del público que demostró una enorme falta de respeto. Lejos de rendirse ante las circunstancias adversas, la gaditana, con un excelente segundo álbum recién estrenado, “Some monsters die and other returns”, fue creciéndose a base de coraje, para acabar regalándonos un buen tramo final de concierto en el que vertió una carga emotiva arrolladora en temas como “Monsters”, “Nora” y “Words”. A continuación llegó el turno de los madrileños Inhabitants que centraron su repertorio en su maravilloso tercer trabajo, “A time for giants”. Profundos -“We were one”-, melancólicos  -“Conquer hell”-, emotivos -“A time for giants” y vibrantes -“Deliverance”-. Una maquinaria musical perfecta con la cavernosa, oscura y cautivadora voz de Jesús Vassallo al frente, auténtico motor del grupo. Sin excesos, adornos ni artificios. Enarbolando las banderas de la clase y la elegancia. Que ya es decir. 


martes, 30 de agosto de 2011

EN EL RECUERDO (IDEALIPSTICKS, FEBRERO Y ARIZONA BABY)



Hace dos años ya pudimos comprobar en directo las buenas maneras de unos Arizona Baby que acabaron de explotar muy poco después de este concierto (gira con los fabulosos Los Coronas incluída) y la calidad de unos Idelipsticks que no han tenido tanta repercusión a nivel nacional como los vallisoletanos, pero que para mí acabaron grabando uno de los mejores discos de rock patrio del 2010: "Sins & Songs". Éxito de dos formaciones por las que siempre he apostado y a las que he halagado desde este blog, del cual que me alegro sobremanera.


Idealipsticks + Febrero + Arizona Baby

(TRES ESTRELLAS)

Lugar: El Sol  Fecha: 04-09-09  Estilo: Rock/Pop/Rock-folk  Público: Lleno  Promotor: Spinner Music

El Sol acogió la fiesta aniversario del blog musical Spinner Music, que demostró su buen gusto apostando por estas tres jóvenes bandas y la presencia de DJ Flow a los platos.
El trío de barbudos vallisoletanos, Arizona Baby, abrieron la noche desgranando temas de su disco “Songs to sing along” (2005) y dando algunas pistas del que será su próximo álbum, producido por Paco Loco. Calentaron al público haciéndolos vibrar con su rock-folk psicodélico. Especial mención se merece la voz de Javi que posee una fuerza y personalidad enormes. Los tarraconenses Febrero, fueron a posteriori los más flojos de la noche y los que menos conectaron (los acoples constantes tampoco ayudaron). Pop sencillo en castellano que no acabó de cuajar. Y el plato fuerte de la noche fueron sin duda Idealipsticks, que presentaron “Radio days” y fueron desgranando trallazo tras trallazo hasta llegar a la apoteosis con “The king has died”. Banda más que interesante con una bomba sensual y sexual a la cabeza, llamada Eva, que con su voz desgarrada escupió una gran verdad: Idealipsticks van a dar mucho que hablar de ahora en adelante. 

lunes, 29 de agosto de 2011

NOVEDADES ("DIGITAL 21 vs ANA CURRA")


DIGITAL 21 vs ANA CURRA
“Digital 21 vs Ana Curra”
[PIAS] Spain

POST PUNK/ELECTRÓNICA/EXPERIMENTAL  (CUATRO ESTRELLAS)
Vayamos al grano: el disco homónimo surgido del trabajo conjunto entre Ana Curra y Miguel López Mora (Digital 21) es por encima de cualquier otra cosa, una ralladura…alucinante. Ambos siempre han sido unos adelantados a su tiempo, dos talentos en estado puro, que ahora unidos, han firmado uno de los trabajos más inconformistas, revitalizadores, originales e inclasificables, de la música hecha en este país en los últimos años. El verdadero hilo conductor de unas canciones que se mueven por diversos estilos (innovando todos ellos): post punk o ciber punk -“Arrebato”, “Bendígame padre”-, electrónica -“Mundo correcto”-, música experimental -“Respirando”, “Guernica 2.0”-, e incluso toques de música oriental -“Nashik”-, es el de la búsqueda casi desesperada del sentido más verdadero y profundo de todos esos conceptos que marcan el ritmo vital de nuestras vidas: la muerte, el amor, el dolor…, a través de unas melodías en las que confluyen de forma magistral el clasicismo más ortodoxo (el piano de Ana) con la experimentación más avanzada (las bases y arreglos de Digital 21) y de unas letras, pequeñas en extensión, pero inmensas en cuanto a su carga poética, simbólica y semántica.


sábado, 27 de agosto de 2011

SONÓ EN EL 2010 ("HARPER SIMON")



HARPER SIMON
“Harper Simon”
(PIAS) / ulsi Records

FOLK/POP/COUNTRY (3 ESTRELLAS)
Harper Simon debuta en solitario con este álbum homónimo, rodeado de buenos amigos y mejores músicos -Adam Green, Sean Lennon, Joan Wasser (Joan As Police Woman), Steve Nieve (Elvis Costello)…- y bajo la alargada sombra de su padre, Paul Simon. El resultado es un conjunto de canciones dulces y tranquilas, con melodías suaves y pausadas, que mecen al oyente como el agua tibia de un mar calmado, en una tarde de verano. La delicadeza que destilan los diez cortes de este largo, la melodiosa voz de Harper y su poso más folk -sobre todo en “Ha ha” y en “All I have are memories”-, recuerdan irremediablemente al padre de la criatura, quien además es autor de la letra de “Wishes and stars”. Es en los cortes más country del disco: “Shooting star” y “Tenessee”, donde Harper Simon se desmarca de forma más evidente del estilo musical de su padre, pero pese a todo, su huella sigue estando presente. Para aquellos nostálgicos que veneraron a Simon and Garfunkel, esta obra deberá ser imprescindible. Para el resto de los mortales, un disco correcto y grabado con esmero, pero ni excelso ni novedoso. 

viernes, 26 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (STILL NASTY Y LOWDOWN)



Concierto celebrado el pasado Sábado 9 de Julio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 80 personas aproximadamente.

Sin duda, en el mundo de la música las formas importan (vestuario, actitud, estilismo, fotos promocionales…). Lo que ocurre es que unas buenas formas e incluso unas formas imponentes jamás pueden ocultar un mal fondo. En cambio, cualquier tipo de fondo (“apañao”, decente, bueno u excelente) siempre puede ser enriquecido por las formas adecuadas. Hago estas aclaraciones porque cuando saltaron Lowdown a escena, se pusieron antes nuestros ojos tres chavales con unas “pintillas” más esteriotipadas que auténticas y un estilismo un tanto deslavazado. Unas formas por tanto, digamos que no del todo bien escogidas y que ya de primeras, causaron un efecto mucho más negativo que positivo a la hora de prejuzgar al grupo en cuestión. Unas formas que si hubiesen estado más trabajadas hubiesen enriquecido un fondo que en cambio sí que funcionó bastante bien y que sin duda ayudarían a Lowdown a crecer en este mundillo tan competitivo y complicado, por no decir jodido. Porque en el plano meramente musical, este trío demostró tener un buen directo, unas buenas canciones y una buena actitud sobre el escenario. Y es que, sin llegar a ser su calidad exultante y pese a algunos defectillos que deben ir puliendo con el paso del tiempo, lo cierto es que Lowdown es una más que decente, que se mueve con soltura por diversos géneros como el grunge o el trash metal, siendo no obstante el estilo que mejor los define el del punk/rock de bandas como Bad Religion, a quienes me recordaron y mucho. Quizás el elemento más original del grupo sea el hecho de que cuentan con dos vocalistas (guitarrista y batería) lo que otorga un plus de dinamismo y empaque a sus composiciones. Unas composiciones con letras en inglés que siguiendo la tradición del punk clásico son trallazos veloces y directos que raramente superan los tres minutos de duración. De entre todas destacaron “Soh Toh Rah Mah”, “Cyclops”, “Horror Dog”  -pertenecientes a su disco “Y is a crooked setter”- y sobre todo “Big Man” -del álbum “Revolver II”-. Cumplieron de sobra.
Still Nasty demostraron a su vez que están un escalón por encima de grupos como los propios Lowdown, y que progresan, o mejor dicho maduran adecuadamente. Y hablo de madurez porque es precisamente ésta la que les ha otorgado una mayor serenidad escénica y sobre todo una seguridad, un empaque y un pulso que les permite sonar ahora mucho más contundentes y sobrios que hace unos años (iniciaron su andadura en 2005), lo que les ha llevado a lograr un salto cualitativo innegable. Buena prueba de ello es su poderoso último trabajo: el E.P “Weathervanes” que precisamente presentaron en esta actuación y que contiene cuatro temas robustos, profundos, densos, sobrios y embriagadores que suponen una sublimación del post rock oscuro y contundente (sin olvidar sus también claras influencias del sonido Seattle de los 90´s) que siempre ha sido la seña de identidad de esta banda desde sus inicios y que por tanto también caracterizaba a las canciones del que es su único largo editado hasta la fecha: “Once & for all”. La fórmula con la que están alcanzando unas cotas tan altas de calidad consiste en funcionar como una maquinaria pesada, aplastante y sin fisuras en la que la batería y el bajo marcan el ritmo con una fuerza avasalladora, las guitarras se elevan con riffs robustos y poderosos y por encima de todo, surge la poderosísima e hípermasculina (en la onda de Vedder, Peter Murphy o Eldricht) voz de un Víctor García que aglutina todo el peso de la formación con una fuerza increíble. De su excelente concierto destacaron las interpretaciones de esas cuatro soberbias canciones que ya he dicho antes, componen su último E.P.: “Gabriel”, “Nimble”, “Weathervanes” y por encima de todas ese potente, veloz y despiadado hit que es “Incide & Outside”; y una “versionaca” de Stone Temple Pilots que se atizaron, en la que Víctor se transformó ante nuestros ojos en Scott Weiland de forma brillante. Como anécdota de la noche, vivimos un momento bastante moña (aunque reconozco que hay que tener los cojones cuadrados para atreverse a hacer algo así) cuando el bajista Jorge Sidera mandó a su novia que subiese al escenario y le pidió matrimonio delante de todos los presentes. Y por cierto, entre lágrimas en los ojos, le dijo que sí….


jueves, 25 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (RETRIBUTION GOSPEL CHOIR)



Concierto celebrado el pasado Jueves 7 de Julio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 80 personas aproximadamente.

Muchos de vosotros no conoceréis a este trío americano y los pocos que los conozcáis seguramente habréis llegado a saber de ellos a través de otra banda con una trayectoria mucho más larga y consolidada: Low. Esto es lógico teniendo en cuenta que Retribution Gospel Choir es la banda paralela del alma máter del anterior grupo citado, Alan Sparkhawk, desde 2008, año de su debut discográfico con un disco homónimo, y que en ella también colabora otro miembro de Low: el bajista Steve Garrington. Pero sería injusto considerar a esta formación -completada por el batería Eric Pollard- como un sucedáneo o un proyecto de menor enjundia que Low, ya que visto lo visto en este concierto y sobre todo, oído lo oído en sus dos discos publicados hasta la fecha y en sus directos, tengo que deciros que para mí, Retribution Gospel Choir no sólo se equipara en calidad a Low, sino que lo llega a superar sobradamente. Evidentemente en ambos grupos existen muchos puntos en común, sobre todo en el fondo, pero las formas son totalmente distintas. El propio Sparkhawk lo explicaba de forma soberbia en una entrevista concedida el mes pasado a la revista Mondosonoro: “Si comparo Low con Retribution Gospel Choir, mi otro grupo, me doy cuenta de que la tensión existe en ambos casos, pero mientras con estos soy capaz de sacarla al exterior, en Low esa tensión permanece interna. Low es el calor que surge de dentro, mientras que Retribution Gospel Choir sería el viento”. Añado: un viento denso, abrasador, resucitador de sus/nuestros pecados. Un viento exudado por tres tipos sudorosos que en esta cálida noche veraniega sirvió no obstante para empaparnos con unos refrescantes sonidos cargados de matices. Y es que es increíble como este trío americano consigue enmarañar sus canciones con unas melodías plagadas de quiebros y requiebros (en directo es más impactante aún que en sus discos puesto que desarrollan y alargan aún más sus temas, improvisando de forma considerable), mezclando todo tipo de estilos (desde el rock al reggae pasando por el ska, el rocksteady, la psicodelia e incluso claros ramalazazos del sonido Seattle de los 90´s) y sin embargo logrando una identidad sonora totalmente reconocible, personal, contundente, excitante y abrumadoramente buena. Un sonido difícilmente descriptible pero que no obstante yo me lanzo a definir como un quejumbroso quejido extenuante y delicioso. Un sonido cimentado en un vendaval sonoro sobrevolado por la voz de Sparkhawh que se mueve por un sinfín de registros que me recordaron desde el Sting de los primeros tiempos con The Police al Vedder más grave de Pearl Jam. Todo ello puesto al servicio de un público que se me antojó demasiado escaso para los méritos del trío, quienes no obstante se dejaron la piel sobre el escenario con dos horas de concierto en las que cayeron casi todos los temas de sus dos largos publicados hasta la fecha: “Retribution Gospel Choir” (2008) y el reciente “2”. A destacar dentro del sobresaliente tono general las brutales: “Kids”, “Easy Prey”, “Hide It Away”, "Your Bird", "Take your time" y “68 Connecticut”, trallazos antológicos que fueron la guinda a una noche extraordinaria.


miércoles, 24 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (DEMISERABLES)




Concierto celebrado el pasado Sábado 2 de Julio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 40 personas.

En el plano meramente musical, del grupo Demiserables en general y de este concierto en particular, hay muy poco que contar: son una especie de orquesta de la que toca en las fiestas de los pueblos, bastante amateur y bastante mala, la verdad. Sin embargo, esta formación encierra una serie de secretos y/o anécdotas, que en cambio son toda una delicia e ilustran a la perfección esa típica frase de “la de vueltas que da la vida”. Pero vayamos por partes.
Me parece de ley resaltar en primer lugar el carácter benéfico de este concierto. La banda liderada por Fredy Sanz (guitarra y voz principal) y Tony Mahillo (bajo y coros)  -talluditos ambos- organizó este evento por tanto con dos fines fundamentales: obtener dinero para ayudar a dos asociaciones solidarias, una de ellas destinada a la lucha contra el cáncer de mama; y a su vez lograr un poquito de promoción, lo que nunca está de más. Este gesto, evidentemente les honra, porque no sólo cedieron todo el dinero de la recaudación a dichas asociaciones, sino que además para hacer más apetecible al público su concierto, regalaron con la entrada el único disco que hasta la fecha han publicado: “Hasta que los muertos bailen” (con cuya foto de portada ilustro esta entrada, porque considero que no tiene desperdicio, siendo para mí desde ya mismo, una carátula de culto de lo que podría denominarse la serie B de la iconografía musical). Pero como la vida da muchas vueltas y en ocasiones es bastante perra, Demiserables no lograron alcanzar ninguno de sus fines. Para empezar, no más de cuarenta personas acudieron a verles y por tanto la recaudación fue tirando a exigua. Y para terminar, y por el mismo motivo, promoción lo que se dice promoción no consiguieron mucha. De hecho, nadie habló de este concierto a posteriori, pasando totalmente desapercibido. Este batacazo encabronó sobremanera a Fredy y a Tony, que al acabar su bolo discutían sobre los errores cometidos: poca publicidad del evento; concierto veraniego en Madrid, que es probablemente la fecha en que menos público hay en la capital; cesión de la recaudación y regalo de discos, con lo que acabaron palmando bastante pasta teniendo en cuenta que tuvieron que pagar de su propio bolsillo además, el alquiler de la sala; y conocimiento y reconocimiento in situ de la escasa repercusión que iba a tener su actuación. Vamos, un hostión en toda regla.
Un hostión que sinceramente desde fuera era bastante fácil de predecir, pero claro está, a ellos les costó mucho más contemplarlo, porque si no son ellos mismos los que creen en sus posibilidades de éxito, entonces quién va a hacerlo teniendo en cuenta lo amateur y obsoleto de su propuesta. Porque las cosas como son, sus canciones son un compendio de pop/rock ochentero aburrido, de letras horribles, sin sangre, sin alma y sin energía. Un rollo “apachanguerado” manido y trillado hasta la saciedad. Su calidad como músicas deja mucho que desear (son como ya he comentado anteriormente más amateur que profesionales). Y su estilismo, indumentaria (sobre todo la de la vocalista femenina Montse Mayoral), poses, movimientos en escena y frasecitas de rigor (“vamos a mover el esqueleto”) están ajados y recuerdan a los de las orquestas de pueblo. En resumen, que su estilo está muy alejado del de la música típica del circuito independiente y también del de la música típica del circuito comercial, así que por mucho que Fredy y Tony (hasta los nombres parecen sacados de los 60´s) luchen por su éxito, mucho me temo que no van a comerse ni un colín, ni hoy ni mañana ni pasado. Hablando tras su trasnochada, tragicómica y fracasada actuación con varios compañeros de la sala, comenté que la escasez de público asistente me parecía lógica teniendo en cuenta lo amateur de la propuesta y lo mucho que se notaba lo que les imponía a estos músicos subirse a un escenario como el de El Sol. Con una sonrisa en los labios un amigo me comentó -hete aquí la de vueltas que da la vida- que sin embargo él podía asegurarme que esta no era la primera vez que uno de los integrantes de la banda se había subido a ese mismo escenario y había llenado la sala en el pasado. Estupefacto le pedí que me comentase esa historia porque parecía no tener desperdicio; y de hecho no lo tiene y además os aseguro que os va a pintar una sonrisa en los labios. El caso es que el ahora conocido como Tony Mahillo, antes de iniciar su andadura como bajista y vocalista de Demiserables, quiso probar suerte como novillero y matador de toros. Bajo el nombre de Antonio Mahillo hace ya unos cuantos años, dio una fiesta en este mismo local para celebrar la que iba a ser su puesta de largo como matador de toros. Reunió a muchos amigos, apoderado, colegas, cuadrilla y familiares. Pero lo que iba a ser una divertida celebración tampoco acabó nada bien (como en esta ocasión). El problema lo tuvo un amigo que llevó unas banderillas reales a la fiesta y empezó a bromear con el propio Mahillo: que si te las clavo por aquí, que si te las clavo por allá, que si te pongo un par por todo lo alto. Y vaya si le puso un buen par de banderillas, pero en vez de por todo lo alto, más concretamente le pinchó una donde la espalda pierde su nombre, lo que le convulsionó el rostro del dolor, teniendo que abandonar su propia fiesta en ambulancia. Lejos de aprender de errores pasados el antiguo torero volvió al mismo coso y acabó recibiendo otra herida de muerte, en este caso artística. Eso sí, su vida es para hacer una película, también de serie B, como no podría ser de otra manera. Y así concluye esta crónica que espero me permitáis brindarle al bueno de Antonio-Tony: va por usted, maestro.


martes, 23 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (LOS IMPOSIBLES)





Concierto celebrado el pasado Viernes 1 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: ½ entrada.

Más de veinte años de carrera plagados de buenos conciertos, buenos discos -“Hoo Ha”, “Marigold Garden”, “Party a GoGo!”, “Lost & Fun” y especialmente el último editado, que presentaron en este concierto y que sale a la venta en Septiembre: “En Espiral”- y buenas canciones -“Tú tú”, “Gooliver song”, “Una vez más”, “Listen to me” y las nuevas “No, no, no”, “Little Joe”, “Disfraz”…-, avalan a Los Imposibles como uno de los mejores grupos de pop españoles de los últimos años. He escrito grupo de pop, porque para mí, es este estilo el que mejor les define y al que más cariño profesan los propios miembros de la banda. No obstante, gran culpa de su éxito y de mi/nuestro/vuestro reconocimiento ganado a pulso, es sin duda el hecho de que han sido unos inconformistas durante todo este tiempo, naufragando, probando, tocando, experimentando, revitalizando y sumergiéndose en un sinfín de géneros y estilos            -sonidos sixties, garage, beat, psicodelia, folk rock, rhythm and blues, rock, pop clásico  y soul-, sin encasillarse jamás y remando a contracorriente la mayoría de las veces. No sé si Paco Poza y los suyos poseen dotes adivinatorias, pero lo cierto es que acertaron de pleno con el nombre elegido para su banda, puesto que siempre ha sido (y lo sigue siendo) casi imposible adivinar por donde iban a ir los tiros -musicales, se entiende- de cada nuevo trabajo de los madrileños. Sirvan como muestra sus tres últimos discos: “Party a GoGo!” (1996) está compuesto de canciones muy bailables con toques de R&B y destila soul a borbotones, “Lost & Fun” (2007) en cambio es un largo donde predomina fundamentalmente el powerpop más descarado y “En espiral” es probablemente su trabajo más mod y con más toques sixties de su carrera. Fue precisamente este último disco el que desgranaron en su totalidad en este concierto, nuevamente formado por canciones compuestas tanto en inglés como en castellano. Unas canciones que se convierten en las mejores de su dilatada andadura gracias a un aumento significativo de la calidad de sus melodías y a la gran gama de matices que poseen (los vientos vuelven a cobrar una vital importancia y el órgano de Jose Magan se erige en el principal protagonista). Unas canciones que en muchos casos adquieren el status de hits en potencia por su contundencia, energía y vigor: “Volverás”, “Disfraz”, “Little Joe” y “No, no, no” son buena prueba de ello. También es cierto que influyó enormemente en el resultado final de esta actuación la mayor fuerza escénica de estos “imposibles” con respecto a anteriores directos, dando toda una lección de saber estar y demostrando una actitud mucho más fiera sobre las tablas que en visitas pasadas. En la actualidad, controlan además mucho mejor el tempo de sus actuaciones y eligen mejor el orden de los cortes que van a tocar. Durante este concierto de hecho, comenzaron suaves para ir acelerando poco a poco en un in crescendo que motivó y encendió mucho más al público que en bolos pasados, acabando como un vendaval sonoro con los temas “Vas a llorar”, “Love & simpathy”, “Stop stop” y “River deep”, que fueron una culminación acojonante a su gran noche, en la que demostraron una ecuación a priori inverosímil: se puede hacer arder una sala con sonidos refrescantes, siendo el acuoso sudor de cada miembro de la banda el mejor acelerante existente para encender la llama. Así que ya sabéis, si os gusta el pop de altura, en Septiembre ya tenéis un buen regalo que haceros: el disco “En espiral”, que es “imposible” que os defraude. O eso al menos, creo yo.


martes, 16 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (LA NUEVA CARNE Y VÍCTOR LEFREAK)


Concierto celebrado el pasado Jueves 30 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 100 personas aproximadamente.




Coincidiendo con La Semana del Orgullo Gay, celebración que año tras año va perdiendo cada vez más su originario sentido reivindicativo y quedándose tan sólo en una celebración meramente lúdica, sinónimo de desparrame, desbarre, ruido, toneladas de basura, cortes de tráfico, olor a meados en todo el puto centro de Madrid y de todo un anecdotario que va desde comidas de polla en plena vía pública a chorras exhibidas desde las balconadas de casas y hoteles, pasando por rompimientos de ojete en portales y callejones oscuros; que seamos sinceros, cada vez nos toca más los ovarios y los cojones al resto de la población que tenemos que compartir este sin sentido que perdió el suyo hace ya mucho tiempo; se programó en El Sol este concierto especialmente pensado para atraer al público gay de la capital.

No me gusta tirar de estereotipos ni de generalidades del tipo: todos los gays son unas “locas”, todas las lesbianas son unas “camioneras”, todos los gays están de acuerdo con estas celebraciones, la mayoría de gays tienen un gran gusto a la hora de vestir y dedican mucho tiempo a cultivar su físico, etc, etc. Porque dentro de esta comunidad hay de todo como en el resto de comunidades o grupos sociales. Por tanto, sería un error decir que al amplio abanico de público gay que hay en nuestro país le gusta la música de gente como Víctor Lefreak o La nueva carne. En cambio, sí que hay que reconocer que este tipo de “artistas” son seguidos eminentemente por un público que en el 90% es gay, y que realizan un tipo de música que por estilo, letras, guiños, vestuario, estética y complicidad, está precisamente destinada a este estrato concreto de público. Un estilo que suele cimentarse en unas bases musicales electrónicas trasnochadas y pachangueras cercanas al techno-pop de los 80’s, sin evolución ni renovación. Unas letras que buscan los dobles sentidos, los mensajes reivindicativos directos, toques picantes por aquí y por allá y que tienen de poético lo mismo que el famoso “Andreíta, cómete el pollo”, de Belén Esteban. Unos guiños basados en los más que manidos “ay, maricón que te como...”, “estás divino de la muerte” y cosas así. Un vestuario en el que predominan los cueros ceñidos, las camisetas que dejan entrever torsos desnudos y las botas de cuero rollo gótico o siniestro. Una estética que es una especie de evolución amanerada del estilo oscuro propio de los ya citados siniestros, en la que priman los pelos cardados, los tintes, el exceso de maquillaje, la brillantina y las lentillas de colores. Una complicidad que se basa en el orgullo de pertenecer a un mismo colectivo, que no obstante, vista desde fuera, cada vez provoca más la sensación de que si por ejemplo, yo fuese homosexual, no querría estar representado por muchos de estos guiños y retrógrados estereotipos que desde el propio colectivo se fomentan y ejecutan hasta la extenuación. En definitiva, un espectáculo que suena mal y huele aún peor (a cerrado para ser más explícitos). Pero vayamos por partes.

Víctor LeFreak es un madrileño que hace lo que la mayoría de “artistas” de su “gremio”: música electrónica de bases obsoletas, ritmo anodino, nada novedosa ni innovadora y tirando a pachanguera. Con unas letras horripilantes que pretenden tener un punto “in” y reivindicativo, pero que se quedan en un agua de borrajas ajada y descorazonadora. Su voz es insulsa, por no decir fea, y su sentido del ritmo es nulo. Para rematar la faena, su estilismo es para mear y no echar gota. Viste de negro, con unos pantalones de traje y con una camiseta de licra ajustada que sirve para mostrarnos con más detalle sus ya de por sí generosos michelines y sus ya de por sí exuberantes lorzas (para los que me conozcáis os diré que son similares a los míos, de buen calibre, vaya) y remata la jugada con unas botazas negras de cuero a lo “Terminator”. Vamos que pretende ser una especie de Raphael del siglo XXI y se queda en un “Bonico del To´” pero con pluma, mezclado con el Pozí, por su figura desgarbada y achaparrada, y por su forma de moverse en escena, que recuerda al quiero y no puedo de un abuelo en el baile de una boda, cuando le cambian del pasodoble a un reggaeton, por poner un ejemplo. El jodío no obstante, tiene los santos cojones de remarcar en su myspace que su música suena como Garbage, Marilyn Manson, Depeche Mode o Pet Shop Boys, cuando en realidad es una mierda de techno pop que canción tras canción repite el mismo puto ritmillo insulso, aburrido y trasnochado. También tiene huevos para decir que su estilo es Electrónica/Glam/Pop. ¿Electrónica porque ha grabado unas bases que recuerdan a la jodida bossa nova que sonaba en nuestros antiguos Casios? ¿Glam porque lleva lentillas de color azul? ¿Pop porque pretende imitar a Berlanga y a Fangoria con funestos resultados? Y una puta mierda. Las canciones que componen su único disco publicado hasta la fecha, el prescindible “Mi infierno personal”, no son ni glam, ni pop ni hostias. En realidad son un nuevo ejemplo de este subestilo de “Fuckin Gay Music” que sinceramente, es una tomadura de pelo que ya se está extendiendo demasiado en el tiempo.

En la presentación de La nueva carne se dijo textualmente que su show iba a constar de tres partes: una primera parte electrónica en la que ya dejaron entrever esa mentira tan del gusto de los artistas pertenecientes a la órbita de la FGM (os recuerdo, “Fuckin Gay Music”) y que consta en decir que son capaces de innovar todo tipo de estilos -copla, música gótica y pop, mencionaron entre otros- atacándolos desde su órbita petarda y refrescante (repito, MENTIRA). Una segunda parte en la que iba a acontecer un sensual y elegante streaptease por parte de la starlet Natalia (MENTIRA también). Y una tercera parte en la que dijeron que iban a acometer una serie de temas desde una órbita cercana al rock y al rockabilly de los años 50´s (MENTIRA Y CALUMNIA). Porque en realidad lo que paso fue lo siguiente. En la primera parte de su concierto, La nueva carne centraron su sonido en las raíces del FGM, esto es, tocaron un compendio de temas de techno pop trasnochado con letras insulsas en las que se repite el estribillo unas cien veces de media (y sino escuchad en youtube uno de sus “pelotazos estrella”: “Maquillaje hasta en el corazón”), cimentadas en la típica y tópica voz amariconada -por principios y por gusto- de Iván (el cantante del grupo), siendo el momento álgido y más gótico de la noche (según ellos mismos.... tiene cojones la cosas) su versión de “Mi novio es un zombie” de Alaska. Supuestamente, esta primera parte de su concierto sería una revisión por parte de la banda de sus primeros pasos en esto de la música (cuatro años atrás), en la que antes de evolucionar centraron su sonido en lo que desde la órbita de seguidores y plumillas de este tipo de formaciones se denomina Glam Rock con reminiscencias de los New York Dolls y estética andrógina y oscura (La nueva carne hace referencia a la película de Cronemberg del mismo título en la que analiza el miedo del ser humano al cuerpo y sus transformaciones, dando vueltas a la idea del horror corporal), tocando temas de su homónimo primer largo. Digo supuestamente, porque como ya he dejado bien claro, de glam lo único que hubo fue la estética cuidada de los miembros de la banda, y nada más; de rock un par de solos de guitarra bastante normalitos; y de electrónica, unas bases con una falta de originalidad y de fuerza, alarmantes. El anunciado como sensual y elegante streaptease de Natalia se quedó en un “despotrico sobre el escenario como una yegua salvaje y sin más miramientos te enseño mis tetas operadas, así a lo bestia, a cascoporro, para finalmente embadurnarlas de nata e irme cagando hostias por donde he venido”. O lo que es lo mismo, Natalia fue poco sensual, no acompasó sus movimientos -demasiado bastos- a la música que acompañó su actuación y ni sugirió ni sedujo. Vamos que fue un “enséñeme usted esas tetas” y poco más. Y la tercera parte del espectáculo, os recuerdo, anunciada como un compendio de canciones revitalizadoras del rock y el rockabilly de los 50´s, fue en realidad un compendio de temas de pop/rock de radiofórmula bastante pachangueros, que no obstante fue lo menos malo que nos ofreció La nueva carne durante la velada. Pero vamos que de rock y rockabilly ni el huevo. Con deciros que uno de los temas estrella de esta parte del directo fue una versión a “lo gótico” (palabras suyas) de “La bambola” de Patty Pravo os lo digo todo. Esta supuesta revisión del rock de los años 50´s que hizo La nueva carne, fue en realidad una revisión de temas de su segundo largo publicado: “13 historias de amor, locura y muerte” y de su reciente y último disco: “Adiós amigos”, donde al menos, los miembros de la banda han endurecido algo su sonido y han dejado de lado bastantes estereotipos típicos del FGM, siendo no obstante los pilares de este “movimiento” los que siguen marcando su música. En definitiva, una muestra más de lo alejada que suele estar la realidad de lo que se nos cuenta a través de hojas promocionales, myspaces y webs afines a muchos de los grupos españoles independientes. Así, nos va....

idea basada en el horror corporal del que el artista es precursor, y que sintetiza todo lo relacionado con el miedo del hombre ante la transformación física, lo psicológico, el cuerpo, la enfermedad...




miércoles, 3 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (LITTLE WINGS Y BREATHE OWL BREATHE)







Concierto celebrado el pasado Miércoles 29 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 40 personas aproximadamente.

El menú del Sol es variado: se pueden degustar exquisiteces y algunas delicattessen, pero también algo de fritanga de vez en cuando, algún que otro producto que ya huele un poco a rancio y alguno que otro fresco, como un buen pescado del día o de la temporada, ofertas tradicionales y ofertas de nueva cocina, pasteles empalagosos, carnes prietas y duras como la piedra, bizcochitos, degustaciones ácidas y amargas, buenos vinos reposados con el paso del tiempo, caldos de nuevo cuño, productos españoles, americanos, ingleses, franceses, nórdicos, alemanes y hasta del lejano oriente. Algunos manjares son más comerciales, otros más desconocidos. Hay menús que van desde los cinco euros a los treinta. Viandas con estilo propio y viandas que son burdas copias de otras de mayor enjundia. En este caso concreto, se repitió uno de los menús que últimamente más se ofertan en la sala de conciertos madrileña: dos raciones de folk americano, una de fácil digestión -Breathe owl breathe- y otra más pesada, de las que repite bastante y de las que suele provocar una siesta conocida con el nombre de: el desnucamiento del pobre espectador.

Primer plato: Breathe owl breathe
Pese a partir con la vitola de entrante, los teloneros acabaron siendo el plato fuerte de la velada, bastante por encima de Little Wings. Su hermoso y poético nombre -“Respira, lechuza, respira”- define ya bastante bien el estilo musical de este trío de Michigan: folk intimista y suave, pero a la vez oscuro y dotado de ciertos elementos (que más adelante analizaré) que generan  desconcierto e inquietud en el oyente y que por tanto rompen con la monotonía imperante en el típico folk de raíz. La parte más cadenciosa y dulce de sus canciones se cimenta en los exquisitos juegos vocales de Micah Middaugh y de la también violonchelista Andréa Moreno-Beals, mientras que el punto inquietante y dramático lo consiguen a través de los múltiples quiebros y requiebros de sus melodías, las distorsiones, la variedad de instrumentos y la utilización de varios elementos de atrezzo tales como disfraces y caretas. Por momentos me hicieron zozobrar con algunas composiciones un tanto monótonas, pero lo cierto es que sonaron mucho más originales que la media y buscaron una constante interacción con el público (llegando incluso a crear coreografías de sus temas que pedían al respetable que repitiese) que otorgó a su actuación un mérito extra. Además demostraron sin lugar a dudas que son unos músicos (Trevor Hobbs completa la formación) de innegable talento. No en vano poseen ya cinco discos publicados (en esta ocasión centraron su repertorio en temas de su último trabajo: “Magic Central”) y han estado girando este último año en su país con el mismísimo Yann Tiersen. Por si estos no fuesen méritos suficientes se encargaron de lograrlos definitivamente con composiciones tan poéticas como: “Swimming”, “Dog walkers of the new age” y “Own stunts”, completando una actuación que por rara y novedosa acabó haciéndome disfrutar en muchos momentos de la misma. Eso sí, con estos artífices de la “nueva cocina”, siempre te acaba quedando la duda de hasta que punto su producto no deja de ser en parte una tomadura de pelo y no pude por menos que acabar preguntándome si lo suyo es más talento que cuento o más cuento que talento. Bien es cierto, que yo soy bastante desconfiado a la hora de elogiar moderneces, porque en más de una ocasión y de dos y de cien me han querido dar gato por liebre. Pero sinceramente, no creo que este sea el caso.

Segundo plato: Little Wings
Todos los expertos gastronómico-musicales coinciden en asegurar que tras Little Wings se esconde uno de los nombres más relevantes del nuevo folk-rock americano de los últimos años: Kyle Field. Algo que no es de extrañar, ya que el señor Field reúne todas las condiciones para ser idolatrado por este tipo de gourmets: barbudo, algo desaliñado, tocado con camisas de cuadros, con cara de estar siempre meditando en cosas profundas y supraterrenales, colaborador de gente como Will Oldham o Devendra Banhart, independiente de los de verdad (o lo que es lo mismo, un tipo que se oculta de los medios y por tanto pasa más que desapercibido en su país de origen y es un auténtico desconocido fuera de él) y por si fuera poco convertido ya en figura de culto para los más influyentes periodistas adscritos al “Movimiento” (¿qué movimiento? No me tiréis de la lengua que los espías con gafas de pasta están por todas partes). Y lo cierto es que algunos motivos hay para encumbrarle, siendo el principal, su prodigiosa, imponente e impactante voz y en menor medida la cadenciosa clase de algunas de sus canciones (sería injusto decir que no tiene temas meritorios, porque haberlos haylos). Lo que ocurre es que el grueso de sus composiciones peca de ese mal endémico que tienen la mayoría de artistas adscritos al folk: son aburridas, previsibles, monótonas, predecibles y cansinas. Vamos, que un picoteo de no más de diez minutos gusta, pero una ingesta de más de una hora de Little Wings acaba dándote ganas de pegarte un tiro (de lo que sea). Pese a todo, destacaré como momentos brillantes de su actuación los que coincidieron con las interpretaciones de “Gold teeth”, “How come?” y “Mr. Natural” (ésta perteneciente a su último álbum publicado: “Black Grass”). Y poco más que decir, bueno sí, que tras su paso por la capital, los admiradores más acérrimos de Kyle Field van a poder seguir vanagloriándose de que su ídolo sigue siendo un artista de culto e independiente, siendo buena prueba de ello el hecho de que a verle, no acudieran ni siquiera cincuenta personas. 


martes, 2 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (BUEYES PERDIDOS)



Concierto celebrado el pasado Martes 28 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: menos de cien personas pese a tener una lista de invitados con unos doscientos nombres en total.

Bueyes perdidos nació a finales de 1999 como el proyecto musical del compositor, guitarrista y vocalista argentino Guillermo Silveti, bajo un primer nombre que era Los Victoriosos Perdedores. Afincados en la capital, su mayor logro ha sido desde entonces, ganar el “Rock Villa de Madrid” de 2003 y publicar dos discos: el homónimo “Bueyes perdidos” en 2006 en el que colaboró Ariel Rot y el recientemente publicado: “Rocanrolismo”. Tras varios cambios en la formación, la banda la completan actualmente junto con el ya citado Silveti: Javier Polo (bajo y voz), Pedro Navarro (batería y voz), Santi Guillén (guitarra y voz) y Marcel Beltrán (teclados). Tras este breve y aséptico repaso a su carrera, os revelaré ahora cual es la gran verdad que gira en torno a estos Bueyes perdidos: los mires por donde los mires y los escuches como los escuches, son una banda desactualizada de pop/rock en castellano, desfasada en el tiempo, que ha surgido muy tarde (demasiado), que posee una propuesta musical ajada y con olor a rancio, que nada nuevo aporta y  que ni siquiera te permite recordar con nostalgia el pasado, puesto que su calidad dista mucho de ser revitalizadora y mucho menos excelsa. Me explico. El grupo en cuestión no hace más que generar un sonido y unas canciones que parecen meras copias de unas canciones y de un estilo que ya tuvo su momento álgido hace varias décadas. Un sonido que no es otro que el del rock en castellano típico del Buenos Aires de los años 70´s y 80´s y el del rock en castellano clásico español también de la misma época de bandas como Burning o Los Cadillac. Y esta mezcla argentino-española hace que en el fondo y sobre todo, Silveti y los suyos sean una especie de esos Tequila nacidos a mediados de los setenta y de esos Rodríguez que triunfaron en los noventa (hasta Silveti copia el mismo corte de pelo de Calamaro, luciendo un pelazo de los que quitan el sentío), haciendo ese mismo primer rock en castellano casi pueril y con claros toques pop, que en su momento tuvo mucho mérito y encanto, pero que en la actualidad, con toda la renovación que ha sufrido el género, más que hacer gracia o generar simpatía o provocar un sentimiento nostálgico reconfortante; lo que genera es desasosiego ante la falta de ideas originales, encabronamiento por lo anodino e insulso de la propuesta e incluso cierta desazón porque ni siquiera esta copia tardía y desfasada en el espacio y el tiempo, se acerca de lejos a la calidad de las fuentes originales de las que bebe. Por falta de enjundia, de fuerza y de chispa. Por los numerosos acoples que nos regalaron. Por apocados e insulsos. Por lo desfasado de su discurso, de sus chascarrillos y de sus arengas al público presente -“Vamos que nos vamos”-. Por lo cansino del ritmo de su actuación, cuajada de parones. Y sobre todo, porque todas sus canciones parecieron idénticas (una misma melodía con letras diferentes pero también similares entre sí). Están tan pasados de moda que el momento álgido de su concierto contó con la presencia de José María Guzmán (nada que reprocharle, pero no olvidemos que el que fuese líder de los Cadillac vivió su momento de mayor gloria allá por 1986 cuando representó a España en Eurovisión con la canción “Valentino” y actualmente toca en directo con su banda Los Hobbies, haciendo versiones del Puma y de los Dire Straits; vamos, que actual lo que se dice actutal….) en el escenario cantando un tema con el resto del grupo, como queriendo decir: “si amigos, por si os quedaba alguna duda, aquí estamos José María y el resto de talluditos de la banda confirmando que somos un grupo de rock que intenta triunfar en el siglo XXI haciendo una música que ya tuvo su momento de gloria casi cuarenta años antes”. Y no me malinterpretéis, yo desde aquí siempre he reivindicado los sonidos, géneros y estilos pasados, que además son mis favoritos. De hecho creo que la cima del rock y casi de la música moderna en general, tiene su tope en la década de los 70´s y que desde entonces no ha vuelto a surgir un número tan grande de artistas tan innovadores, excelsos y meritorios como los de aquellos maravillosos años. Y de hecho creo que es necesario que los nuevos músicos beban de esas fuentes, se empapen de su música y no la olviden nunca. Que la revitalicen, que la veneren y que le rindan homenaje constante. Pero claro, no es lo mismo hacerlo como por ejemplo lo hace el que para mí es en la actualidad sino el mejor, uno de los más grandes grupos de rock que hay en España: The Soulbreaker Company, que basándose en el legado de bandas del calibre de Pink Floyd, Deep Purple o Led Zeppelín han conseguido crear a su vez un sonido único, diferenciador, original, demoledor y acojonantemente bueno; que hacerlo como estos Bueyes Perdidos: copiando un sonido ya existente de forma regulera sin infringirle nuevos aires y sin aportar nada nuevo. Por eso queridos amigos, unos son tan grandes y otros tan pequeños. Por eso sigo desconfiando de todos los concursos tipo “Villa Rock de Madrid” en los que suele primar el amiguismo sobre el talento. Y por eso, al concluir la actuación de Bueyes Perdidos, como guiado por la segunda palabra de su nombre, me di cuenta de que apenas recordaba nada, quedando su música y su presencia “perdidas” en el olvido.



lunes, 1 de agosto de 2011

DESCONCIERTOS (SALA Y WE WERE EVERGREEN)



Concierto celebrado el pasado Sábado 25 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: unas 50 personas.

Sin estar anunciados previamente, saltaron a escena como teloneros de Sala, los franceses We were evergreen, que con su especie de post-folk, o quizás sería mejor llamarlo “new-folk”, nos ofrecieron un concierto en el que primaron los sonidos refrescantes y originales, convirtiéndose el suyo en un descubrimiento más que satisfactorio. Con tan sólo dos años de andadura el trío formado por Michael, Fabienne y William se mueve como pez en el agua sobre el escenario, engrandeciendo sus canciones con un refinado y casi pueril sentido del humor, mucho desparpajo y una performance continua con la que dramatizan todo su repertorio, haciendo de sus actuaciones una especie  de mini obra de teatro. En el plano estrictamente musical realizan un pop suave, melodioso e intimista con toques folk, en la onda de Simon and Garfunkel, consiguiendo eso tan difícil de lograr, que es sonar delicados sin caer en el moñerío tan típico del género. Gracias a unas melodías con mucho ritmo, unos poderosos toques electrónicos por aquí y por allá y unos trepidantes duelos vocales. En esta onda se mueven temas como “Vintage car” o “Eighteen”, siendo no obstante la divertidísima y refrescante “Penguins and moonboots”, la cima de su repertorio. Me agradaron su música, su puesta en escena y sobre todo su insultante buen rollo, cimentado en tres sonrisas perennes coloreando tres rostros felices, que resumen a la perfección el estilo de esta banda.
Sala Elassir, vocalista que da nombre a la banda Sala, es otro ejemplo de tipo ufano, simpático y agradable. Pese a que no tengo lo que se dice una sólida amistad con él, sí que nos conocemos, hemos charlado varias veces y tenemos un trato más que cordial, del que sin miedo a equivocarme deduzco que es un muy buen tío. Además de buen tío, Sala es un músico aceptable que le pone corazón y esfuerzo a lo que hace. Y estaréis pensando, ¿por qué cojones me cuenta el “Chulón” todo esto? Os cuento todo esto, porque este podría ser un magnífico ejemplo de uno de esos casos en el que poder hacer una crónica amiguista y edulcorada (os recuerdo que me llevo bien con Sala, me cae simpático, me parece buen tipo y su música lejos de ser horrible, a mí me parece más que decente) tan del uso por desgracia en la prensa musical independiente de este país y que sin embargo yo detesto y considero que debería ser erradicada de una puta vez por todas. Por eso, en vez de ocultar u obviar defectos y ensalzar y enfatizar virtudes, una vez más, voy a escribir de forma sincera y honesta sobre este compositor y su banda. Porque en el fondo, queridos lectores, la objetividad, por encima de amistades, cariños, beneficios económicos y acuerdos publicitarios, debería ser siempre el pilar sobre el que se fundamentasen  entrevistas, crónicas, reseñas y artículos, aunque a la mayoría de las personas relacionadas de una u otra forma con los medios de comunicación en general y musicales en particular, esto les suene a chino.
Una vez hecho este importante matiz, hablemos ya del concierto de Sala en El Sol del mes pasado. El grupo en cuestión lo completan además del ya citado cantante, compositor principal y guitarrista, Oliver a la guitarra eléctrica, JC al bajo y Kjetil a la batería. Con menos de un lustro de andadura, Sala y los suyos han bebido fundamentalmente de las bandas más famosas en los últimos años del indie pop/rock británico y americano -The Strokes, The Hives, Artic Monkeys, Kings of Leon…-, teniendo su sonido claras reminiscencias del estilo de todas ellas. Su música por tanto tiene un claro tinte anglosajón y mezcla contundencia y frescura a partes iguales. El problema es que sus canciones no dejan de ser una especie de remake de otras canciones ya hechas por bandas con mucha más personalidad, virtuosismo y empaque, lo que provoca la sensación de que en definitiva las composiciones de Sala son copias bastante peores que las originales de las que beben: más anodinas, con menos ritmo y fuerza. La voz de Sala tampoco ayuda, puesto que le falta personalidad, y mucho menos aún las versiones de clásicos que desgranan en sus actuaciones: la del “So Lonely” de The Police fue regulera, pero es que la que hicieron del “All my living” de The Beattles fue horripilante. Aún así, como ya he remarcado anteriormente, Sala tienen un sonido bastante refrescante y le ponen muchas ganas sobre el escenario. Y además han conseguido componer dos grandes hits que se escapan de la media y poseen una fuerza arrolladora (son unos rompepistas en toda regla, vaya): “Tonight” y fundamentalmente “Margot” con la que cerraron una actuación que pese a no ser la repanocha, tuvo momentos brillantes. Su asignatura pendiente en el futuro deberá ser intentar crear un sonido mucho más personal, y si lo consiguiesen, desparpajo y talento no les faltan. Ojalá que así sea.