miércoles, 1 de septiembre de 2010

MIS MIERDAS (HABLANDO DE MIERDA...)



No he viajado tanto como me hubiese gustado, pero sí he conocido varios países de Europa, entre los que se encuentran Bélgica, Italia, Holanda, Francia, Eslovaquia, Austria, la República Checa y Polonia. Y puedo afirmar que sin duda, de entre todos estos países, España es el más guarro de todos. No he visto calles más sucias y llenas de basura que las de nuestras ciudades. Y no es un problema de los ayuntamientos ni de sus servicios de limpieza. Es un problema nuestro. En concreto de nuestra cultura y sobre todo de nuestra educación, o mejor dicho, de nuestra falta de educación. Hay muchos ejemplos en nuestra cultura del enaltecimiento de la mierda. Por ejemplo, desde pequeño veía como mis padres y sus amigos elegían el bar donde tomar unas cañas y unas tapas siguiendo un baremo basado en la cantidad de mierda que hubiese en su suelo. Esto es: si el suelo del bar en cuestión estaba lleno de palillos, servilletas, colillas y restos de pinchos, eso es que merecía la pena, ya que muchos otros clientes lo habían elegido con anterioridad; en cambio, si el bar en cuestión tenía el suelo impoluto, eso es que poca gente se pasaba por él, lo que era sinónimo de que merecía poco la pena. El método en cuestión, siempre daba resultado y era más que fiable. Este método, sin embargo, no podría ser aplicado en ninguno de los países europeos que he visitado, donde la gente tiene por costumbre no tirar basura al suelo en los locales. Es más, la mayoría de extranjeros que visitan nuestro país, alucinan con estas costumbres tan nuestras. Nunca tiran la ceniza de sus cigarros al pavimento y siempre piden un cenicero. Tampoco tiran ni las servilletas ni los huesos de las aceitunas por poner un ejemplo y sino tienen una papelera cercana, prefieren siempre dejar estos restos encima de la barra. Lo mismo ocurre en la calle: en España tiramos colillas, cáscaras de pipas, chicles, papeles y demás mierdas al suelo sin ningún miramiento. Los parques donde juegan los niños están llenos de restos de bocadillos, litronas, mondas de fruta, cagadas de perros… Una vergüenza, vaya. Y con la moda del botellón, todavía la cosa se ha puesto mucho peor. Los jóvenes reivindican que se les deje beber en la calle y se ofenden porque no se les permita hacerlo, pero sin embargo, les suda los cojones dejar todas sus mierdas tiradas en cualquier acera. Las calles de nuestras ciudades aparecen después del fin de semana plagadas de basura y parece que a nadie le importa. Las papeleras y los contenedores son más utilizados para cometer actos vandálicos que para echar la basura en ellos. Y las esquinas están llenas de meadas desprendiendo un olor nauseabundo.
Siendo un país tan hermoso, es una lástima que no cuidemos estas cosas, que no cambiemos nuestros hábitos. Tampoco es tan difícil llevar una bolsita para echar las cáscaras de las pipas, ni acercarnos a una papelera a apagar nuestros cigarros, ni tirar la basura dentro de un contenedor, ni orinar en un baño público, ni recoger la mierda de nuestros perros, ni adecentar la zona donde hayamos estado bebiendo con nuestros amigos. ¿Qué puede llevarnos, cinco minutos, tres, uno? No estaría mal hacer ese pequeño esfuerzo, creo yo.

4 comentarios:

Unknown dijo...

De acuerdo en todo. Ya sé que los alemanes son todo lo contrario, pero en Colonia, por poner un ejemplo, he visto llegar la gente a los parques, montar una barbacoa, beberse varias cajas de cerves e irse sin que pareciera que nadie hubiera pasado por allí. Lo mismito que la plaza de Tribunal o cualquier otra por terreno patrio. El mejor ejemplo que recuerdo de eso está en la peli "Un franco, catorce pesetas", donde los protas abren su bocata en medio del tren en Suiza y tiran el papel al suelo y una anciana se levanta de su sitio, se mete entre las piernas de los dos tíos y echa el papel en la papelera.
Nos vemos
Juanan

bulko dijo...

El truco de la mierda en un bar no es del todo válido. Me comentaba un compañero de trabajo hace años que cuando entraban en un bar cercano a la plaza barcelona miraban a ver que pinchos eran los que estaban en el suelo para no pedirlos por estar pasados.

Deberíamos darnos cuenta de que no pasa nada por caminar un poco con el refresco vacío y acercarlo a la papelera, aunque por ejemplo donde saco yo al perro las papeleras escasean y el truco es dejar la bolsa cerca de una farola para que la recojan al día siguiente (lo que no se gastan en eso se lo gastan en jardineros ).

Anónimo dijo...

Somos lo que somos,en ocasiones es una vergüenza pero estoy seguro que tenemos consideración con otras cosas que el resto de la gente no,lejos de ser una excusa quiero decir que en todos esos países tan limpios y ordenados la gente no deja de ser guarra y si no haced la prueba del algodón en un plato veras que sorpresa por no hablar de la ausencia de bidet o de la ducha diaria y que me dices de lo que se hace con esa basura que desaparece tan rápido a donde va ha parar "reciclaje" ¿estáis seguros? como dice la biblia el que este libre de pecado....

DAVID "EL CHULÓN" LORENZO dijo...

Juanan, muy buena la escena que mencionas, en una película en la que el gran Carlos Iglesias demostró que no sólo es un excelente actor cómico sino que sus registros van mucho más allá. Y dejando la mierda a un lado, vamos a lo que importa: ¡Aupa Atleti!
Abrazo.

Raúl, me agrada que sigas leyéndome y que sigas opinando.
Besos para ti y para los tuyos.

Anónimo, totalmente de acuerdo, nadie está libre de pecado. Lo bueno sería que intentásemos entre todos mejorar nuestros defectos. En el extranjero, todos los españoles (incluído yo mismo) solemos cambiar nuestros hábitos y amoldarnos a lo que hace el resto. Por eso, mientras que aquí tiramos servilletas al suelo en los bares, casi de forma mecánica, cuando estamos en otro país en el que vemos que no hay ni un papel en el suelo de los locales, nos cortamos y cambiamos nuestra forma de actuar. Ahora sólo queda, intentar aplicarlo en casa. Sé que es difícil, pero no imposible.
Un abrazo y gracias por opinar.