sábado, 30 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (CHARLIE HIGHTONE & THE ROCK-IT´S Y THE BIG JAMBOREE)



Concierto celebrado el pasado Viernes 24 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: ¾ de entrada.

Una semana después de la visita a El Sol de un grande del Rock and Roll como Chris Casello y de una leyenda del mismo género como Johny Powers, visitaron la sala madrileña de conciertos dos de las bandas más puristas y en mejor estado de forma del panorama nacional, también dentro de este estilo musical. Si bien a Powers y a Casello  -que también estuvieron acompañados de la vocalista holandesa Sue Moreno-, apenas acudieron a verles 60 personas (Rockers de la vieja guardia madrileña en su inmensa mayoría), algo que me provocó cierta desesperanza y bastante mala hostia; hay que decir que en esta ocasión las tornas cambiaron y hubo una muy buena entrada (los Rockers de la vieja guardia repitieron acompañados en este caso por las nuevas hornadas de la capital) lo que sirvió para dar un mayor colorido a la velada y sobre todo para que mi mala hostia pasase a ser una hostia no tan mala. Aunque sigo sin entender que tengan más tirón dos bandas como The Big Jamboree y Charlie Hightone & The Rock-It´s (pese a su gran calidad) que un mito como Powers, que no lo olvidemos es uno de los padres de ese Rockabilly del que maman bandas más actuales como las arriba mencionadas.
Una vez escupidos mis acongojantes interrogantes a los que sigo sin encontrar unas respuestas lógicas, voy a centrarme en la crónica de este gran concierto.
The Big Jamboree son una de las bandas de Rock and Roll con más solera del panorama nacional. De hecho, surgieron a principios de los años ochenta bajo el nombre de Chevy & the Hot Wheels. Nombre que luego cambiaron por el de Big Frank Jamboree para finalmente acabar denominándose con el actual, The Big Jamboree. Afincados en Barcelona, llevan años derrochando clase por cientos de escenarios tanto dentro como fuera de nuestras fronteras y por sus filas han pasado nombres míticos del Rock español como el vocalista Miguel Ángel García, que estuvo ocho años al frente del grupo y fue a su vez cantante de otra de las bandas más míticas del género en nuestro país: The NuNiles. Desde 2007 es Agustí Burriel el vocalista de este combo orquestal y hay que decir que ha conseguido no sólo que no se eche de menos a Miguel Ángel, sino que lo ha llegado a superar con su enorme voz y su capacidad escénica (es un frontman como la copa de un pino). Por lo demás The Big Jamboree siguen haciendo lo mismo que han hecho desde su creación: bordar con una excelencia incontestable todos esos géneros que aman y que son su razón de ser y de existir, y que abarcan desde el Rock n´ Roll de los años 50´s al Swing pasando por el Rhythm & Blues, el Jump & Jive, el Jump Blues e incluso el Charleston. En su repertorio volvieron a su vez a mezclar temas de cosecha propia con excelentes versiones orquestales (donde los vientos se elevan dando empaque y colorido a todo el conjunto) de clásicos de nombres tan importantes como Louis Prima, Big Joe Turner, Louis Jordan, Roy Brown y Wynonie Harrys entre otros. Y una vez más nos transportaron con su clase y elegancia al ambiente nocturno de los mejores clubes de los años cuarenta y cincuenta. Un lujazo, lo mires por donde lo mires y lo escuches como lo escuches.
Charlie Hightone & The Rock-It´s es una banda de Rockabilly madrileña formada en 2002 por ex miembros de grupos como Nitemares , Jett Darren & The Doggone Riders o Anabelle and the Rock-A-Bells, también con más tablas que el arca de Noé. Su estilo está más cercano al Rockabilly más clásico y también dejan entrever influencias del country y el country western americanos. Puristas como los que más, su sonido eminentemente americanizado resultó un tanto más monótono que el de The Big Jamboree pero este es el único pequeño pero que se les pudo poner a estos grandes músicos liderados por uno de los mejores vocalistas del género en nuestro país: Iván Vela, quien además toca la guitarra rítmica en la onda de los grandes maestros. Con tan sólo dos E.P.´s publicados hasta la fecha (el último, publicado en 2009 es doble) y un recopilatorio en 2010 en el que recogieron todos sus temas anteriores más cuatro nuevos cortes, se han convertido no obstante en todo un referente dentro de nuestras fronteras. Buena culpa de ello la tienen temas como “You don´t care”, “Lover´s curse”, “Get out of my bed” y sobre todo ese pelotazo que es “Booze, booze, booze”. Otro lujazo, vaya.


viernes, 29 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (SUITE Y TUS LOCAS RAZONES)



Concierto celebrado el pasado Sábado 18 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 25 personas aproximadamente.

A última hora se cayeron del cartel “Day of Heroes” que iban a ser los teloneros de “Suite”, y fueron sustituidos por la banda madrileña “Tus locas razones”. Conociendo como conozco a muchos de mis avispados lectores, supongo que con el nombrecito de marras ya podéis imaginaros la mierda que me tocó “disfrutar”. Si todavía no lo tenéis claro os daré alguna pista más: los cuatro pipiolos que forman este grupo (Luis Silva – voz,  Jeff Rivera – bajo, Joao Silva – guitarra y voz e Iván Mateos – batería) aparecieron en escena para regocijo de los apenas quince amiguetes del insti que acudieron a verlos con un look a lo Cristiano Ronaldo (apijotado, chulesco y apaletado a partes iguales) en el que primaban los pendientitos imitando a diamante, los flequillitos engominados, la ropa “casual no tan casual” y las gafitas de sol (con que miréis la foto que encabeza este texto ya os haréis una idea del percal). Por si acaso aún no habéis deducido cual es el estilo musical que estos chavales practican os daré una última pista: el plato fuerte de su actuación en la que interpretaron “grandes clásicos” como “Dímelo”, “Sin ti” o “Tú controlas tu destino” (a cada cual peor) fue la versión que hicieron del “Vive la vida loca” de Ricky Martin. ¿A qué ahora ya sabéis de qué va el asunto? Pues claro amiguitos, “Tus locas razones” pertenecen a un “subestilo” que he dado en denominar como Doble PP o PP al cuadrado. Esto es, “Pijos Petulantes” que practican “Pastel Pop”. ¿Y en qué consiste el Pastel Pop? Pues bien, es una vertiente más del típico pop de radiofórmula y/o pop de concurso televisivo karaokiano con cero calidad, letras infantiles, ejecuciones irrisorias, plagado de acoples y cimentado en este caso en los falsetes imposibles de sus vocalistas. O lo que es lo mismo, una puta mierda que desde mi punto de vista hasta llega a ser nociva para la reputación de una sala de conciertos por la que han pasado tantos grandes nombres como es El Sol. Un despropósito tan grande que al acabar me provocó principalmente estos dos pensamientos: ¡qué poca sangre! y ¡qué pocas balas! Y poco más que decir porque ni siquiera merecen un segundo más de mi tiempo para que hable de ellos.
Lo de Suite ya fue harina de otro costal. La también joven banda, en este caso barcelonesa, pese a no ser la repanocha y pecar en algunos momentos de blanditos (sobre todo porque las voces sonaron un tanto infantiles) demostró en muchos pasajes de su actuación que saben lo que se hacen. Para empezar porque su estilo cercano al brit pop/rock es una suerte de power pop maduro, corajinoso y personal. A lo que hay que añadir una buena labor en la ejecución (sonaron muy bien las guitarras sobre todo) y muchas ganas sobre las tablas. Y eso pese a que los quince amiguetes de “Tus locas razones” se piraron del Sol tras acabar la actuación de los teloneros y en la sala apenas quedó una docena de personas viéndoles. No obstante supieron sobreponerse a las adversidades y acabaron regalándonos por momentos un sonido bastante internacional. Si mejoran las voces y eliminan del repertorio sus canciones más moñas, seguramente estaremos ante una semilla que en el futuro podrá germinar regalándonos un puñado de buenas canciones sumadas a las que ya tienen, como esa “A hundred years to live” que al final de la crónica comparto con vosotros. . Pero eso todavía está por ver. De momento, ni tan mal, que diría un gran amigo mío.



miércoles, 27 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (CHRIS CASELLO TRIO, SUE MORENO Y JOHNNY POWERS)



Concierto celebrado el pasado Viernes 17 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 60 personas aproximadamente.

En esta última visita de Casello a España, ha vuelto a acompañarle a la batería Jimmy Lester (ex Straitjackets), siendo en cambio sustituido el habitual Dave Roe al contrabajo, por Johnny G, que no sólo nos hizo olvidar la ausencia del que formase parte de la banda del gran Johnny Cash, sino que llegó a superarlo, tocando de forma soberbia su instrumento y sorprendiéndonos como vocalista en algunos temas en los que su profunda voz nos recordó y mucho, curiosamente, a la del propio Cash.
Para cualquier amante del Rock and Roll clásico y el Rockabilly, el nombre de Chris Casello es de sobra conocido. No en vano, el de Michigan ya desde muy joven, tocó como guitarrista con grandes figuras del género como Bo Diddley, Martha Reeves, Billy Lee Riley, Robert Gordon,  Jack Scott y Bab Pittman entre otros. Y antes de formar este combo conocido como Chris Casello Trio recorrió durante ocho años la famosa autopista 66, tocando rockabilly, western swing y honky tonk con su anterior banda: Starlight Drifters. Pero el caso es que Chris Casello pese a rezumar aires de vieja escuela, es capaz a su vez de trascender los cánones más puros del género aplicando a su sonido unas influencias juveniles que nunca ha ocultado y que van desde The Rolling Stones a The Beattles pasando por Scotty More e incluso The Stooges. Además su variado repertorio se mueve no sólo dentro del Rock and Roll clásico de aquellos maravillosos años cincuenta y sesenta, sino que discurre también por otros muchos estilos como los ya mencionados rockabilly o western swing, el surf e incluso el country. Un repertorio que sobre todo se centró en esta primera parte de la velada en temas extraídos de sus tres discos publicados bajo el nombre de Chris Casello Trio, en los que el peso del conjunto lo llevó sobre todo el propio Casello con su maravillosa forma de tocar la guitarra y con su saber estar sobre el escenario, irradiando una energía y magnetismo sólo al alcance de muy pocos (de hecho, en muchos momentos, su suficiencia casi arrogante a la hora de tocar, me recordó a ese otro gran maestro de las seis cuerdas que es el Dick Dale).
Tras haber calentado un ambiente que pese a la escasez de gente (sigo sin entender por qué le cuesta tanto al público en general acudir a este tipo de conciertos, es como si esta parte tan esencial e importante de la música estuviese vetada para ellos y sólo puediese ser disfrutada por rockers; algo que no ocurre con el resto de estilos musicales donde nos encontramos por ejemplo que en un concierto de AC/DC no sólo hay heavys melenudos entre el público sino una amplia y variada amalgama de personas de muy diversas edades, estilos, gustos y condiciones) fue maravilloso gracias a la calidez y entusiasmo desplegado por las rockeras y rockeros que asistieron, sobre todo pertenecientes a la vieja guardia madrileña, ya que ni siquiera los más retoños y mozalbetes se sintieron atraídos por un evento de tamaña magnitud (algo que tampoco entiendo, porque si te gusta un estilo musical como éste, que mejor forma de demostrarlo que acudiendo a ver a uno de sus más importantes pioneros y pilares, el señor Johnny Powers), pues parece ser que los nuevos rockers prefieren deleitarse a su vez con las nuevas formaciones y sin embargo están dejando de lado a los auténticos creadores del género, lo que es una lástima que está provocando -al igual que en el resto de estilos- que la gente más joven cada vez tenga menos cultura musical y se conozca cada vez menos la historia fundamental de la música del siglo pasado en toda su extensión; saltó a escena la holandesa Sue Moreno, acompañada como no, por Chris Casello y sus compañeros.
La hermosa vocalista ceñida en un espectacular vestido, derrochó clase y sensualidad con cada uno de sus sexys movimientos, meciéndonos a todos al compás de su cadencioso movimiento de caderas y haciéndonos viajar cogiditos de su mano a aquellos clubes americanos de los años cincuenta cargados de humo en los que las grandes damas de la canción rompían corazones desde el escenario. Su espectacular presencia y su incólume estilo, bien hubiesen valido ya el precio de la entrada. Y pese a todo, la suya fue la parte más descafeinada del concierto, porque la presencia no lo es todo y en cuanto a la parte vocal, la señorita Moreno volvió a mostrarse una vez más, un tanto anodina. De hecho, el único tema de entre todos los clásicos que cantó -“My Baby Left Me”, “Lonely Weekends”, “Fool Such As I”, “Quién Sera”-, que bordó de principio a fin, haciéndolo suyo y provocando que saltasen chispas fue el excelente: “It Doesn’t Matter Anymore” de Buddy Holly. El resto fue una extraña mezcla de sensaciones que iban desde la admiración generada por su enorme clase a un cierto desaliento por su falta de poderío vocal en la mayoría de sus interpretaciones, lo que acabó provocando cierta zozobra contenida en el personal.
Una zozobra que borró de un plumazo el plato fuerte de la noche: Johnny Powers. Y es que con su increíble biografía (es el único artista que ha grabado tanto con Sun Records como con Motown Records, siendo en este caso el primer blanco fichado por esta compañía; ha sido uno de los grandes revolucionarios de la música americana junto con sus coetáneos Elvis Presley, Carl Perkins, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis o Roy Orbison; ya en la década de los 50´s grabó éxitos como “Rock, Rock”, “Mama Rock” o “Long Blonde Hair” y es sin duda uno de los padres del género conocido como Rockabilly) teníamos claro de antemano que íbamos a tener el placer de ver ante nosotros a una leyenda viva de la música. Lo que pasa es que muchas veces se ha dado el caso de que esas leyendas a la hora de la verdad no siempre cumplen en el plano estrictamente musical porque evidentemente el paso del tiempo no siempre trata igual de bien a nuestros ídolos y las manos se atenazan, los dedos pierden velocidad, las grandes voces se adormecen y se convierten en susurros de lo que un día fueron, la vitalidad se escapa y la memoria falla. Pero queridos amigos, nada de esto sucedió en esta ocasión. De hecho, Johnny Powers a sus setenta y tres años dio toda una lección de profesionalidad, de carisma y de clase. Tocó con desparpajo y soltura su guitarra rítmica protagonizando unos hermosos duelos junto a Chris Cassello y su banda que también acompañaron en escena al de Memphis. Y sobre todo desplegó una voz torrencial y huracanada brotando misteriosamente de su diminuto cuerpo que nos azotó como un vendaval. Una voz perfecta, pura, masculina, vigorosa y eterna que nos hizo ver y reconocer que hubo y hay mucha más vida en el Rock más allá del gran Elvis Presley, al que tanto nos recordó. Una voz con la que rindió homenaje a otras grandes leyendas como él: el ya mencionado Elvis, Gene Vincent, Buddy Holly, Hank Williams, Dick Dale (la versión del “Misirlou” con la que cerró el concierto fue sencillamente acojonante)…, y con la que repasó todas las joyas de su magnífica carrera: “Long Blonde Hair”, “Mean Mistreater”, “ With your love, with your kiss” y sobre todo la maravillosa “Me and my Rythm Guitar”, haciéndonos volar a aquella época en la que como él mismo comentó: “al Rockabilly simplemente lo llamaban Rock And Roll”. Y es que queridos amigos, el revival de gente tan famosa como Kitty, Daisy & Lewis está muy bien, pero más nos valdría que no nos olvidásemos de los grandes maestros como este Johnny Powers, que son quienes realmente lucharon y siguen luchando por hacer de la música ese bien tan preciado sin el cual muchos no podríamos vivir. Porque no deja de ser deprimente que estos jovenzuelos abarroten salas con aforos cercanos a las dos mil personas y a una de las fuentes que les sirve de inspiración no vayan a verle ni cien personas. ¿Vosotros lo entendéis? Yo desde luego, no.



lunes, 25 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (THE NEW CHRISTS)




Concierto celebrado el pasado Jueves 16 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 80 personas aproximadamente.

Casi siempre que se habla de rock en su sentido más amplio, dos países nos vienen siempre a la mente por méritos propios (por méritos, por calidad, por la infinidad de bandas e intérpretes que han surgido de ellos, por tradición, por revitalización continua década tras década del género, por su legado y por cientos de causas más): Reino Unido y Estados Unidos. Sin embargo no se suele dar la misma importancia a otro país, que como poco, nos ha dado las mismas satisfacciones a los amantes del rock en toda su extensión, que esos otros dos colosos antes mencionados: Australia. Tanto es así que desde las antípodas ha surgido desde hace décadas un sonido característico y personal (tan importante como el sonido Seattle o el brit rock por poner sólo un par de ejemplos) cimentado sobre todo en unos angulosos y afilados riffs de guitarra que han dado lugar a toda una corriente conocida como el High Energy Australiano y que además ha revitalizado otros muchos géneros como el garage, el power pop o el power rock, influenciando a su vez a numerosísimas bandas del resto del planeta. Un sonido que por tanto ha creado escuela y es tan original que permite reconocer con sólo escuchar unos pocos acordes a cualquier banda rockera australiana. Y hablando de bandas, con sólo hacer un poco de memoria y casi a vuela pluma veréis que el listado de grandes nombres es de órdago y nada tiene que envidiar al del Reino Unido o al de “los States”: The Beasts of Bourbon, Lime Spiders, The Saints, Hoodoo Gurus, The Drones, Bored, Seminal Rats, The Chevelles y como no, Radio Birdman, Celibate Rifles, los más recientes Mass Cult y Russian Roulettes y por supuesto esos grandes abanderados del rock australiano liderados por los hermanos Young, que son AC/DC, para muchos (entre los que me incluyo) la banda más grande de rock de todos los tiempos. He querido hacer esta introducción en la crónica de hoy, para que os hagáis una idea de la magnitud que supuso la visita de la banda The New Christs a la capital el mes pasado. Y es que, esta formación está encabezada ni más ni menos que por uno de los más sólidos pilares del rock australiano de los últimos cuarenta años: Rob Younger, quien lleva desde mediados de los años ochenta embarcado en este, a veces intermitente proyecto, que no obstante sigue renaciendo cada pocos años con más fuerza, calidad e intensidad, y que surgió de las cenizas de aquellos Radio Birdman que para muchos de nosotros son ya una banda de culto dentro de la historia del género. Para rematar la excelencia, el genial vocalista está acompañado por Jim Dickson (increíble bajista que también formó parte de Radio Birdman), Stuart Wilson (contundente batería que también lo fue de los acojonantes Celibate Rifles) y por último Brent Williams y Dave Kettley (los más jóvenes del grupo), que beben directamente de la gran tradición de guitarristas aussies y han conseguido magnificar el sonido de estos nuevos cristianos a base de contundencia, velocidad, rabia y una apabullante energía, lo que los convierte en firmes candidatos a convertirse en años futuros en dos de los más y mejores reputados guitarristas del planeta (y no exagero, os lo puedo asegurar). Un acontecimiento que no obstante no atrajo ni siquiera a cien personas a su actuación, lo que una vez más me hace pensar que pese a mi romanticismo desmedido, para los amantes del rock no corren buenos tiempos. Y es algo que sigo sin entender, que me supera, me irrita y me duele. Porque que la mayoría de jóvenes prefiera en la actualidad escuchar toda esa mierda de subproductos manufacturados al por mayor de “música” comercialoide mal denominada como pop (el pop es otra cosa, queridos lectores y esta bazofia no hace más que desprestigiar este género), o lo que es lo mismo toda esa ristra de grupetes y mequetrefes de tres al cuarto surgidos de realitys musicales de masas, de concursos de mierda, de grandes empresas y compañías mediáticas que sólo quieren hacer caja y que supeditan la calidad musical a un buen par de tetas, unas piernas kilométricas, unos pectorales ciclados, un rabo gordo o unos labios como neumáticos; en vez de deleitarse con la música de verdad, de la que surge desde el alma, de la que logra encogerte las tripas, emocionarte y zarandearte haciendo de tu vida algo mejor, es para echarse a llorar. Porque no deja de ser deprimente que una tía como Shakira que no se sabe ni en qué puto idioma canta con tanto gorgorito “malfingido” pero “bienestudiado”, que basa el 80% de su espectáculo en el meneo de culo y caderas para poner el rabo tieso (sino que se lo digan a Piqué) a todos los que la van a ver a sus conciertos para que así se queden contentos pensando que han amortizado de sobra el dinero de la entrada y que cimenta el 90% de su éxito en su estudiada imagen, exudando una sexualidad casi “aputiferada” en videoclips, portadas y fotos promocionales, pensando, como está por otro lado de sobra demostrado, que es más fácil captar seguidores provocando calentones terminados en pajote o bien siendo referente de todo un sinfín de féminas ávidas por imitar su estilo, estilismo y forma de actuar, para así poder ser a su vez ellas una especie de copia de esa imagen esteriotipada vendida como fórmula ideal del éxito, con la que triunfar en este mundo machista de mierda, que intentando cantar bien por una jodida vez en su vida, llene estadios en todo el mundo; y en cambio unos tipos como estos The New Christ que son capaces de exudar a chorros una de las mejores esencias musicales de los últimas décadas; de firmar canciones tan sublimes como “Coming Apart”, “No Way on Earth”, “I Swear”,“Another Sin”,“I Come Cheap”, “The Party Died”, “These Reasons” y por encima de todas ellas “On All Fours” y “On Top of Me” -auténticas joyas sólo al alcance de muy pocos-; de desfondarse actuación tras actuación dejándose la piel, pese a que Younger ya supera de largo los sesenta y Dickson los ronda; de poseer un magnetismo adictivo (una sola mueca del psicótico rostro de Younger transmite más sensaciones que la suma del contoneo de los culos de Shakira, Beyoncé y Rihanna juntas); de tener una de las carreras más brillantes, longevas y meritorias de la historia del rock  y de escupir con rabia un compendio musical que abarca desde el garage al rock clásico pasando por el rock oscuro en la onda de los mejores Joy Division con olor a hiel y con sabor a eternidad, no sean capaces ni de congregar a cien putas personas en sus conciertos.
Así que sólo unos pocos afortunados pudieron disfrutar de uno de los mejores conciertos acontecidos este año en Madrid. Y es que The New Christ rozaron la perfección durante casi dos horas que terminaron con unos bises incendiarios en los que cayeron la versión de los británicos Magazine: “Soth by both sides” y un pupurri final de temas en los que destacó una acojonante revisión del clásico de The Stooges, “Down on the street”. Todo un lujo que no hace más que confirmarme el hecho de que si el género del rock no vive un buen momento, no es por falta de artistas con talento, sino por el analfabetismo musical y el mal gusto que posee la mayoría de la sociedad.



domingo, 24 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (JONNY KAPLAN & THE LAZY STARS Y THE SERPIENTES)




Concierto celebrado el pasado Miércoles 15 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 100 personas aproximadamente.

Apenas dos años después de la última visita de Kaplan a España, el californiano volvió a dejarse caer por la famosa sala madrileña de conciertos, acompañado de nuevo por The Serpientes como teloneros. Esta banda afincada en la capital lleva ya varios años tocando dentro del circuito de salas de música en vivo y han grabado un E.P de debut con seis canciones, en el que colaboran además del propio Jonny Kaplan, también Ted Russell Kamp y Eric Heywood. Pese a las buenas críticas cosechadas, en especial desde la revista especializada Ruta66, a mí en directo, como ya pasara dos años antes, estos The Serpientes no acaban de convencerme. Y esto es debido a varios motivos. El primero es que R. Von Timón, posee una voz muy poco personal y con una escasez de recursos más que alarmante, que no dramatiza ni matiza ni llena ni sobrevuela ni eleva, ninguno de los temas del grupo. El segundo es que son una banda que pese a su innegable corrección musical, se muestra excesivamente fría en escena, lo que provoca que sobre todo los primeros compases de sus conciertos sean anodinos, monótonos y aburridos, con unas evidentes carencias de fuerza y de garra. Por eso sus canciones nos recuerdan al sonido de una especie de The Doors sedados a los que les faltasen la fuerza y pasión dramática de Jim Morrison, la elegancia de Ray Manzarek y la clase de Robby Krieger. Esto provoca que pese a que su estilo se engloba dentro de uno de mis géneros favoritos -el del rock clásico americano, tocando diversos palos que van desde la psicodelia setentera al rock sureño más añejo-, al ser tocado con tan poco arrojo, con tan poca alma, acabe tan sólo por provocarme un regustillo más amargo que dulce. Y eso, que en esta ocasión, consiguieron en la segunda parte de su actuación calentar algo más el ambiente que en su anterior visita, gracias sobre todo a la buena labor de Furry H. Hyman al órgano electrónico. Si consiguiesen transmitir algo más que corrección a la hora de ejecutar sus canciones, la película sería bien distinta, pero de momento temas como “El bigote”, “An invocation to Mr Jimmy 1” o “Under the rain”, se quedan tan sólo en un quiero y no puedo en el que imperan las buenas maneras (lo que al menos les alcanza para cumplir) pero al que le falta mucha salsa que enriquezca el conjunto. Vamos, que son como un filete a la plancha de buena calidad al que le faltan la sal y una suculenta guarnición. O como una tortilla de patata sin cebolla.
Esto se hizo más que evidente al saltar a escena Jonny Kaplan acompañado de su banda. Y es que ya desde los primeros compases de su concierto, demostró que a diferencia de The Serpientes estos sí juegan en una división superior. Por eso pese a que su fórmula sonora y estilística viene a ser más o menos la misma que la de los madrileños: rock clásico americano con altas dosis de rock sureño y en este caso también con muchos toques de blues; al ser ejecutada con mucha más alma, empaque y contundencia, provoca que sus canciones emocionen y generen muchas más sensaciones positivas en el espectador. A esto hay que sumarle que la voz desgarrada y arrastrada del californiano (en la tradición de los mejores cantantes del género) sí que consigue estremecer y envolver a partes iguales con su riqueza de matices; y que la labor de Dan Wistrom a la guitarra y de Chris Lawrence al pedal steel fue sencillamente acojonante. Lo que provocó que en los temas más enérgicos de su repertorio (pertenecientes casi todos a sus dos primeros discos, los mejores que ha publicado el grupo) saltasen chispas y viviésemos una magnífica velada de rock de clara raíz stoniana y reminiscencias del mejor Neil Young. Una magia que se perdió cuando acometieron varios temas de su último largo publicado -“Seasons”-, que es el más anodino de su carrera y peca de falta de garra. Estos medios tiempos, hicieron que el tono general del bolo se resintiese. No por el ritmo más pausado de los temas en sí, sino porque a la hora de ejecutarlos demostraron que no consiguen emocionar de la misma manera que sí lo hacen con sus canciones más cañeras y trepidantes. Aún así, su concierto estuvo más que bien y sobre todo Jonny, mucho más entonado que en su última visita.




sábado, 23 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (LITUS Y TRACK DOGS)



Concierto celebrado el pasado Martes 14 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: casi 100 personas.

El broche final de la gira Carnaval Tour, con la que Litus ha presentado al público español el que es su segundo trabajo en solitario “Si tiene que llover, que nieve”, tuvo a la postre en la aparición a última hora de sus amigos del grupo Track Dogs como teloneros, el momento más brillante de la noche, pese a que todo hay que decirlo, el de Terrassa ofreció también un buen tono general en su concierto.
En apenas un año, la banda liderada por el irlandés Garrett Wall ha visitado tres veces esta conocida sala madrileña de conciertos (la primera de esas visitas todavía bajo el sobrenombre de Garrett Wall Band) y siempre han cumplido y me han dejado un grato sabor de boca. En esta ocasión el único (y pequeño) pero que se le puede poner a la actuación de este combo que completan el irlandés Dave Mooney al bajo, el inglés Howard Brown a la trompeta y el americano Robbie K. Jones al cajón y a la percusión, es que la voz de Garrett estuvo más inconsistente que en conciertos pasados, costándole bastante llegar a los registros más altos, algo que en parte debe perdonársele puesto que él y sus chicos llegaron a la carrera de otro concierto previo que habían estado dando en Radio 3, lo que seguramente resintió sus por otro lado, aterciopeladas cuerdas vocales. Derrochando como siempre simpatía y saber estar, Track Dogs volvieron a dar toda una lección de cómo revitalizar el folk más clásico de raíz anglosajona gracias a la introducción en su sonido de unos matices pop que por un lado otorgan luminosidad al conjunto y a unos toques más rockeros por otro, que vigorizan y dan consistencia a sus canciones. Todo ello cimentado en su enorme sentido del ritmo y el tempo, y en su facilidad para crear melodías etéreas y envolventes como la que caracteriza a la que es su mayor joya, ese “Move a mountain” que da nombre al que es su último disco y que volvió a sonar inmensa una vez más. Como suele ser habitual también en sus bolos,  volvieron a tener una importante presencia sus excelentes y personales versiones de clásicos como el “No woman no cry” de Bob Marley o el “We will rock you” de Queen, y también como es costumbre en ellos convirtieron su actuación en una fiesta con in crescendo final en el que acabaron cantando a capella y bailando entre el público (un público, que ojo, estaba compuesto por muchos seguidores que acudieron a la sala para verlos única y exclusivamente a ellos, lo que dice mucho del nivel de aceptación que poco a poco y con esfuerzo y tesón van consiguiendo estos excelentes músicos). Como ya he dicho anteriormente, otra muestra más del excelente hacer de estos Track Dogs, que volvieron a cumplir con nota. Como siempre.
Tras haber dejado el pabellón más que alto, saltó a escena el cantautor egarense acompañado de su banda de músicos habitual y de la sección de vientos de la formación madrileña de jazz y swing No Reply. Supongo que al igual que yo, algunos de vosotros pensaréis al relacionar conceptos como “cantautor”, “indie”, “pop” y “español”, que Litus es un exponente más de eso que yo he dado en llamar como el típico duermevacas aburrido, alienado y desganado tan característico de este género en nuestro país; o bien, un representante de eso que yo también he dado en llamar como el típico cantante de “moñi pop” edulcorado, pasteloso y añoñado, tan característico a su vez de este género en nuestro territorio. Pero nada más lejos de la realidad. Para empezar, el de Terrassa posee una buena actitud en escena -es amable, simpático, vivaracho, expresivo, buen orador y sobre todo buen comunicador, cuidando mucho el que exista un feedback constante entre el público y el artista-. Vamos, que nada tiene que ver con esa desidia y apatía tan generalizadas dentro del pop de autor de nuestro país. Tampoco tiene nada que ver la temática de sus canciones (positiva y luminosa al igual que las melodías) con el tono deprimente y depresivo tan del gusto de la mayoría de cantautores patrios. Y por último, su pop es más colorista y orquestal (lógicamente gracias al buen hacer de su banda y al acompañamiento de No Reply) que el de el grueso de autores que se adscriben al denominado indie pop estatal. De hecho más que canción de autor, su música tiene más que ver con el pop melódico de las décadas de los 60´s y los 70´s, y pese a que en los temas más lentos se puso un poco empalagosillo y un tanto monótono, lo cierto es que el grueso de su actuación tuvo mucho ritmo y fue luminosa y reconfortante (insisto, en esto tuvieron mucha culpa los invitados de lujo de No Reply). Por su parte, Litus volvió a demostrar que pese a que no tiene una gran voz, es capaz de defenderse en la parte vocal, gracias a sus altas dosis de desparpajo y a sus tablas (no hay que olvidar que lleva más de cinco años como guitarrista y corista de la banda de Paul Carrack) y que como músico se desenvuelve a las mil maravillas a los teclados (como lleva ya muchos años demostrando) y cada vez toca con mayor sentido la guitarra acústica. También es cierto que ha mejorado en cuanto a las letras de sus temas (las de “Si tiene que llover, que nieve” son mucho más maduras y poéticas que las de su primer disco en solitario), y sobre todo que con el paso del tiempo cada vez da más muestras de tener una fe ciega en su música y en sus posibilidades, lo que le hace poseedor de una confianza que transmite mucha seguridad y autoridad a la audiencia. De entre el repertorio desgranado destacaron “Doña Usted”, “Fisherman´s blues”, “Si tiene que llover que nieve”, “Blower´s Daughter” y la versión de “Can´t take my eyes off you” de Frankie Valli con la que cerró la noche. Como invitados aparecieron también en escena Toni Brunet, Garaje Jack y Garrett Wall acompañando a Litus en diversos momentos del concierto. Un concierto que estoy seguro de que a mi madre le hubiese encantado y que a mí al menos, no sólo no me desencantó, sino que me agradó en bastantes compases del mismo.


viernes, 22 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (THE CRAWDADDYS Y DAVILA 666)


Concierto celebrado el pasado Domingo 12 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 80 personas aproximadamente.

Tras el festival “Go Sinner Go!!” celebrado en Toledo durante los días 10 y 11 de Junio, se programó casi en secreto y sin apenas darle publicidad, un especial fin de fiesta con dos de los grupos cabezas de cartel –The Crawdaddys y Davila 666- el Domingo 12 en la madrileña sala El Sol. Viviendo los tiempos que vivimos, era de prever lo que finalmente ocurrió: que el público asistente fue muchísimo menos numeroso de lo que estas dos bandas deberían haber aglutinado. Pero claro, si al secretismo del evento en cuestión (esto sigo sin entenderlo, de veras), le unimos que encima ambos grupos ya habían tocado dos días antes dentro del festival ya mencionado (y por tanto los fans más acérrimos ya acudieron a verlos a la ciudad castellano manchega) pues el resultado fue que, pese a que en los ambientes más “rockero/garagero/malasañeros” había ganas de ver a una de las bandas que más están renovando el garage nacional -Dávila 666- y sobre todo de degustar en directo a uno de los máximos referentes del Revival Garage mundial -The Crawdaddys-, que encima desde los años setenta cuando surgieron, nunca antes habían visitado Europa y por tanto España; asistimos a una velada bastante desangelada (pese a las ganas demostradas sobre todo por Davila 666) y hasta algo deprimente (la sempiterna cantinela de que el Rock se nos muere poco a poco volvió a revolotear sobre las cabezas de los amantes del género, entre los que me incluyo), con la amarga sensación de que si se hubiesen hecho de otra forma las cosas, el resultado podría haber sido bien distinto.
Un regusto amargo que Davila 666 se encargaron de borrar como mejor saben hacer: con contundencia y con una brutalidad sonora en la que no obstante, se apreciaron exquisitos matices, como esos toques sixties tan característicos de su sonido, que consiguieron elevar la carga melódica de su intenso estilo, cimentado en el rock y el garage más sucio que pueda imaginarse. No en vano, se mostraron como unos alumnos más que aventajados de esos Doctor Explosion (su cantante Jorge no quiso perderse este concierto y estuvo entre el público presente) que llevan más de veinte años deleitándonos con su colérica mezcla de garage, punk, rock, surf y como no, también esas claras reminiscencias al sonido sixtie que ya son marca de la casa. En menos de una hora, “los Davila” desataron un vendaval sonoro que fue como un ladrillazo directo a los cojones, que nos dejó a todos noqueados y babendo. Entre lo mejor de su repertorio, como siempre destacaron: “Basura”, “Sabes que quiero” y “Pingorocha y la diva rockera”, siendo la guinda de su gran actuación (otra más). Y es que estos tíos no han sabido nunca lo que es tener un mal día en directo (y sus seguidores, bien que se lo agradecemos).
Un regusto amargo que volvió a desertizar nuestros gaznates como en los días después de una borrachera, cuando The Crawdaddys saltaron a escena, debido sobre todo a que la formación capitaneada por Ron Silva no acometió esta actuación con las ganas con que sí lo habían hecho anteriormente Davila 666. Supongo que porque el plato fuerte de su visita a España para ellos ya había pasado (el festival Go Sinner Go!!) y porque lo que debería haber sido una sala abarrotada que les agasajara como sin duda ellos merecen (y ellos mismos creen que merecen con más razones que un Santo), se quedó en una sala medio vacía, que estoy convencido que a estas alturas de la película (son reconocidos como los pioneros del Revival Garage; han sido los padres de la escena rockera y garagera de San Diego en los años ochenta; han sido homenajeados e idolatrados por bandas tan legendarias como The Who -aviso para navegantes, aparecen tocando en la película Quadrophenia-; llevan más de treinta años siendo un referente mundial en su estilo y han firmado auténticas joyas de la música de todos los tiempos como “Lolette”, “Pretty Face” o “I'm Gonna Leave You”) no les motivó lo suficiente. Eso les hizo tocar con una marcha menos de lo que se esperaba y de lo que se le presupone a un grupo de su altura, sufriendo el ritmo de su actuación demasiados altibajos. Vamos, que les faltó chicha y sonaron hasta un tanto oxidados, lo que sobre todo en los temas de rock americano más puros de su repertorio, provocó la sensación de que sus canciones no han envejecido todo lo bien que deberían. No obstante, unos músicos de su categoría consiguieron en otros muchos momentos del concierto, volver a emocionarnos, principalmente en suss temas más sixties y garageros. Y es que claro está, son muy buenos. La putada fue que en esta ocasión no encontraron los suficientes motivos como para demostrarlo ante una audiencia, que no obstante, disfrutó de lo lindo con sus ídolos. 



miércoles, 20 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (BLACK HORDE Y MADRE)



Concierto celebrado el pasado sábado 11 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: 30 personas aproximadamente.

La novel banda madrileña Madre fue la encargada de abrir una noche, que si no hubiese sido por la posterior actuación de los asturianos Black Horde, habría sido más que aciaga. Y aunque suene un poco duro poner nombre y apellido a la principal causa que provoca que lo que podría ser un grupo como poco correcto, acabe siendo un despropósito insufrible, no puedo por menos que hacerlo, porque sería injusto echar la culpa a todos los miembros de la banda por igual, de un defecto que es sólo cosa de uno, en este caso una, la vocalista Patricia Álvarez. Y es que, la parte instrumental de Madre (el nombre, la verdad, es también bastante horripilante) funcionó a las mil maravillas, destacando sobre todo Jorge Bentura, que tocó con temple e intensidad su guitarra. De hecho, pese a que no inventan nada nuevo, su rock clásico de melodías cuidadas y claras reminiscencias de hard rock, estuvo bien ejecutado y sonó más que agradable. El problema llegó en el instante en que Patricia abrió la boca y comenzó a cantar. Y es que tanto su voz como su técnica están totalmente alejadas de los cánones propios del género. Intentaré ser lo más gráfico posible: Patricia es una especie de Mónica Naranjo al frente de un grupo de rock. Es como una Linda Perry (de aquellos 4 Non Blondes de principios de los 90´s) desmesurada y decibélica hasta decir basta. Es en definitiva una especie de triunfita gritona que piensa que por chillar más y “agorgoritar” todas sus frases va a conseguir sonar más rockera que “radioformulera”, pero en el fondo lo que consigue es hacer gala de una impostura cargada de artificios (a la chica también le va todo el rollito típico de poses premeditadas y meneitos de melena pa´ arriba y pa´abajo que tanto detesto) pero exenta de verdad y por tanto de credibilidad. Vamos que cantar, cantó poco, pero eso sí, dio el cante de cojones. Y el resultado fue que la actuación de Madre, acabó provocándome un ¡Madre Mía! ante tamaño despropósito. Y poco más que contar la verdad, bueno sí, que como de todo tiene que haber en la viña del Señor, hubo unos cuantos espectadores entregados a la banda, por la única cualidad que posee Patricia, que nada tiene que ver con sus dotes artísticas, y que no es otra que el hecho de que está de muy buen ver. Y es que ya se sabe que por desgracia muchas veces, tiran más dos tetas que dos carretas repletas de talento y buenas maneras.
Talento y buenas maneras que por suerte sí que caracterizaron a los gijoneses Black Horde. Este trío que factura una especie de power rock en la onda de bandas como Nancy Hole, dio toda una lección de cómo acometer y ejecutar un rock duro y pastoso con reminiscencias punk, hardcore y del sonido Seattle de los 90´s, que es, el que caracteriza su sonido. Con contundencia, energía y muchos cojones. A destacar la voz de Tamar, musculosa, aguerrida y poderosa en la onda del gran Lemmy; y su frenética forma de tocar la guitarra. En su repertorio cayeron casi todas las canciones que conforman el que es su único disco publicado hasta la fecha: “Boogiedriverman”, destacando: “Abracadabra”; la muy Nancy Hole, “Alligator Skin”, “Rather Young Man” y sobre todo la frenética “Looking For Pleassure”. Ojalá que este grupo no se pierda entre las procelosas aguas del olvido, porque su enérgica forma de concebir y ejecutar sus rockeras canciones, es más que disfrutable. Buen concierto, buen disco y buena banda.

sábado, 2 de julio de 2011

DESCONCIERTOS (GUADALUPE PLATA Y SOGORDA Y SURFEA)


Concierto celebrado el pasado viernes 10 de Junio de 2011 en El Sol (Madrid). Público: sold out.

Acompañando como teloneros a una de las más gratas sorpresas que ha vivido el rock español de los últimos años: Guadalupe Plata; llegaron también desde tierras andaluzas, en concreto desde Jaén, dos tipos deliciosamente enloquecidos (de esos que tanto se echa siempre en falta en cualquier ámbito del arte) bajo el nombre de Sogorda y Surfea. Lo extraño, por no decir raruno, pero a la vez atrayente, inclasificable e incluso surrealista del nombre de este dúo, es ya una pista sobre el tipo de propuesta musical y sonora que hacen. Amante como soy de las buenas metáforas, no puedo por menos que copiar aquí la descripción que desde su myspace (si tenéis un rato, leer completa su bio, porque es un texto tan serpenteante y original como su música) hacen de su sonido: “Suena como la garganta de Lucifer tras un atracón de infieles. El contoneo de seducción de un cadáver. Los delirios de un tarado en el valle de la desesperación...”. Estas brillantes comparaciones encierran toda la verdad de su música: enloquecida, salvaje, atormentada y sobre todo, capaz de convertir los sonidos más primitivos y las pulsiones más ancestrales en canciones de una originalidad y modernidad deslumbrantes. Con sólo una guitarra y una batería (no tienen ni bajo ni cantante) su propuesta es no obstante, un torbellino de sonidos instrumentales en los que también tienen cabida todo tipo de aullidos, gritos y desgarros guturales. En la onda del maremagnum sonoro de mis admiradísimos Ginferno y con altas dosis también, del salvajismo que caracteriza a esta banda, Sogorda y Surfea trituran todo tipo de géneros de forma innovadora y psicótica: el blues, el rock, el surf, la psicodelia, el rockabilly, el “psycho” y por supuesto también el noise, escupiendo canciones tan hirientes e intensas como el agua bendita cayendo sobre el cuerpo de un poseído. Canciones de títulos tan adictivos como ellos mismos: “Santero zombie”, “Surfeando en el chocho de tu mamá”, “Tras el chumino misterioso”… Canciones inclasificables, casi indescifrables, con decenas de quiebros y requiebros. Canciones enormes, en definitiva, al igual que su directo. Una grata sorpresa, un descubrimiento de esos que insuflan la idea de que en este país sí que hay vida (en forma de putrefacta muerte como no podía ser de otro modo) más allá del indie pop de los cojones, del pop de “triunfitos, Cuarentas y pipiolas flujeadoras”, del manido punk rock conocido como urbano que lleva treinta años con la misma puta canción -puta sociedad, puta policía, mierda de vida, folla a tu madre, cáscatela en la cara del antidisturbios…- bajo distintos nombres que suenan todos a lo mismo –La puta del quinto, Los gonorrea infinita, Los sífilíticos endiablados, Los hostia en los güevos…-, del jodido flamenquito pop fusión que se repite más que un bocadillo de ajo con alubias (ayer mismo me descojonaba de la descripción que de uno de estos grupos, Calocando para ser más exactos, se hacía en su myspace, en la que se puede leer queconsiguen que las comparaciones resulten inútiles a la hora de definir su música”. Nota para el que haya escrito esto: la música de bandas como Sogorda y Surfea sí es inclasificable; en cambio, la música de grupos como Calocando sí se puede clasificar: es la típica mezcla de pop y flamenquito que se lleva haciendo en este puto país en los últimos treinta o cuarenta años) y por supuesto del indie folk desganado, apático y duermevacas que se extiende como la peste a lo largo y ancho de nuestras fronteras. Así que si os gusta la música de verdad y estáis hasta los cojones de escuchar siempre la misma canción, os recomiendo que sigáis la pista a estos dos “rara avis” que espero de corazón, que den mucho que hablar de ahora en adelante. 

Tras su brillante concierto, saltó a escena el plato fuerte de la noche, unos Guadalupe Plata que desde Úbeda han conseguido revitalizar el rock de nuestro país, siguiendo la estela de gente que ya lo viene haciendo desde hace muchos años, fuera de nuestras fronteras, tales como Tito & Tarántula o Jonh Spencer, por poner sólo algún ejemplo de revitalizadores del rock, el punk y el blues, gracias a sus psicóticas, enloquecidas y asalvajadas relecturas de los clásicos de estos géneros. Algo que también hacen estos andaluces que beben de gente como  Skip James, John Lee Hooker, Screamin Jay Hawkins o Elmore James. Pero que los trascienden logrando insuflar unos aires de frescura, originalidad y modernidad a sus primitivos sonidos, gracias a su acertada revisión de los mismos. También en la onda de los ya citados Ginferno y de los sevillanos (desde Andalucía están surgiendo algunos de los más interesantes grupos de rock españoles en los últimos años) Pony Bravo o los propios Sogorda y Surfea (también andaluces, no lo olvidemos), Guadalupe Plata basan su estilo en el tratamiento casi salvaje, enloquecido y psicótico  de géneros como el blues de los pantanos, el rock e incluso el rockabilly. De un primitivismo adictivo, sus canciones son trallazos encorajinados que te enganchan desde la primera escucha. En sus conciertos, además elevan el tono de las canciones de su único disco publicado hasta la fecha -el homónimo Guadalupe Plata, que unos tipos como Los Chicos, que también llevan regalándonos muchos años del mejor garage, rock y punk que se hace en este país y con uno de los mejores y más salvajes directos que pueden disfrutarse en la actualidad, les han publicado a través de su sello Folc Records-, gracias a las agallas y los cojones que despliegan sobre el escenario. Unas canciones que me recordaron y mucho a los ya mencionados Tito & Tarántula, por su estructura; por su sonido árido, animal y primitivo; por la gran presencia que tienen en ellas las guitarras y por sus letras casi minimalistas con las que logran que el mensaje llegue de forma clara y concisa (“¿Qué se siente al matar a un gatito?” de “El gatito”), casi como un slogan publicitario. De hecho, temas como “Serpiente negra” o “Lorena” recuerdan irremediablemente a ese Angry Cockroaches” (“Cucarachas enojadas”) de los estadounidenses comandados por Tito Larriva. Unas canciones que escuchadas una tras otra conforman un todo orgánico con olor a desierto y sabor a bourbon, que te hace sentir como si te zambulleses en las aguas cenagosas de un pantano. Y lo cojonudo, es que logran refrescarte entre cálidos océanos de sudor. Conciertazo el suyo, sí señor.