sábado, 18 de diciembre de 2010

DESCONCIERTOS (PAUL COLLINS BEAT)



Concierto celebrado ayer en El Sol (Madrid). Público: ¾ de entrada.

Paul Collins presentó ayer en la capital el que es su último disco, “King of the power pop!”, un título con el que parece querer reivindicarse como lo que es: uno de los grandes artífices de este género, que nació precisamente con “The Nerves” -su primera banda, en la que ojo, tocaba la batería-, quienes indudablemente se adelantaron a su tiempo, para seguir posteriormente con Breakaways, The Beat y más recientemente ya como Paul Collins Band o Paul Collins Beat, regalándonos algunos de los más grandes temas catalogables dentro de esta etiqueta musical. Y es que, pese a que tiene muchos seguidores y un público más que fiel, sigo pensando que como en otros casos más que sangrantes, a Paul Collins no se le han reconocido los indudables méritos que ha ido cosechando en una carrera, que pese algún que otro parón demasiado largo, está granjeada de muchos éxitos y cimentada en una profesionalidad fuera de toda duda. Ayer de hecho, al llegar a la sala, pudimos ver en la soledad previa al concierto, a un Paul Collins cariacontecido y preocupado porque su garganta no andaba todo lo bien que debería. Lejos de desanimarse, dedicó más de media hora a calentar su voz mediante gárgaras, carraspeos y repeticiones casi compulsivas de estribillos. Luego durante el concierto, ni una sola referencia a sus problemas, pese a que era evidente que le costaba muchísimo llegar con soltura a los registros más altos. Porque los grandes jamás quieren ni necesitan la complacencia de su público, sino que se dejan el alma por lograr su reconocimiento de la mejor forma que saben hacerlo: dando todo lo que llevan dentro dejándose la vida en ello si fuese necesario. Y Paul supo sufrir como el que más, se esforzó y forzó al máximo su ya de por sí rota voz haciendo que sonase más hiriente que nunca, lo que al final hasta llegó a engrandecer sus interpretaciones. De todas sus visitas al Sol, que son muchas, esta es la ocasión en la que su concierto arrancó con más energía. Los que le hemos visto ya varias veces en directo sabemos que sus finales (para los que suele dejar todos sus grandes himnos, suelen ser apoteósicos), pero también sabemos que siempre necesita de un previo calentamiento en el que la llama va creciendo poco a poco hasta acabar provocando el incendio. Ayer, el americano salió directamente con una lata de gasolina en una mano y una cerilla en la otra y desde los primeros acordes ya se pudo presagiar lo que a la postre sucedió: se vivió el mejor concierto (y eso que todos sus directos son de una altura incuestionable) que ha dado en esta sala en los últimos diez años. Buena parte de culpa la tienen sus nuevos temas, que beben directamente de sus inicios y que son de lo mejor que ha compuesto Collins en bastante tiempo. Rotundos, enérgicos y más power que nunca. Hacia la mitad del bolo la intensidad se suavizó. Los que no conozcan al de New York podrían creer que su concierto iba a ir de más a menos, desinflándose poco a poco, pero los que ya sabemos como se las gasta, intuimos que simplemente estaba cogiendo un poquito de aire para regalarnos uno de esos mágicos y atorbellinados finales a los que nos tiene acostumbrados. Y así fue. Una tras otra fueron cayendo canciones míticas: “I still want you”, “Hunging on the telephone” (ese tema que hizo eterno Blondie, pero que pertenece al primer trabajo de The Nerves, y que Paul no se cansa de reivindicar como de su cosecha, con toda la razón del mundo por otra parte), “All over the world” (la primera canción que Paul compuso con The Beat) y como no, “Don´t wait up for me” (que sonó mejor que nunca, felicidades señor Lanot) y para cerrar una magistral “Diferent kind of girl”.  Me gustaría también resaltar el excepcional trabajo de la banda que acompaño a Paul en la noche de ayer, pese a que se echo muchísimo de menos la presencia de nuestro querido Juancho (a quien Collins le dedicó unas bonitas palabras en los bises; compañero que ganas tengo de volver a verte)
atado a su bajo con esa elegancia que le caracteriza. Y por supuesto la presencia como artista invitado de uno de los mejores guitarristas que hay en este país: el gran Eduardo Pinilla (¿Qué sería de los actuales Burnig sin él?) y que siempre me deja embobado con su clase. En definitiva, una noche mágica que estoy agradecido de haber podido vivir.
CLICKAD MALDITOS, CLICKAD (TAMPOCO ESTARÍA DE MÁS QUE LO HICIESEIS EN LA PUBLICIDAD DE ESTE BLOG, QUE LA COSA ESTÁ MUY MALA)- enlace al tema "Don´t wait for me" de The Beat: http://www.youtube.com/watch?v=Hb636y8-3qE&feature=related

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